Hoy he tenido un sueño sobre un cuento. Me he despertado sobre las cinco y quería aferrarlo y no olvidarlo, porque era un sueño perfecto. El cuento empezaba y terminaba, y tenía sentido. Pero luego me he vuelto a dormir, y he perdido fragmentos. Lo odio. He dicho muchas veces que adoro mis sueños, hasta he llegado a decir que me gustaría titular mis memorias “Vivir para soñar”. Los mundos que visito en mis sueños son únicos, y tan reales que no puedo evitar creer que existen realmente. Y sé que no soy la única en sentir algo así. El blog de mi amiga Elena tenía ayer cosas interesantes sobre los sueños, y su sueño de ayer le hizo comprar una muñeca de 350 dólares, no digo más.
Volviendo a mi sueño.
Mi sueño iba sobre un cuento. El cuento iba sobre un robot. Ese robot podía curar a la gente, pero alguien se aprovechaba de su don, y se llevaba todo el mérito de las curaciones. Creo que al final todo se arreglaba, pero es frustrante no recordarlo… Sé que tenía post-its puestos como marcapáginas en dos o tres hojas del libro, y que esos post-its estaban impregnados del don curativo del robot. Ojalá recordase más. Siento como si en cierto modo fuera importante.
O quizás siento envidia de Elena, y quiero soñar cosas importantes yo también.
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