lunes, 25 de mayo de 2009

DESPEDIDAS DE SOLTERO-A

Y ya llegó, y ya pasó, la despedida de soltera de mi sobrina. Y yo pensaba que me iba a dar más pie para mi entrada sobre lo aburridas que son las despedidas de solteras, pero me he sorprendido a mi misma porque la verdad es que lo pasamos francamente bien. Y eso que después de las mil vueltas que dí con su video de regalo, la pifié al final diciendo que se lo dedicábamos “sus primos Jose Manuel y Sonia y su sobrino Leo”, cuando en realidad somos sus tíos y su primo... Mi subconsciente insiste en quitarse años... Menos mal que entre lloro y lloro, no le dieron especial importancia...

Aparte de eso, cenamos más o menos bien, y trajeron una “drag queen” para hacer un poco de espectáculo, un chico simpático, gracioso y que realizó un par de monólogos picantes y una versión del juego de las sillas con el que todos nos divertimos. Y mira que yo tenía mis dudas (y que ya me estoy viendo venir que me moriré sin ver un “boys”, la única actividad exclusiva de las despedidas de soltera que me despierta cierta curiosidad).

Y el caso es que las despedidas de solter@ nunca me han gustado. Tanto como adoro las bodas, odio las despedidas de solter@. El concepto en sí me parece absurdo, me parece que parte de una premisa equivocada. Parte, para empezar, de la idea de que el hombre, cuando se casa, pierde su libertad para quedar con sus amigos. Vaya idea deprimente. Como si una vez casado ya no conservase ni su vida ni su identidad. Y digo yo, si te vas a casar con una persona a la que quieres y con la que quieres estar, ¿no ha sido parte de tu libertad el querer casarte? Si mientras habéis sido novios, habéis quedado con los amigos que os ha dado la gana, ¿no va a poder seguir siendo así después del matrimonio?. Como digo, es una premisa machista, egoísta, deprimente y con el prejuicio de que el matrimonio es malo. Hijo mío, si necesitas una despedida de soltero, es que en realidad no necesitas casarte.

Y como las mujeres somos tontas y lo tenemos que copiar todo, aunque sea una tontería, vamos y hacemos despedidas de soltera. Que viene a significar lo mismo. Que cuando nos casemos ya no vamos a ver a nuestras amigas. Y lo mejor de todo es que en esas fiestas juntamos a amigas y familiares con las que en realidad no nos hemos ido de juerga en la vida, porque nuestra relación viene de otras cosas, así que no pegamos ni con cola. Y no sabes que hacer y te sientes incómoda. Y como además te faltan tus amigos del sexo opuesto, o tu novio, o quien sea, TE ABURRES soberanamente, y estás deseando irte...

Vale, que no todas las despedidas de soltero/a son así. Que en algunas, como en ésta que digo, te lo pasas bien. Pero la verdad, me siguen pareciendo un despropósito. ¿Sabeis cual es la mejor despedida de solter@ a la que he ido en mi vida?

Pues a una en la que un amigo decidió que fuésemos a cenar, con él y con su novia, todos sus amigos y amigas. Sin distinción de sexos. Sin tonterías pseudoeróticas embarazosas. Simplemente a pasarlo bien. Como hemos hecho siempre antes de casarnos, y como hemos seguido haciendo después.

Y es que con esto me pasa como con la festividad de Santa Águeda. Me aburren las fiestas “sólo para chicas”. Como decía el español del chiste, cuando un mejicano le decía “¡¡¡En mi país somos todos muy machos!!!”. “Pues en mi país somos la mitad machos, y la mitad hembras, y lo pasamos de vicio”. A mi me gustan mis amigos tanto como mis amigas, y no me atrae nada ir a una fiesta que excluya a cualquiera de ellos...

jueves, 21 de mayo de 2009

CINE DE LOS 80


Anoche rescatamos una de mis películas favoritas del olvido: “El último Starfighter”. La verdad es que es una de esas obras menores de los 80 que reconozco quizás tenga calidad más que dudosa, pero que queréis que os diga, cuando la vi de adolescente me gustó, y sus revisionados no le han hecho perder el encanto. Lo que es mejor, Leo disfrutó con ella como yo de cría, y eso aún me hizo más ilusión...

