viernes, 25 de septiembre de 2009

HUYENDO DE LA QUEMA

Ayer pasé un día extrañamente estresada. Sin mucho motivo real (de hecho, fue un día más tranquilo que otros), tuve un par de ratos de esa ansiedad asquerosa que me pone mariposas en el estómago. Así que mi cerebro esta noche ha decidido meterme en una historia de acción para curarme esas tonterías... Digo yo que ha sido eso, porque la verdad es que me he levantado hasta cansada y todo...

Dando una divertida vuelta a la geografía, en mi sueño el hospital en que trabajo estaba en pleno centro de la ciudad, en vez de las afueras, y para más INRI, el río Huerva (riachuelo que excepto en contadas ocasiones, está prácticamente seco), pasaba por un lado y por debajo, ya que se dividía en dos pequeños ramales justo al llegar al hospital. Así que la cafetería, que es dónde estaba yo en mi sueño (algo poco frecuente en la vida real, por cierto – prefiero perder tiempo con internet a irme a tomar café) estaba coquetamente construida encima de uno de esos dos ramales, y se podía observar el río desde los amplios ventanales.

Había nevado mucho, y el río venía bastante cargado de agua, lo cual nos daba un entretenido espectáculo y algo de que hablar durante el café. Observábamos la corriente venir y dividirse poco antes de llegar al edificio, un ramal más grande que se desviaba a nuestra izquierda, y uno más modesto que pasaba por debajo del edificio, y de pronto veíamos llegar flotando unos grupos de cajas. Eran cajas grandes, agrupadas de a cuatro, como en palés, y por como venían (veíamos hasta tres lotes de cajas), deducíamos que había habido algún accidente río arriba y que algún camión había volcado. Uno de los tres lotes entraba por el ramal del río que pasaba bajo la cafetería y se quedaba atascado casi a nuestro lado, y veíamos que eran grandes cajas de comida para perros. Me daba pena, por el desperdicio que representaban, pero al menos no parecía peligroso... aunque alguien debería sacarlas de ahí tarde o temprano, ya que podían quedarse atascadas y embalsar el agua en esa zona.

De pronto, las chicas que estaban conmigo en la cafetería llamaban mi atención sobre algo que venía a lo lejos y se me ponían los pelos de punta... ¡La cisterna de un camión de transporte de combustible! Por lo visto, el accidente había sido peor de lo que parecía al principio.. y yo, al acordarme del aterrador final de la película “The Eye” (película que demuestra que no hay que tener miedo a los fantasmas, sino a la vida real), me levantaba a cámara lenta con intención de salir corriendo de ahí: si esa cisterna explotaba, íbamos a durar menos que un caramelo a la puerta de un colegio.

Precisamente por la cámara lenta, veía como la cisterna se metía por el ramal recto que llegaba hasta nosotros y se quedaba atorada justo frente a la cafetería sin explotar. Un suspiro de alivio – pero como el riesgo no había pasado, prefería curarme en salud y seguir con mi idea inicial: salir corriendo. Y eso hacía.

Debía de ser por la tarde, ya que aunque cuando veíamos venir la cisterna hacía un sol radiante, ahora empezaba a anochecer. Me encontraba en mitad del Paseo de Pamplona (aunque como digo, la ciudad estaba un poco cambiada – no mucho para lo que suelo hacer en mis sueños, en los que incluyo enormes jardines palaciegos cerca de la Plaza San Francisco o inmensas catedrales a lo Gotham City por la zona de Torrero) y lo que quería era poner tierra (y a ser posible casas y cualquier otro tipo de parapeto) por medio antes de la inminente explosión. Así que corría y corría por la Gran Vía (bonito pareado) y en cuanto llegaba a la primera manzana, torcía a la derecha para poner un edificio por medio. Ahí había una galería comercial así que en lugar de ir por la calle me metía por ella para atravesar la siguiente manzana. Y cuando salía por el otro lado (ya de noche), entre el gentío que también corría (estaban evacuando la zona), veía bomberos que estaban cortando la instalación eléctrica de las tiendas cercanas, pero por algún motivo al cortarla estallaba en llamas y chispas, inofensivas allí, pero letales si llegaban hasta el camión cisterna dos manzanas más abajo, así que venían con los camiones y empezaban a echar agua para apagarlas (era un sueño, ¿vale?, así que no provocaban ningún cortocircuito ni nada).

