viernes, 30 de octubre de 2009

MORNING 80

Hoy el pequeño momento de gloria ha sido para Leo, y me alegro de ello más de lo que podeis imaginar.

De mañana al trabajo siempre llevo en el coche la emisora M80. Aparte de que soy perezosa y reticente al cambio, la mayoría de los programas matinales no me gustan: a mi me gusta escuchar música y no a un tío hablando de su vida y diciendo tonterías. Además, a mí lo que me despierta de verdad es la música.

En su día escuchaba No Somos Nadie, desde su época con Pablo Motos, e incluso con él había secciones en los que cambiaba de emisora porque no soportaba tanta tontería (en concreto una sección llamada “Posturas sexuales realmente innovadoras”, o algo así, en la que ponían una voz que imagino pretendía ser erótica, pero era patética, que también es esdrújula, pero que me ponía mala. Como cuando escucho a U2 o Maná, que tengo que cambiar de emisora porque me enerva el tono llorica de su voz). Cuando pasaron a Celia Montalbán la cosa mejoró. Su equipo era mucho más divertido y sus secciones en general me entretenían todas, al menos en los breves 20 minutos en los que tardaba en llegar de casa al trabajo.

Y de pronto, a vuelta de vacaciones, me encuentro con que han vuelto a cambiar, esta vez han partido de cero, y hacen un programa nuevo (aunque exactamente en la misma línea que el anterior) llamado Morning 80.

A mí, que como digo, soy reticente al cambio, me costó acostumbrarme. Celia Montalbán me gustaba, y la veía con un equipo muy participativo y en 20 minutos contaban y hacían muchas cosas. Estos dos chicos nuevos (o al menos, nuevos para mí), Javier Penedo y Miguel Coll, se lo comían y guisaban ellos solos y qué quereis que os diga, al principio me parecían un poco perdidos. Aunque también es cierto que Celia parecía perdida al principio, así que pensé que todo sería cuestión de tiempo.

En efecto, poco a poco cogieron carrerilla. Y de pronto una mañana, hará cosa de un mes, anunciaron una nueva sección en la que llamarían por teléfono a niños más o menos pequeños para felicitarles el día de su cumpleaños.

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Montaje obra de Josema para felicitar a Leo en diversos foros

No perdí tiempo, y ese mismo día les mandé un correo electrónico con la fecha (30 de Octubre, ya que el 31, sábado, no hay programa), la mejor hora para llamarle y el móvil de su padre, por si ya iban en el coche.

Obviamente no recibí respuesta, y a lo largo de las semanas vi viendo como desarrollaban la sección. Solían llamar sobre las 7,50, y por lo que ví, no hacían segunda tanda de llamadas. Además no llamaban a más de dos niños, aunque nombraban a los demás que hubieran recibido. Así que conforme se acercaba la fecha (o sea, la semana pasada) les mandé un correo recordatorio, les dije que podían llamar perfectamente a las 7,50, y el número personal de casa por si acaso. Quedé con Josema en que el día 30 por narices tenía que ser él quien llevase a Leo al cole (el hecho de que Leo esté a caballo entre dos casas complicaría la cosa, y si tenían que decidir a qué número llamar había bastantes posibilidades de que no le llamasen), pero a Leo no le dijimos nada porque prefería que fuese una sorpresa, y, además, no quería que se decepcionase si no le llamaban. Que Leo es un fan de M80, y su grito de guerra siempre que sube al coche es “¿Pones M80?”.

El caso es que ayer recibí un correo electrónico del programa diciendo que intentarían llamarle a las 7,50. Imaginate los nervios que se me pusieron. Hemos orquestado la mañana para que Leo estuviera despierto a esas horas, su padre con él y la radio puesta. Y yo me he ido a trabajar con M80 puesta y el alma en vilo, que me ha dado un salto cuando el primer niño al que han llamado (mayor que Leo, pero bastante sosete) no era él, y otro cuando ¡Sí!, a la segunda, han llamado a Leo, y le han hecho la pregunta “¿Qué es lo primero que haces cuando subes al coche?”.

