Esta noche he tenido otro de esos sueños bizarros. Por algún motivo, coincidía en una especie de casa rural con dos famosillos. A uno lo reconocía en el acto, y curiosamente no recuerdo quién era. El otro me costaba reconocerlo, era un hombre ya mayor, aunque alto y atractivo, con una espesa melena entrecana. Alguien me soplaba “¡Es David Bowie!”, y entonces me daba cuenta, que realmente los años habían pasado por él, pero se le reconocía, y además, como los buenos vinos, incluso estaba mejor ahora que de joven.
Como de costumbre, el sueño tenía poco argumento, pero era agradable. Sobre todo porque era como si David hubiera sido un amigo re-encontrado, alguien con quien realmente hubiera tenido algún tipo de relación en el pasado, y vernos de nuevo era una alegría para ambos y reíamos y disfrutábamos recordando viejos tiempos.
¡Cómo me gustan estos sueños en que algún famoso al que admiro, aunque solo sea un poco, resulta ser un buen amigo!. Me siento bien, ni siquiera importante ni nada parecido, simplemente, a gusto, porque son gente que me gusta, y me alegra conocerles. Sin más. Una buena cura para el ego, supongo…
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