Para resguardarnos del agua toda la gente que estabamos por ahí dábamos corriendo la vuelta a la manzana y nos parapetábamos en la parte de atrás del edificio, pero la potencia del agua era tal que llegaba por los laterales y según donde te pusieras, te mojabas igual. De hecho yo ya iba como una sopa, me notaba calada, y menos mal que en este punto del sueño ya no era invierno ni había nieve, que si no me muero de frío.

Como ya estaba mojada, me cansaba de estar parada ahí y aunque ya me había alejado bastante de la cisterna, decidía intentar llegar a casa para ponerme a salvo (“Como te has pasado con la onda expansiva”, me comentaba hoy Josema cuando le he contado mi sueño, pero es que a mi “The Eye” me impresionó mucho, la verdad). Y aún en casa no las tenía todas conmigo y me preguntaba si no sería mejor coger todo e irme a casa de mis padres, más lejos aún...

En este punto del sueño me desperté, y aún debí dormitar un par de veces, ya que me recuerdo llegando a casa de mis padres en plan exiliada, aunque la verdad es que la cisterna no estallaba ni a tiros, pero en fin, cualquier excusa era buena para no ir a trabajar al día siguiente y si no llega a ser por un grillo que estaba cantando al pie de la ventana y que no me ha dejado dormir profundamente la hora y media que me quedaba, quizás hubiera aprovechado la excusa.

¡Que la carrerita me había dejado exhausta!

miércoles, 23 de septiembre de 2009

COMO PERROS Y GATOS


Toda mi vida he sido más de perros que de gatos. Me creía a pies juntillas la leyenda de que los gatos son “mala gente” y “no son de fiar”, que son independientes, que antes cambian de amos que de casa y que solo puedes hacerles carantoñas cuando ellos quieren. Mientras que los perros eran fieles, cariñosos, y que darían la vida por sus amos si se terciaba. Así que los gatos, aunque hermosos en la distancia, y adorables cuando se dejaban tocar (normalmente los gatitos pequeños que veía en casa de mi tía Araceli; cuando de adulta empecé a frecuentar otra gente con gatos adultos, veía que pasaban olímpicamente de las visitas y que no aceptaban carantoñas más que de sus dueños) nunca entraron en mi lista de las mascotas que algún dia iba a tener.

Como he comentado muchas veces, la cosa cambio cuando Jonsey se autorregaló como regalo de cumpleaños cuando Leo cumplió 4 años.

Durante ese tiempo he llegado a algunas conclusiones, y sé que algunas son disparatadas, pero me da igual.

La primera es que los gatos son marcianos.

Llegué a esa conclusión aquella vez que Jonsey se “emporró” comiendo alguna planta alucinógena indeterminada. Se pegaba el rato tumbado con ese tercer párpado que tienen (sí, como las serpientes) y las pupilas contraidas en un hilillo, también como las serpientes, con una cara de alienígena que daba miedo. Cuando lo llevé al veterinario para consultarle y que le pusiera tratamiento, resultó que la mayoría de los medicamentos humanos que les damos a los perros (como la aspirina) son venenosos para los gatos porque no pueden metabolizarlos. Vamos. Que su metabolismo no tiene nada que ver con el de otros mamíferos de pro, y no es que los perros y los humanos estemos emparentados, la verdad.

La segunda, que engrana con la primera, es que nos vigilan. Particularmente a los coleccionistas de muñecas.

Atad cabos. Jonsey apareció por nuestra vida cuando empecé a coleccionar muñecas Nancy, y TODAS las coleccionistas de Nancy con las que me relacionaban tenían gato. En el foro de BJDs en el que estoy, no creo que me pase mucho si digo que el 90% de los participantes también tienen gato. Tiene que haber alguna relación. Entre otros grupos la presencia de estos animales no tiene ni de lejos tanta intensidad.