Le han pillado fuera de onda y le ha costado reaccionar, pero luego ha dado la respuesta correcta “Pedir M80”, le han hecho cantar la sintonía del programa, y tras llamarle crack, han añadido al colgar “¡Que espabilao!”. Que sí, que al compararlo con el primer niño la verdad es que Leo les ha dejado el listón muy alto, pero en fin, a mi se me caía la baba.

Y ya no os digo cuando luego Leo me ha llamado de propio para darme las gracias por el regalo, porque “le había hecho mucha ilusión”.

No se nota nada lo mucho que le quiero, ¿verdad?

jueves, 29 de octubre de 2009

¡VÉRTIGO!

Que Egipto es una de mis metas turísticas es un hecho. Y que como no pinta que vaya a ir en un tiempo (en verano hace mucho calor, y con Leo estudiando imposible ir en otra época), pues esta noche me he dado un paseito en sueños, que sale barato y no hay riesgo de pillar gastroenteritis.

La parte mala, claro, es que en los sueños pasan cosas absurdas. Y así, nos tocaba ir a visitar las pirámides en plena noche, que ya son ganas (debía ser noche de puertas abiertas, como hacen en algunos museos, ya se sabe...). Encima, el interior de la pirámide era un museo, que aunque contenía grabados y otros hallazgos arqueológicos, estaba decorado al estilo moderno, con paredes lisas y pintadas de blanco, lo cual le quitaba toda la posible autenticidad.

Tras pagar la entrada al egipcio de turno, entrábamos en una sala INMENSA, descomunal. Era como un cine vacío, solo que todo en blanco, con paredes lisas de cemento, y en un extremo, donde estaría la pantalla, unos bajorrelieves enormes rescatados sabe Dios de qué templo. Lo malo es que para observarlos en todo su esplendor nos hacían pasar por una pasarela en la pared opuesta, y lo peor de todo es que no sé por qué, en lugar de por la pasarela en sí, que era también de cemento pintado en blanco y llena de estatuas hieráticas de faraones varios, teníamos que bordearla por una pequeña cornisa, de no más de 10 cms. de ancho, situada como medio metro por debajo de la pasarela en sí y que daba al vacío de la sala a nuestra izquierda. Sin barandillas ni nada, además.

Curiosamente nadie tenía ningún problema: pasaban, algunos se paraban a mitad de camino a hacer fotos (sin flash, eso sí), simplemente reclinándose un poco hacia la superficie salvadora de la pasarela tras ellos, y nadie se caía ni se quejaba de la precariedad del pasaje. Pero cuando nos tocaba el turno a nosotros a mi me caía el sudor a goterones por la frente. A duras penas conseguía llegar a mitad de camino y admirar el bajo relieve (impresionante, sí, pero yo quería ver una pirámide por dentro, no un puñetero museo modernizado!!!), pero ahí me bloqueaba y era completamente incapaz de dar un paso más. Josema me intentaba ayudar, me animaba a subirme aunque fuese a la plataforma si así me sentía más segura, pero es que las piernas no me respondían, y al final el pobre Josema tenía que tirar de mí y conseguir hacerme subir hasta la plataforma para llegar al otro lado. Creí que me moría.

Encima, la puerta al otro lado conducía a la cúspide de la pirámide. Pirámide que, a la luz de la luna, era blanca inmaculada, y tenía cuatro estilizadas estatuas (cruce entre estatua y obelisco) desde cuyo pedestal se podía admirar el panorama de El Cairo by Night.

El problema era que mi vértigo persistía, y aunque aquí me sentía más segura que en la plataforma, no lo estaba pasando nada bien. Josema se daba cuenta de mi desazón, y al final me obligaba a bajar y decía que se habían acabado las pirámides. Yo no quería, ¡ahora que por fín había podido visitar Egipto! Estaba dispuesta a sacrificarme y pasar vértigo, además tenía la esperanza de que otras pirámides no fueran así, sino que mantuviesen su estructura arqueológica original, que era, además, lo que yo quería ver, pero Josema fue tajante. Se acabaron las pirámides para mí. A partir de ahora visitaríamos cosas más tranquilitas.