Y la verdad, eso me hizo recordar todas esas pequeñas joyas de aquella época... Ya no hablo de películas de culto como Lady Halcón, Willow, La Historia Interminable, Golpe en la Pequeña China, Gremlins o los Goonies, ni siquiera de películas que fueron éxito en taquilla o simplemente hechas con más medios y pretensiones, aunque luego se olvidasen como Cortocirtcuito, Cocoon, Enemigo mío o Krull (todas ellas, por cierto, películas que están en mi lista de títulos entrañables). Sino de pequeñas joyas como este Starfighter, o D.A.R.Y.L., o Nuestros maravillosos aliados, o Proyecto X, o Maniquí... historias imaginativas, con la dosis justa de fantasía para poder ser realizadas de forma aceptable con los pocos medios que había entonces, pero con muchísima imaginación para que las historias, a pesar del ingrediente fantástico, fuesen creíbles. Películas optimistas, tiernas, que normalmente te dejaban buen sabor de boca y ganas, ¿por qué no?, de haber estado allí. Películas con buenos y malos muy concretos, no vamos a andar ahora con discusiones filosóficas, en la que los buenos eran siempre gente de la calle como tú y como yo abrumados por sus problemas cotidianos que de pronto se veían envueltos en una historia con componente, generalmente, de ciencia ficción (se llevaba más que la fantasía en aquella época), y que gracias a ese amigo extraterrestre o lo que fuese, vencía al malo que quería destruir el universo, echarle de su hogar o trabajo a él o a la ancianita de turno, o, simplemente, dejaba atrás una vida de rutina y aburrimiento.

No eran obras maestras del cine, pero contaban pequeñas historias que se hacían un huequito en el corazón. Es algo que con muy contadas excepciones (El reino prohibido, el último Mimzy, Noche en el Museo) he echado mucho de menos en el cine actual, en el que el abaratamiento de los efectos especiales por ordenador ha supeditado las historias a estos últimos, y acabas viendo una ensalada de tiros en la que, con mucho esfuerzo, consigues desgranar una historia que a lo sumo llenaría dos páginas de guión, sin diálogos medianamente inteligentes, sin personajes carismáticos... y sobre todo, sin la sensación de que eso que estás viendo en la pantalla te podría pasar a ti...

... que, al fin y al cabo, es la mayor, la mejor, la principal magia del cine....

martes, 19 de mayo de 2009

ES BUENO ENCONTRARSE CON UN VIEJO AMIGO...

...aunque sea en sueños.

Y es que yo con los sueños ya sabeis como soy, o no me acuerdo de ninguno o me acuerdo de todos.

Hoy volvía a estar de viaje en mis sueños. En concreto, en algún país sudamericano inespecífico, de estos en vías de desarrollo. Yo, en plan turista, como siempre, que conste, que una para viajar es sufrida pero comodona, y lo del turismo-aventura no se ha hecho para mí.

Lo que si nos enseñaban era un proyecto impresionante que había hecho una ONG con unas sequoias u otro árbol inmenso, no sé cual. Sé que entrábamos por una gruta en la pared de una montaña y al salir al otro lado había una serie de árboles enormes unidos entre sí por la copa, de forma, nos decían, que se les podía ir quitando madera de los troncos sin matarlos del todo, lo cual era estupendo para la economía nacional y blablabla, y tenían a un montón de chavalines trabajando alrededor de los numerosos troncos que compartía el árbol. La visión era impresionante, porque los troncos se elevaban como columnas a alturas tremendas, y arriba las copas hacían tal masa de madera que parecía un bloque entero en vez de ramas sueltas.

De allí nos llevaban a las oficinas del proyecto a tomar un café, y allí me encontraba con que el responsable del proyecto era nada menos que nuestro viejo amigo Jorge Diego. Yo me alegraba mucho de verle allí, y nos poníamos a hablar de nuestras cosas, y le decía que tenía que avisar a Josema (que no sé por qué, no estaba conmigo, creo que estaba trabajando) para que se acercase a saludarle y a tomar un café con él (ya que en el fondo, los que realmente han conservado la amistad son ellos). Pero él me contestaba con evasivas, como que no le venía bien, y yo me quedaba un poco mosca. ¿Pues no eran tan amigos?