La tercera es que la mitad de las leyendas sobre los perros y los gatos son mentiras... o verdades a medias.

Los gatos no son más inteligentes que los perros. Ni de coña. Que requieran menos cuidados, puede, y eso de que hagan pipí en su bandeja de arena y no haya que sacarlos a la calle (cosa que me consta que se puede enseñar también a los perros pequeños), o de que no haya que bañarlos porque se lavan solos, es de lo más práctico, pero poco más. O eso, o a nosotros nos ha tocado el único gato tonto. Porque Jonsey es estúpido. No aprende. Si algo le reporta un daño, el que sea, le da igual. Lo vuelve a hacer las veces que haga falta. Un buen ejemplo son esos estúpidos gatos paracaidistas que se tiran de un séptimo piso. No les da para más.

Otra es que son independientes. Y una m. Jonsey no aguanta quedarse solo, y está siempre en la misma habitación que nosotros. Y cuando quiere mimos, está más tiempo encima de nosotros que cualquier perro. Ninguno de nuestros perros (ni siquiera la excepcional Kira) se tumbaba encima nuestro mientras veias la tele o ibas al baño. Jonsey sí. Y creo que aún no nos ha perdonado que le dejásemos solo en casa cuando nos fuimos a Japón de vacaciones, pese a que dicen que un gato prefiere quedarse solo en casa a pasar unos días en casa de algún desconocido. Desde luego, el nuestro prefiere estar con alguien. Es un p... cobarde.

Si es cierto que no son de fiar. No traicioneros, porque para ser traicionero hay que ser inteligente, y os aseguro que se les ve venir de lejos. Pero eso de que esté ronroneando y demandando caricias y a los cinco minutos y sin mediar ningún tipo de estímulo para ese cambio de actitud te salte al brazo e intente desgarrarlo con furia devoradora no acaba de parecerme muy normal. No sé si es signo de estupidez supina o un intento alienígena fallido de dominar el mundo. Mientras que un perro dará la vida por su amo. De eso estoy segura, he tenido varios.

Y el caso es que quiero a ese estúpido psicoputa de gato que tengo. Me encanta achucharle como al peluche que es y mirarle a sus preciosos ojos azules. Pero sigo pensando que dónde esté un perro, que se quiten todos esos pedantes orgullosos alienígenas felinos altaneros.

Como decían en Babe, el cerdito valiente: Guárdate del felino sibilino...

EN BUSCA DEL TESORO


Hace ya algún tiempo comenté que al final el Ayuntamiento nos la metía doblada y nos instalaban un inútil tranvía (que después de la experiencia en Sevilla, en la que nos adelantaban los peatones, todavía le tengo más manía) en vez del cada vez más imprescindible metro que necesita Zaragoza. Pues bien, este mes han comenzado las obras y han cortado uno de los ejes centrales de la ciudad, el que va desde la antigua carretera de Valencia hasta la Gran Vía, cerrando el acceso al Hospital Miguel Servet (el más grande e importante de la ciudad) y una de las dos únicas salidas del cada vez mas populoso barrio de Valdespartera.

Si eso ya está trayendo el caos circulatorio a la ciudad (no pueden pretender que usemos el transporte público cuando a) También está afectado por los desvíos y b) Trabajo demasiado lejos para que me valga la pena utilizarlo ya que tendría que levantarme hora y media antes), para colmo a algún iluminado se le ha ocurrido poner, a la vez, el carril bici (contra el cual no estoy, siempre y cuando los ciclistas se dignen utilizarlo) por todas las grandes avenidas de la ciudad, así que TODAS las vías alternativas (el Paseo de las Torres, Duquesa Villahermosa, Hernán Cortés) también tienen tramos en obras que estrechan y dificultan más aún el tráfico.

