Que son muchas… Pero principalmente no entiendo que la gente sea tan estúpida y tan insolidaria. Hay una cosa en mi casa que me revienta especialmente. Mucho. Me pone de malhumor durante un buen rato. Y es que la gente utilice el ascensor que baja al garaje (el único medio de acceso al mismo, ya que no hay escaleras que conduzcan allí) para subir o bajar a la planta calle, habiendo otro ascensor disponible, que no baja al garaje, y que se pasa la vida muerto de risa sin que nadie lo utilice.
Pero la gente lo sigue haciendo. Y ya era molesto con los ascensores antiguos, en que si alguien lo cogía, marcaba como “ocupado” y ya no quedaba libre hasta que no terminaba el trayecto. Pero entonces tenías la bendición de la ignorancia, chico, y como solo podías imaginarte a dónde iba el ascensor, no te podías enfadar de verdad.
Ahora los ascensores funcionan al estilo Hotel u hospital. Esto es, paran en todos los pisos en los que marcas. Si eres tan cenutrio (como la gente en los hospitales) para marcar los dos ascensores a la vez, o marcar tanto a la tecla de subir como a la de bajar, paran las dos veces. Y por supuesto, aunque tú lo llames primero, si lo llama alguien más y le pilla de paso, te toca compartir el ascensor – cosa incómoda en ascensores pequeñitos de vivienda, la verdad, aunque reconozco que ahorra tiempo.
Y te permite conocer al enemigo.
El otro día el candidato al premio de subnormal del día fue un chaval joven, que cogió el ascensor en el 4º o 5º piso, y que tras recogerme a mí en el primero, se bajó en la planta baja. Qué triste, yo 4 pisos no los subo, pero los bajo andando sin dudar.
Pero es que el de hoy se ha ganado el premio no del día sino del año. Aparte de hacer una maniobra similar, cuando ha parado el ascensor en el primero para recogerme a mí, se ha empeñado en bajarse. La gente con un coeficiente intelectual de dos cifras suele enterarse solo al abrir la puerta y ver que está en un rellano de la escalera y no en el recibidor, pero incluso en caso de despiste, si la persona en la puerta te dice “Estamos en el primero”, lo normal es reaccionar. Éste seguía, empeñado en bajar y empujándome (debería haberle dejado, la verdad), así que le tuve que insistir varias veces “¡¡¡Que no es la planta baja, que es el primer piso, que ha parado para subir yo!!!”, hasta que la información se ha arrastrado trabajosamente al interior de su estrecho cerebro.
Pobre hombre. Imagino que lo tenía quemado de tanto fumar. A las 7,30 de la mañana y ya iba con el cigarrillo en el ascensor (si no le da para leer la planta, por supuesto tampoco para leer los carteles que prohiben fumar en los ascensores, aparte que los psicópatas maleducados de turno ya los han arrancado, como si quitarlos quitara también la ley que lo prohibe – pero bueno, algún día escribiré sobre los fumadores en general y su mala educación). A menos que al verme subir se haya puesto muy nervioso precisamente por el hecho de ser fumador y quisiera bajarse a toda costa, que todo puede ser. Bueno, a lo mejor así coge el otro ascensor a partir de ahora.
Que no sé lo que le costaba esperarse dos minutos y encender el cigarrillo en la calle, la verdad, que fumar en un espacio de menos de 1 metro cuadrado es de masoquistas.
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