En fin, luego me volvía al hotel, y había una especie de lapso espacio-temporal porque yo ahora estaba en pijama y estaba haciendo tiempo para quedar con mis padres y llevar a Leo a una sesión matinal de cine, allá a las 11 de la mañana, entonces, muy adormiscada, por cierto, decidía escaparme a dar una vuelta hasta que fuese la hora, y allá que me iba, en pijama y pantuflas, a pasearme el barrio y mirar tenderetes. Por supuesto, se me pasaba totalmente la hora y volvía al hotel a las 12 y pico, tarde para ir al cine y lo que es peor, sin ninguna gana de cambiarme de ropa... y es que en el mundo real ¡se estaba tan bien en la camita y en pijama! Lástima que no fueran las 12, sino las 7 de la mañana, y hubiera que levantarse para ir a trabajar...

sábado, 16 de mayo de 2009

AGUAS PROFUNDAS

Llego tiempo sin contar mis sueños, básicamente porque la mayoría de los que recuerdo no tienen nada de especial, son repeticiones de cosas ya vividas o reflejos de mis preocupaciones recientes, así que no les doy mayor importancia y a las pocas horas se difuminan, disuelven y pierden...

Sin embargo esta mañana (que no he oído el despertador para salir de viaje hacia Port Aventura) sí estaba teniendo uno de esos sueños, aunque difíciles de contar, que me gusta recordar aunque sea sólo visualmente. Y es que como tantas otras veces, este sueño era de paisajes imposibles.

En este caso se trataba de un lago en algún país de Europa del Este. Nos encontrábamos ahí casi de casualidad durante nuestras vacaciones (que llevo unos días intentando planificar, imagino que de ahí viene la idea). Lo asombroso era la verticalidad del paisaje... Montañas altísimas, un valle muy cerrado y unas pendientes casi verticales, truncadas por un lago del que sabíamos era muy profundo, ya que las paredes seguían bajando en vertical muchos metros más. En una de las orillas, agarrado como una lapa a la única cornisa medianamente horizontal, se encontraba un pequeño pueblo casi lineal, al que se accedía cruzando el lago por un puente sobre el mismo y antes de atravesar la montaña por un túnel.

Al llegar a dicho pueblo, en el único bar del mismo, muy cerca del embarcadero, nos esperaban mis padres, que nos contaban que habían dado nombres élficos a la gente del pueblo y estos, en agradecimiento, nos iban a permitir recorrer el lago en una de sus embarcaciones, cosa que no permitían a los turistas habitualmente. A mi me parecía genial, aunque tenía una especie de Deja Vu, como si estuviera soñando eso por segunda vez, o lo hubiera leido en algún sitio. En cualquier caso no me importaba, quería ver el lago antes de que anocheciera del todo, estaba oscureciendo y el agua tenía ahora un color azul imposible.

Pero na, esta segunda vez tampoco lo conseguía, el despertador de Josema (capaz de despertar a un muerto) me despertó con una hora de retraso con respecto a cuando yo había planeado levantarme...

jueves, 14 de mayo de 2009

SARNA CON GUSTO NO PICA


Hace unos meses me metí en uno de esos embolaos en los que no debería haberme metido. Mi sobrina Patricia se casa el próximo Junio, y le ofrecí (a su madre, para que ella no se enterase) a hacerle una de esas películas/pase de diapositivas con recuerdos de la infancia y tal para que todos soltásemos una lagrimilla. El caso es que como siempre se me ha echado el tiempo encima, y ahora estoy casi histérica porque tengo la sensación de que no lo voy a acabar a tiempo y, si lo acabo, no va a estar a la altura de lo que me gustaría hacerle (o de lo que ella se merece al menos)...

De hecho, no tengo ni siquiera claro lo que le voy a hacer. He empezado a esbozar una presentación en Powerpoint, con fotografías y algún que otro montaje para echarnos unas risas, luego quiero transformarlo en una película y montarlo con un programa de montaje de video, con música, efectos y esas cosas. En dos tardes que le he dedicado la verdad es que lo llevo bastante avanzado, pero me atasco más con la fase creativa (el ¿Qué demonios pongo aquí para que quede bien?) que con el trabajo en sí.

Quiero pensar que al final, como en el decálogo de las fases de un proyecto*, llegaré a la fase 9 y saldrá algo que encima, quedará bonito y todo, pero ahora mismo estoy en la fase 6, y no sé muy bien por dónde cogerlo...

Y la pregunta tonta es, ¿por qué me meto en estos embolaos, si siempre me pasa lo mismo? Siempre me meto a hacer manualidades extracomplicadas para el frikinvisible de la aldea, me vuelco en maquetar una versión personalizada una revista para la despedida de soltera de mi prima, o preparo un montaje de video de la obra del teatro de Oxford y se lo mando a todos los amigos de aquella época de los que aún conservo la dirección... Consumo una gran parte de mi tiempo haciendo algo que no niego que me guste, pero me trae de los nervios porque siempre creo que lo haré mal y a destiempo...