Y para terminar de rematar la faena, este verano también han decidido empezar una serie de obras de supuesto acondicionamiento de varias calles de la ciudad que aún no han terminado, así que también tenemos completamente cerrados al tráfico, por ejemplo, la Avenida de Madrid (incluido su transitado cruce con la Vía Universitas/Calle Rioja), el Paseo de las Damas o el Coso Bajo. Por poner unos pocos ejemplos, y hablando sólo de las calles que yo he visto. Que seguro que en barrios que yo no transito hay más obras.

Y aunque ya no debería pensar en ello, porque como digo siempre, el urbanismo es un acto de Fé, como la Santísima Trinidad, ya que no hay forma humana de comprenderlo, no puedo evitar preguntarme ¿a quién se le ha ocurrido semejante barbaridad? Que sí, que si hay que hacer obras se hacen, pero una detrás de otra, por el amor de Dios, no todas a la vez. Ir al trabajo o a buscar a Leo al cole se está convirtiendo en un auténtico infierno y lo peor de todo es que, al menos en el caso del j*d*d* tranvía (sí, lo odio), que terminen las obras no va a ser para nada garantía de que las cosas vuelvan a la normalidad, porque me apuesto lo que queráis a que cuando abran esas calles al tráfico, la mitad de los carriles van a quedar restringidos al uso exclusivo del tranvía, si no restringen tramos enteros, con lo cual a efectos prácticos, va a ser como si no los hubieran abierto. Vamos, que ya podemos aferrarnos a nuestras vías alternativas, si nos dejan.

Que sí, que entiendo que hay que favorecer el transporte público, pero como digo siempre, j*d*r al que no tiene más remedio que usar el coche no es la forma de favorecer el autobús, o en este caso el tranvía.

Y encima, lo que digo, TODA la ciudad levantada. Como comentábamos el domingo pasado, se parece a la época en la que en Madrid, Gallardón estaba a la búsqueda del tesoro. Al parecer, aquí en Zaragoza también debe haber rumores de que hay un tesoro, y allá donde ven la equis, se ponen a picar.

Aunque mi teoría es otra. Con la crisis, muchas empresas constructoras se han quedado sin trabajo, ya que no hay forma de vender pisos como antes, así que han llamado por teléfono a sus amiguitos políticos (sí, aquellos que antes les daban los permisos de obra para hacer edificios en un metro cuadrado, como el que hicieron en tiempo record al lado de mi casa), y estos les han dado trabajos alternativos en las reformas que (probablemente) necesitaba la ciudad.

A todos a la vez.

Tiene cojones la cosa.

lunes, 21 de septiembre de 2009

GANO EL WARRO CON LOS HERMANOS WARRO

Parafraseando al genial Ford Farlaine - película que probablemente habría pasado desapercibida si no fuera por la insuperable labor de doblaje friki (como pasó con “Como perros y gatos”, doblada por Gomaespuma) a cargo nada menos que de Pablo Carbonell y plagada de guiños a la cultura de los 80 -, aprovecho para compartir un descubrimiento que hice ayer, gracias a los ya famosos gatos parlantes (gracias, Juan Pablo, por hacérmelos conocer): los fabulosos Warro Brothers, que toman hábilmente el testigo que dejó Florentino Fernández y su equipo con “El Informal” y nos deleitan con hilarantes re-doblajes de algunas escenas del cine, la TV o, como en el caso de estos gatos parlantes, la red:



Parodia de “El Último Superviviente”:



Batman Dark Knight” (gloriosa)



300” (parodiable hasta la saciedad, todos los sabemos, pero ¡hay omá, que ricos!)