Me desperté muy angustiada, la verdad. Aun me temblaban las piernas y no me terminaban de responder (creo que incluso había intentado moverlas en la vida real, por eso sentía la parálisis típica de los sueños), pero creo que lo que más me fastidiaba era pensar que mi propia debilidad había fastidiado algo que me hacía tanta ilusión.

sábado, 24 de octubre de 2009

BLANCANIEVES Y LOS TRES ENANITOS

Es curioso que en esta semana me han marcado dos historias sobre enanos. No tengo nada en contra de estos personajes, y hablo de los enanos como seres humanos con una determinada característica física, no de los seres de fantasía del mismo nombre, pero como toda minoría (creo que en mi vida personal me habré cruzado sólo con uno o dos), no puedo evitar que me resulten ajenos y con cierto grado de exotismo, y, sobre todo, muy desconocidos como personas, aunque lo lógico sea pensar que excepto por su tamaño, no se diferencien en nada de los demás.

A nivel ficticio, sin embargo, esta semana me he encariñado con dos, que sumados a Tyrion Lannister, de quien ya hablé en esta entrada, hacen tres enanitos (dicho sea siempre con el mayor de los respetos) a incluir en mi universio de seres ficticios favoritos. Si añadimos que esta noche nos hemos vuelto a ver ese clasicazo del cine de los 80 que es Dentro del Laberinto (ese David Bowie!!!), a punto he estado de subir el contador a cuatro, pero la verdad es que ni Hoggle es un enano humano (se trata de un ser de fantasía, después de todo) ni es, en realidad, mi personaje favorito de la película (Sir Dydimus y Ludo siempre pasarán por delante). Así que me centraré en las dos nuevas adquisiciones:

El primero es Tibor, de la novela La máquina de Ajedrez, de Robert Löhr. Si sois aficionados a la novela histórica os recomiendo esta obra encarecidamente. No es que sea una obra maestra, pero pocas veces me he visto tan enganchada con una novela. La estuve leyendo este verano en casa de mis padres (como paso allí bastantes horas, siempre tengo una de las muchas novelas de mi madre en el cuarto de lectura, o sea, el baño), y la recomiendo encarecidamente. No voy a decir que si solo lees una novela al año, sea esta. Pero si te gusta leer, y te gusta la lectura amena, y que incita a que luego te informes sobre un tema, inclúyela en tu lista.

Tibor es un joven enano del siglo XVIII, de vida difícil, ferviente catolicismo y un gran talento para el ajedrez. A pesar de haber sido maltratado por su deformidad, tiene un corazón de oro, y a pesar, o quizás gracias a su fanatismo religioso, te encariñas de su forma de ser, de su ingenuidad, de su buena voluntad. Es un personaje carismático y que te absorbe, y un buen contrapunto a Tyrion, aunque es posible que si las tornas se hubieran cambiado, Tyrion hubiera sido el del gran corazón y Tibor el pequeño cabroncete, ya que somos en gran parte lo que la vida hace de nosotros.

Tibor es un personaje completamente ficticio, a diferencia de otros que aparecen en la novela, como el creador de la máquina u otros muchos personajes históricos. La historia que describe también es ficticia, pero la sitúa en una parte de los hechos de los que apenas hay registros históricos, por lo que no cojea por ningún sitio. Y como digo, incita a informarte más sobre el tema, a leer e incluso a desear ver la reproducción de la desaparecida Máquina de Ajedrez original (más conocida como El Turco) en algún museo. De hecho, me gustaría volver a Suiza y ver algún museo de autómatas, ya que el tema, hermanado además con mis adoradas cajitas de música, ha despertado mi curiosidad.