Supongo que es porque al final, quede como quede, la gente lo agradece. No voy a decir que manden un jamón o algo por el estilo (aunque no estaría mal, debería dejarlo caer la próxima vez)... es simplemente que ves sus caras cuando abren el regalo o miran la presentación, y sabes que has hecho algo bueno, algo que van a recordar, algo que les reafirma en que has perdido unas horas de tu tiempo porque les quieres...

Y ¿sabeis? Eso recompensa lo suyo. Vale la pena, y hace mi vida un poco mejor.

Aunque ahora lleve tres días casi desesperada porque creo que no voy a llegar a tiempo (o tenga ganas de asesinar a Bill Gates porque el Powerpoint se me cuelga sin saber por qué) ...

*Decálogo general de las fases de un proyecto:
1. Optimismo general
2. Fase de desorientación
3. Desconcierto general
4. Periodo de cachondeo incontrolado
5. Búsqueda implacable de culpables
6. Sálvese el que pueda
7. Castigo ejemplar a los inocentes
8. Recuperación del optimismo perdido
9. Terminación inexplicable del proyecto
10. Condecoraciones y premios a los no participantes

EL NOMBRE DE LA ROSA

Decidir el nombre de un hijo no es como ponerle nombre a una mascota, o a un muñeco, o incluso a un personaje de ficción. Tu hijo, en circunstancias normales, te va a sobrevivir a ti y a cualquier moda estúpida que haya hecho que te decantes por un nombre u otro.

Hace años eso lo solucionaban poniendo el nombre del padre, del abuelo, del hermano muerto o del santo del día. Pero con el tiempo nos estamos volviendo exigentes, y los libros y las páginas web sobre el significado de los nombres proliferan y hacen su agosto.

Cuando yo nací, sin embargo (allá por los tiempos antediluvianos, y aún en plena dictadura franquista), los padres no tenían la libertad que tenemos ahora. Para empezar, no sabían de antemano si iban a tener un niño o una niña, como podemos saber ahora con las ecografías y las amniocentesis, así que tenían que ir preparando nombres para ambas eventualidades. Además, los nombres tenían que ser cristianos.

Cuando yo nací, mis padres habían valorado varios nombres femeninos, pero alguien les sugirió el de Sonia y les gustó. No es que yo adore especialmente el sonido de mi nombre, pero es el que yo relaciono con mi identidad, yo soy yo, y hasta tal punto me identifico con ese nombre, que ni siquiera me planteo ponerme nicks extraños en internet.

El caso es que cuando mi padre (en aquella época, como ahora, era el padre el que al nacer el niño se encargaba de todo el papeleo, ya que una madre recién parida no está para esos trotes) fue a inscribirme en el registro civil, una monjita, por el camino, le preguntó cómo era que no me ponían el santo del día, con lo bonito que era. Mi padre, influenciable él, le hizo caso y me cascó, detrás de Sonia (nombre rotundo, redondo, al que no le pega ningún aditivo), el de la santa que aquel año tenía asignado el día que nací. Eso le ha causado no pocos reproches casi constantemente, tanto por mi parte como por parte de mi madre, que odia los nombres compuestos.

Para terminar de redondear el tema, algunos años después y no sé por qué extraña razón, el santoral se cambió de sitio y la santa que se celebraba el día que yo nací se cambió a la semana anterior. Así que ahora ni siquiera coincide esa santa con el día de mi cumpleaños.

La tontería me ha causado algún que otro quebradero de cabeza, ya que a pesar de mis intentos de ignorarlo, mi segundo nombre está en la mayoría de los documentos oficiales (bueno, es una buena forma de distinguir las cartas publicitarias, que siempre me vienen con los dos nombres aunque intenten disfrazarlas de correspondencia personal, algún día contaré una historia al respecto), y en la oposición que me ha llevado a este trabajo hasta tuvieron la desfachatez de ponerme mala cara porque yo me inscribí con mi nombre “de guerra” y como en el DNI aparecían dos nombres, a punto estuvieron de no dejarme a entrar a examinarme (alma de Dios, si coincide el nombre, los apellidos, el número de DNI y la cara de la foto, ¿a que pones mala cara por un segundo nombre que nadie en su sano juicio usaría). En ese momento me juré que si volvía a tener un solo problema, iría al juzgado y me lo quitaría.