Y la última, y para mí, la mejor de todas: “El Ataque de los Clones” (también altamente parodiables, o si no, que se lo digan a JMV):



Si quereis ver más videos de esta gente, buscad en Youtube el usuario RAYXNUM1. No creo que os arrepintáis.

jueves, 17 de septiembre de 2009

ESPECIE EN EXTINCIÓN

Luis Piedrahita, humorista excepcional y acertado cronista de lo cotidiano, comenzaba uno de sus monólogos hablando de “una de las cosas que más le gusta atesorar a los seres humanos y que, sin embargo, no da la felicidad: las bolsas de plástico”. Como en tantos de sus monólogos con los que me he sentido identificada, solté una carcajada al oirlo: en mi casa las bolsas de plástico son una plaga sólo comparable a la de las cosas que colecciono voluntariamente, y es que mi conciencia ecológica se resiste a tirarlas a la basura, así que las guardo para reutilizarlas, bien como bolsas de basura, bien como bolsas de transporte, o, la mejor solución que encontré en mucho tiempo, tras una selección previa de las bolsas procedentes de compras “limpias” (ropa, libros, regalos, etc... nunca las de alimentación, por si acaso), se las bajo a la dueña del kiosco de revistas de debajo de mi casa, que normalmente las gasta en una sola mañana, pero me las agradece como si le diera provisión para todo un mes...

Ahora leo que (por fin) se va a tomar en España la medida que hace tiempo se tomó en otros países como Francia, y que la mayoría de los comercios van a retirar las bolsas de plástico o las van a poner a la venta, para intentar reducir su consumo, y me invaden sentimientos antiguos.

Siempre he procurado reducir al máximo mi uso de bolsas en la compra. Si bajo al supermercado de debajo de casa, con mi viejo carrito vestigio de la lista de bodas del Corte Inglés (sí, ¿qué pasa? Yo puse en mi lista de bodas cosas útiles), intento meter todo en el carrito y no usar bolsas, o como mucho, meter en bolsas lo que no me cabe en el carrito (siempre hago corto...). Si voy con el coche al hipermercado, apuro las bolsas al máximo, y para las cosas grandes como botellas o la arena del gato no uso ninguna – me parece un desperdicio usar una sola bolsa para un solo producto. Me enervo cuando la cajera, al embolsar por su cuenta para ayudarme, mete cuatro cosas y luego pasa a la siguiente bolsa, y relleno las bolsas que ella deja a medias. Y cuando al llegar a casa recojo todo, todavía me asombro de la cantidad de bolsas que se me van acumulando bajo el fregadero o en el armario de los papeles.

Como digo, parece que las cosas van a cambiar, y me alegro. Tengo provisión de bolsas de basura para unos cuantos meses, puede que incluso años, así que por esa parte no tengo queja. Pero ahora toca coger nuevas costumbres. Para cuando vaya al hiper con el coche ya he tenido la precaución de meter en el portamaletas un lote de bolsas de tela o plástico fuerte, de esas que dan los laboratorios en los congresos o las que últimamente me ha dado por adquirir en Vistaprint. Para las compras en el super, seguiré con mi carrito.

¿Y si me pilla de paseo?

Creo que tendré que echar un vistazo a mi colección de bolsas, y meter unas pocas en el bolso. Nunca se sabe, y me fastidiaría pagar, aunque sean unos céntimos, por una bolsa de las que ya tengo miles en casa. Incluso en el trabajo.



Me alegra pensar que van a ir desapareciendo, como el Dodo....

miércoles, 16 de septiembre de 2009

PELICULAS DE CULTO


Debido a los cada vez más acuciantes problemas de espacio en mi hogar, poco antes de vacaciones decidí reorganizar la videoteca. Nuestra pasión por el cine se refleja en una herencia de cientos de películas en VHS que aporté de soltera, ampliada por otro tanto o más en DVD que hemos ido adquiriendo con los años, que han llegado al punto de llenar prácticamente todos los armarios del salón (sí, esos que en otras familias más convencionales están llenos de vajillas o mantelerías) y dos estanterías en el pasillo.

Desgraciadamente el VHS es un formato condenado a la desaparición, tanto por su corta vida media como por el hecho de haber sido sustituido con gran éxito por el DVD, así que de pronto me entró una obsesión (y yo puedo ser MUY obsesiva) por reponer todas esas viejas películas, muchas de ellas grabadas de la TV y no disponibles a la venta, en formatos más acordes con la época actual... ¿os acordáis de esa escena de Men In Black, donde J se lamenta de que tendrá que volverse a comprar el Submarino Amarillo de los Beatles, cuando un nuevo soporte de grabación de sonido importado por los extraterrestres sustituya al CD? Pues eso.