Y la misma semana que termino la novela, con un pequeño suspiro y lamentando que se haya acabado (cosa que me ocurre con pocos libros), vamos al cine a ver “El Imaginario del Dr. Parnassus” y conocemos a Percy.

Percy es otro tipo de enano completamente distinto a los dos anteriores. No sabemos nada (o casi nada) de su pasado, así que no sabemos porqué es así. Comparte con Tibor y Tyrion un agudo ingenio, pero en este caso solo lo utiliza para ser la conciencia del Dr Parnassus, la única voz sabia e inteligente que con la puya apropiada en el momento apropiado le hace actuar como debe.

Es un personaje mucho más secundario que los otros dos, y quizás no habría merecido una linea en mi blog si Tibor no se hubiera cruzado en mi camino literario justo esa misma semana, pero me llamó la atención la coincidencia. Además de que, en una película como esta, personajes que te devuelvan a la realidad son un soplo de aire fresco. ¿Por qué? Bueno, desgraciadamente la versión final de “El imaginario del Dr. Parnassus” ha sido hecha para loor, gloria y homenaje del difunto Heath Ledger. Da la sensación de que desperdicia una idea quizás fascinante en regocijarse en lo supuestamente buen actor que era este hombre (cuyo talento, a mí personalmente, me deja indiferente, de hecho me parecieron mil veces mejores las interpretaciones de Colin Farrell, Jude Law y, por supuesto, Johnny Depp, que en los pocos minutos que sale de película se come la pantalla y todos los recuerdos hasta de tu vida anterior), hasta el punto que, quizás por que adaptaron el guión tras su prematura muerte, quizás porque ya estaba pensado así, la historia acaba siendo inconexa y con la sensación de que desaprovechan a otros personajes millones de veces más interesantes y apasionantes, como el joven y maravillosamente interpretado (y mucho mejor doblado) Antón, o el ya nombrado Percy.

En resumen, un libro que recomiendo, una peli que me dejó fría, y dos enanos para la posteridad.

viernes, 9 de octubre de 2009

SOLO PUEDE QUEDAR UNO

La actividad principal de esta semana ha sido acompañar a nuestra amiga Gema a elegir su traje de novia. Aparte de que, conociéndome, he disfrutado como una enana viendo tantísimos trajes de novia, y que me emocionado como una tonta viéndola vestida de blanco, he vuelto a llegar a la conclusión de que todas las mujeres deberían vestirse de novias al menos una vez en su vida, y que cada mujer tiene SU vestido, ese que cuando te lo pruebas se abre una trampilla en el techo, te iluminan unos focos y se oye como una música celestial mientras todos los que te ven dicen “¡AH!”.

Gema en realidad ha tenido dos, pero al final, uno tuvo que vencer.

Si este es el finalista, el que se quedó en el camino, imaginaos (no, no pienso desvelar el secreto) lo maravilloso que es el otro...

sábado, 3 de octubre de 2009

NATIONAL GEOGRAPHIC 2

Cumpleaños infantil en el parque de Atracciones de Zaragoza. Aproximadamente 20 niños acechan a su presa: la tarta de gominolas que, como otros años, me ha tocado hacer a mí, y que lleva 17 euros de gominolas de Frutos Secos El Rincón que, creedme, a peso, son unas cuantas gominolas.

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Llega el momento de quitarle el plástico y encender las velas. Me toca a mi encenderlas, y me cuesta un par de intentos porque siempre está el graciosillo de turno que sopla mientras estás con la segunda vela, o nada más encenderla. Al final se sosiegan, conseguimos que soplen todos a la vez...

Y antes de que me de tiempo a sacar la cámara y a hacerles una foto soplando, la tarta ya ha quedado en estas condiciones.

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La jauría ha caído sobre ella, y hasta ha habido que pararle los pies a un cachorro más espabilado que había arramblado con un piso entero de tarta sin dejar meter baza a los demás. Luego dirán que los niños son tontos... Salvajes puede, pero tontos, ¡ni un pelo!

 
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