En resumen, que tengo un segundo nombre, que odio tenerlo, y que no me gusta que nadie lo use. La cosa en sí no tiene mayor importancia, pero me suena ridículo y repipi. He de decir en descargo de mi padre, de todos modos, que dada la época en que era, si no le hubieran convencido para ponerme ese segundo nombre, en el juzgado le habrían forzado a improvisar otro... las muchas Sonia Marías y María Sonias de mi edad que he ido encontrándome por el camino me lo demuestran, y es que en aquella época todo nombre que no estuviera en el santoral era inaceptable para el juzgado, y más para un nombre, como el mío, con ese “tufillo” a comunismo por su procedencia rusa. Y por mucho que mi añorado tío Enrique, aquel que era cura, me dijese una vez que sí existió una santa Sonia en la Rusia de sabe Dios cuándo, y que ya me buscaría que día se celebraba mi santo, témome que me soltó una mentirijilla piadosa, porque a fecha de hoy, y a pesar de la poderosa herramienta que es internet, no hay forma de encontrar otra Santa Sonia que no sea Santa Sofía (aunque he encontrado referencias a los intentos de canonización de Sonia Gandhi, pero a menos que mi tío pudiera ver el futuro, y además se le diera fatal la geografía, dudo que se refiriese a ella...)

Eso sí, no pienso confesar mi segundo nombre ni bajo amenaza, y os aviso a los que lo sabeis, si poneis algo en comentarios lo borraré despiadadamente. Ea.

martes, 12 de mayo de 2009

SIGA LA LINEA ROJA


De camino a mi despacho he oído al compañero telefonista, que está en la ventanilla de información a la entrada del hospital, indicar a un paciente el camino para no sé donde, y he pensado en lo práctica que es la señalización que tienen algunos hospitales (yo los he visto en Cataluña, pero no sé si habrá en otros hospitales de España), a base de lineas de colores en el suelo, que llevan a un sitio u otro. Por ejemplo, si quieres ir a Rayos, tienes que seguir la linea azul, si vas a Extracciones, la verde, y así sucesivamente....

Y entonces me he acordado de una anécdota que me contó Josema, acaecida en uno de esos hospitales, en Barcelona. Anécdota que supongo que entenderán mejor los que conozcan dicha ciudad, pero no obstante, aquí la pongo, con pistas para los neófitos.

El caso es que les llego un señor con una muestra de orina, preguntando por el lugar donde se recogían las muestras, y en información, muy amablemente, le dijeron “Siga la linea roja, hasta el fondo”.

El buen señor se despidió y se marchó, y un par de horas después, volvió muy enfadado y les dijo “¡Oigan, he hecho lo que me han dicho, me he ido al metro, he cogido la linea roja, me he bajado en Fondo, y allí no había ningún sitio dónde dejar la muestra!!!”

miércoles, 6 de mayo de 2009

LOS ACTORES DE MIYAZAKI

Ayer hicimos una escapada al cine para ver la última película de Hayao Miyazaki, Ponyo en el Acantilado. Después de dos fines de semana sin parar por casa, y debido a la mala costumbre de la gente que planifica los horarios de las películas, que llega a la absurda conclusión de que por ser de animación sólo van a ir a verla padres con niños al incomprensible horario de las 4 y las 6 de la tarde (ejem... ¿a esas horas los niños no tienen colegio?), para poder ir a verla, tuvimos que hacer pirola y sacar a Leo de clase una hora antes. Dada la situación y mi experiencia previa con otras películas de animación (género que, a pesar de tener ya 40 años, me sigue encantando), no me atrevía a esperar al fin de semana, ya que seguro que para entonces la quitaban. Y, qué demonios, el cine de Miyazaki hoy día es de las pocas cosas por las que vale la pena pagar una entrada de cine, así que no quería perder la oportunidad y tener que verla luego en DVD o descargada de internet... Me apetece demostrarles que esas películas también tienen apoyo del público y la única forma es pagar la entrada por verla (que la gente sólo entiende el idioma del dinero).