Y en ellas me encuentro, buscando en eBay, en Amazon, en otros países, en foros y demás, las viejas glorias que conservo de mi adolescencia, y clasificándolas mentalmente por temas, géneros y épocas para cuando por fin las tenga, tire todos esos viejos VHSs que, además, ocupan tanto espacio, y los reponga por redondos, limpos y brillantes DVDs.

Y me he sorprendido al incluir mentalmente tantísimas películas en el apartado “Películas de culto”. Películas de culto.. ¿qué es eso?

Ya comenté en otra entrada que hay una serie de pequeñas películas, la mayoría de los años 80 (que es al fin y al cabo cuando viví mi adolescencia y primera juventud y cuando más te marcan las cosas), que sin ser obras maestras ni ir a pasar a la historia del séptimo arte, te encanta ver una y otra vez. Mi favorita sin ir más lejos es La Princesa Prometida, película de la que por cierto me regalaron dos maravillosas camisetas para mi cumpleaños el pasado fin de semana (¡gracias!), y que si he de ser honesta, en realidad no soporta un visionado crítico... Quiero decir, se ve tan de serie B! Y sin embargo tiene legiones de fans (no soy la única) y hace bien poco en el grupo de Yahoo americano en el que todavía estoy y me siento tan a gusto, que una chica (o más bien señora, en ese grupo tengo la suerte de ser una de las personas más jóvenes) comentó que la película era mala y poco menos que las otras se le echaron encima, y el administrador en nuestro honor nos regaló con una selección de anécdotas sacadas de la IMDB, y me fui a casa con ganas de volver a verla.

Pero volvamos a la pregunta... ¿qué es una película de culto? Pues si hacemos caso de mi selección de películas de culto, yo diría que son aquellas obritas menores, hechas con pocos medios y poco presupuesto, pero en general con imaginación y una buena historia, que calan de tal forma en un sector de la población que las defienden a capa y espada. En resumen: pelis cutres que cuentan mejores historias que películas de gran presupuesto.

Qué puñetas.

En resumen: Películas que nos gustan al público, aunque no les gusten a la crítica. Y punto pelota.

viernes, 11 de septiembre de 2009

MATRIMONIADAS

Y siguiendo con Praga, y otros recuerdos del viaje, enlazo a un tema al que llevo varios días dándole vueltas.

El caso es que en Praga, Radek, nuestro guía de una jornada, era muy dado a hacer las típicas bromas tipo “el matrimonio es un error”. Al enseñarnos la puerta del edificio que está justo al lado del famoso reloj astronómico, nos explicó que por ahí salían las parejas recien casadas, e hizo un chiste estúpido sobre que la gárgola triste era el novio, la sonriente la novia, y la que reía a carcajadas sobre el dintel, la suegra. Soltó una indirecta a una pareja joven y acaramelada en el grupo, que le cortaron al unísono enseñándole sus alianzas de boda y diciéndole muy sonrientes que era “too late” (debían estar de viaje de novios), y no era la primera vez que le daba vueltas al tema porque ya en Budapest habíamos visto unas camisetas con unos muñequitos vestidos con traje de novios (de nuevo él triste, ella sonriente) y con el texto “Game Over” en Budapest.

La verdad es que ese tipo de bromas acaban molestándome. Si tan malo fuera emparejarse, el ser humano no llevaría haciéndolo desde el principio de los tiempos. Si solo quisiéramos casarnos las mujeres, como dan siempre a entender en estas bromas pesadas, dado que durante décadas ha gobernado el hombre, no existiría el matrimonio. Ni hubiera habido matrimonios de conveniencia en los que rara vez elegía ella.

En realidad, supongo, esto enlaza con la misma tontería que da lugar a las despedidas de solter@ de las que hablé en su momento. Una incongruente relación del matrimonio con la falta de libertad, a la que en realidad, si es que se ha hecho, se ha renunciado ya con el noviazgo, con la elección de una persona con la que compartir la vida (o al menos, una parte de la misma, hasta que se cansen y se separen). Elección que, en realidad, hoy en día, se ha hecho con esa libertad a la que dicen que renuncian... En fin, que en el fondo, es una chorrada y un “estaban verdes” por parte de los amigos solteros, que siguen con las ganas...

