Tengo una muñeca que se llama Paula.
Es una muñeca pequeñita, una BJD de 14 cms. de altura que compré de segunda mano muy baratita a una chica de Australia que se quitaba el stock de la tienda y su colección personal. Fue un impulso precipitado que no me convenció mucho cuando ya no tenia remedio, y por ello la pobre muñeca se quedó sin nombre y sin ser presentada oficialmente, con cara de pena, en mi casita de muñecas, hasta que decidiese que hacía con ella.
Casi dos años después, una persona del grupo americano de Elfdoll escribió buscando precisamente esa muñeca. A mí me cuesta mucho deshacerme de lo que entra en casa, así que le ofrecí a esta persona un intercambio. Yo le mandaba la cabeza de la muñeca que ella quería si ella me mandaba la de otra del mismo tamaño que a mí me gustaba más. Estuvo de acuerdo e hicicmos el trato.*
El caso es que también durante esa época, una compañera de clase de Leo llamada Paula, con cuya adorable madre, Yolanda, hablo mucho porque va y viene a buscarla al cole todos los días como nosotros a Leo, tuvo un amago de Meningitis. Gracias a Dios no fue nada y solo estuvo un par de días en el hospital, así que cuando me comunicaron la buena nueva se lo dije a Josema
- ¡Paula ya está en casa!
Josema me miró al principio con cara de tonto como si no supiera de qué le estaba hablando, entonces le expliqué que a Paula ya le habían dado el alta del hospital, y me dijo muy serio
- ¡Ah, creí que era otra muñeca que habías comprado!
Ante la sorpresa inicial , decidí no tomármelo a mal y le dije
- ¿Sí? Pues mira, ahora la próxima muñeca que venga se llamará Paula.
Y como la próxima muñeca que llegó fue la cabecita de Min Del Re para el transplante, ahora la muñequita de morritos algo cabreados y coletas de colegiala se llama Paula. Y aunque Leo protesta porque no es castaña de ojos verdes como la Paula original, cuando veo a esa pequeñina, pienso en Paula Guirado, la princesita madrileña de clase de Leo.
Porque Paula es madrileña. Bueno, en realidad creo que nació en Barcelona, porque el padre de Paula, que trabaja en Caja Madrid, va de destino en destino por motivos laborales, y hace tres años aterrizaron en Zaragoza, donde decidieron que su hija iría al Liceo Europa, tuvieron otro hijo (Jorge), pasaron experiencias terribles y otras no tan malas, y dejaron una huella imborrable por su encanto y amabilidad.
Este verano Yolanda ha decidido que se volvían a Madrid. Después de las muchas vicisitudes que han pasado en nuestra ciudad, ha decidido volver cerca de su familia aunque su marido tarde algún tiempo más en reunirse con ella. Así que el viernes se despidió de todo el mundo (se echó a llorar cuando abrazó a la profesora, Feli) y, tras traer a Paula ayer a la fiesta de Dinosaurios de Leo, nos promete venir el jueves a casa de mis padres (con quienes ha hecho más amistad que conmigo) para despedirse formalmente.
Espero de corazón que en Madrid se termine su mala racha, que dejen de pasarle cosas malas y por fin pueda ser feliz, porque se lo merece. Pero yo echaré mucho de menos su sonrisa, y la del pequeño Jorge, su constante alegría y todas las cosas que nos cuenta haciendo más amena la espera de los niños a la salida del colegio.
Adiós, Paula. Adios, Yolanda, Javier y Jorge. Os echaremos de menos.
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