La película, como era de esperar, es una pocholada. Más infantil que otras de sus películas, no lo niego, pero siempre plagada de anécdotas deliciosas que hacen sonreir al adulto, de reacciones tan creíbles por parte de sus personajes que a veces te olvidas de que no están vivos, de pequeños detalles en el escenario que te reafirman en la realidad y credibilidad de la escena... Quizás no supere a obras maestras como Mi Vecino Totoro (para mí, todavía, la mejor de sus películas junto con Porco Rosso), El Viaje de Chihiro o La Princesa Mononoke, pero vale la pena pasar un rato viéndola, y, sí, pagar la entrada y verla en pantalla grande.

Lo mejor, sin embargo, es esa sensación de continuidad, de realidad incluso, que te hace pensar que Miyazaki trata a sus personajes como si fuesen actores y les hace participar en sus películas evolucionando a través de los diferentes papeles... Así, las dos niñas de Mi Vecino Tororo, Mei y Satsuki, van creciendo y convirtiéndose en las protagonistas de todas sus películas... Satsuki se convierte en una niña decidida en Niki la aprendiz de Bruja y en una bella adolescente en La Princesa Mononoke. Mei, por su parte, crece y se convierte en Chihiro. Curtis, el americano de Porco Rosso, entrado en años (y en kilos) interpreta al padre de Chihiro, junto con Gina, que hace de su madre.

Y con el paso de los años, Satsuki se hace adulta, y cambia totalmente de registro para ser la madre del niño de Ponyo en el acantilado (quien por cierto puede ser perfectamente el sobrino de Mei), mientras que (gracias Arkenaya por reconocerle) Miyazaki da una última oportunidad al galán que hizo de Howl en “El Castillo Ambulante de Howl” tras una mala experiencia con las drogas para hacer el papel del demacrado padre de Ponyo.











Quizás sea una tontería. Quizás realmente Miyazaki no tenga esa intención, y simplemente le guste repetir diseños, o sea su estilo. Pero a Josema y a mí siempre nos ha encantado reconocer a esos “actores”, y bromear siguiendo su “carrera” animada....

martes, 5 de mayo de 2009

MÚSICA, MAESTRO


En el primer frikinvisible aldeano en el que nos hicieron elegir una canción que nos representase (y en el que, como ya comenté en esta entrada, yo elegí el Canon de Pachelbel), expresé en voz alta algo que he pensado muchas veces: antes preferiría quedarme ciega que sorda.

Y es que, por mucho que valore las maravillas que nos depara el sentido de la vista (que son muchas), para mí la música es algo único y excepcional. Pocas cosas hay que me transporten y que me llenen de emociones tanto como una hermosa melodía. Alguna vez he comentado que en la pasada Expo Zaragoza, la combinación imagen-música de los audiovisuales de varios pabellones me emocionaban hasta hacerme soltar alguna lagrimita, y a la larga, la búsqueda del elemento más evocativo de esas combinaciones se centraba en la melodía más que en la imagen (como cuando tras mucho buscar, encontramos la banda sonora del Festival of Life que organizó Japón, el disco Matsuri de Kiyoshi Yoshida – por cierto, sigo a la busca y captura de la melodía del audiovisual chino, la que no es el Amazing Grace, así que si alguien tiene alguna pista, que avise).

Así, hace unos días y con motivo de mi investigación para el regalo que Leo iba a hacer a su “frikinvisible” de la Aldea de este pasado fin de semana, descubrí (si, a estas alturas) el título y el autor del tema “Requiem for a Dream” y su versión para el trailer de “El Señor de los Anillos – Las Dos Torres” que llevaba meses buscando por haberlo oído en el trailer de la cadena infantil Jetix de la serie “Magi-nation”. Mi ignorancia y mi poca cultura televisiva hizo que, al desconocer por completo el origen de dicha música, creyese que era la BSO de esa serie y cuando se demostró que no lo era, me quedé de lo más defraudada. Es un tema que en cualquiera de sus dos versiones, me pone los pelos de punta y no me canso de oír.

O, gracias a mi emisora on-line favorita, cinemix, que me hizo descubrir bandas sonoras de Joe Hisaishi más allá de las de las películas de Hayao Miyazaki, de forma que eso me impulsó a intentar conseguir ver a toda costa la película “El Verano de Kikujiro”, y que después de verla anoche (¡gracias Miguel!), me reafirmase en que lo mejor de dicha película es la música... Me podría haber pegado horas viendo a Takeshi Kitano caminar con el niño a su lado con esa música de fondo... O mejor, cerrar los ojos, dejar que me transporte y olvidarme de todo lo demás. En este momento creo que es una de las bandas sonoras más bellas que se han escrito nunca.