Sobre todo, cuando recuerdo alguno de los resultados de mi tesis doctoral (con el sugerente título de “Problemática social y patología psiquiátrica en la población anciana de Zaragoza”, o algo similar...): la depresión es mucho más frecuente en las mujeres casadas que en las solteras, mientras que los hombres casados son felices, y tienen a deprimirse con más frecuencia cuando se quedan viudo o solterones. Es un hecho estadísticamente significativo, que conste en acta.

La explicación, en realidad, es sencilla, y como mujer casada que soy, la llevo sufriendo en mi carne varios años. La mujer casada, todavía hoy, se ve obligada a cuidar de su marido y sus hijos, de la casa y, si trabaja, del trabajo. Siempre se tiene la sensación de que cuando algo falla es culpa tuya, y a menudo tienes que dejar a un lado tus intereses personales por los de tu familia. ¡Cuántas veces habré estado haciendo algo, lo que sea, sin pedir ayuda a nadie, y he tenido que dejarlo porque por un lado Leo me pide ayuda con la tele, los deberes o simplemente para sacarle algún juguete de un armario inaccesible, y por el otro Josema me pide que le ayude a elegir una compra, a buscar algo que no encuentra o simplemente, para que le diga que hora es!

Que sí, que a muchas mujeres nos hace mucha ilusión eso de casarnos, la boda, ser princesa por un día y el “Vivieron felices para siempre” que nos han hecho creer en los cuentos de hadas. Pero no. El cuento, la aventura, el culebrón, empieza siempre después.

Y, ojo, que no digo que no sea maravilloso, que lo es. Pero como buena aventura, hay momentos en que estás al borde del abismo y te preguntas por qué demonios te tuviste que meter en semejante berenjenal, y es sólo cuando llegas al tesoro (una mirada de los ojos grises de tu hijo, un abrazo en el momento oportuno de tu marido) cuando te das cuenta de que sortear los dardos envenenados de los Hovitos o superar las pruebas de fe para llegar al Santo Grial han merecido la pena.

jueves, 3 de septiembre de 2009

SI NO ESTÁ EN INTERNET, NO EXISTE (2)

No es la primera vez que digo eso, y a las pruebas me remito. Internet me ha permitido recuperar cosas que daba por perdidas, ver fotos de cosas que nadie creía que existían o volver a escuchar canciones o ver videos del año de la polka que pensaba que no conocía más que yo. Hasta descubrir que una serie checa, Arabela, que echaron cuando yo era cría en la TV y que pensaba que nadie recordaba, tiene montones de fans a su alrededor, y hasta un grupo en facebook clamando por su edición en DVD en otros idiomas aparte del checo (en el que ya existe una recopilación, todo sea dicho).

Pues bien, hablando de la Republica Checa, cuando estuvimos en Praga la víspera de mi cumpleaños, vimos en una tienda de marionetas a una chica haciendo bailar a un Pinocho al ritmo del Can’t Touch This de M.C. Hammer. Se formó un corro impresionante, todos aplaudimos cuando terminó, y sentí enormemente no haberme llevado una cámara de video para filmarlo. Pero no éramos los únicos viéndolo, y otra gente sí llevaba cámaras de video, o de fotos capaces de hacer video, o incluso móviles, y como Josema me dijo, seguro que no tardaban mucho en subirlo a Youtube.

Como es lógico, ese no fue el único día que la talentosa tendera hizo bailar a Pinocho, ni la única canción, así que hay como mil Pinochos de Praga bailando en Youtube. Pero el que nosotros vimos fue este:



Bueno, vale. No fue este, lo llevaba una chica y aquí es un chico. Pero por lo demás, fue lo mismo. Pero si quereis ver más, seguid los enlaces...

 
Vivir para soniar - Templates Novo Blogger