Podría estar escribiendo páginas y páginas sobre este tema. Desde la también maravillosa BSO de Eduardo Manostijeras que muy acertadamente me dedicó San en el Frikinvisible hasta los temas corales que me ponen los pelos de punta (el “Duel of Fates” de “La Amenaza Fantasma”; el único e incomparable “Carmina Burana”, el aterrador “Ave Satani” de la BSO de “La Profecía”, la casi desconocida pero impresionante BSO que Kenji Kawai escribió para la película “Avalon”). Desde los comerciales musicales de Andrew Lloyd Weber a la música extraña y experimental de Gorillaz, pasando por mis también comerciales y muy añorados Spandau Ballet o el “Deceiver of Fools” de Within Temptation que en su día me descubrió Josema y que también me pone los pelos de punta. Otros grupos adoptados, como Queen o Dire Streets, o ese estilo musical tipo el Fever de Peggy Lee, que no sé si es blues, o Jazz, o que, pero que te incita a chasquear los dedos y me encanta. Clásicos desde Tchaikovski a la Sinfonía del Nuevo Mundo. De las canciones de Disney de mi infancia a Mychael Danna y sus bandas sonoras de leyendas celtas... En realidad, probablemente tarde menos en decir qué música no me gusta que la música que realmente me gusta (oh, sí, la hay. Soy un bicho raro, no soporto a U2, a Bruce Springsteen, ese rock duro que no es más que ruido, el jazz experimental sin apenas melodía, o el grupo mejicano Maná, la voz de cuyo cantante me pone literalmente de los nervios).

Una vez, de cría, llegué a la conclusión de que la música, matemáticamente, tenía que ser algo limitado. Quiero decir, se trata al fin y al cabo de combinaciones de 7 notas musicales (12 si contamos los bemoles/sostenidos), por lo que matemáticamente (y no, no fui más allá), el número de las mismas tenía que ser finito. Muy grande, pero finito, sobre todo teniendo en cuenta que no todas las combinaciones serían lo suficientemente armónicas para considerarse música.

Espero haberme equivocado, o, al menos, que tardemos muchos años en llegar al límite. Porque la música es uno de los dones más maravillosos de los que disfruta el ser humano.

lunes, 4 de mayo de 2009

COSAS DE LA EDAD

Venía pensando en el viaje de la Aldea, y se corroboró cuando me llamaron “La señora”, en que últimamente tiendo a ser la abuela en los hobbies en los que participo. Ya hablé de ello en su día, y empieza a ser frustrante porque si hace unos años el ir con gente más joven hacía que me echasen la misma edad que ellos (8 o 10 años, en realidad, apenas se notan), ahora que la diferencia es mayor, noto el efecto contrario (cuanto te llevas más de 15 años con tus amigos, la gente simplemente no lo entiende y te echa más para justificar que, como no podemos ser amigos, tenemos que ser familia por fuerza. Qué cuadriculado es el cerebro humano).

No obstante y a raíz de haberme leído durante este fin de semana el Manga Death Note, en el que se reducía en la mitad la esperanza de vida de la gente por hacer tratos con los Shinigami, me estaba parando a pensar en que por lo único que me preocupa el ir haciéndome mayor es porque cada vez me quedan menos años de vida. Quiero decir, si la esperanza de vida actual es de unos 80 años, la verdad es que ya he vivido la mitad de mi vida. Y eso quiere decir que no me queda tanto tiempo para hacer todo lo que quiero hacer. Que sí, que espero vivir más de 100 años, pero aún así, no me quedan tantos.

Porque por lo demás, por dentro sigo siendo la misma, así que me da exactamente lo mismo tener 20 que 30 que 40. Me gusta lo que me gusta, y punto. Quizás con los años haga menos locuras, porque es cierto que las prioridades cambian (ya no me quedo toda la noche viendo la entrega de los Oscars, ni me escapo a un hotel a conseguir un autógrafo, y me veo un poco ridícula con según que ropas que obviamente sólo te sientan bien si eres más joven), pero la verdad es que noto que me gustan las mismas cosas, y que sigo estando al día, y que si me recomiendan un buen comic, una buena película, o buena música, me va a dar igual que sea Manga o J-Pop que el comic europeo o americano más tradicional. Los hobbies se mueven con el tiempo, y disfrutarlos no tiene edad.

 
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