lunes, 27 de abril de 2009

COMO BOLAS DE BARANDAO

El lado negativo del viaje de este fin de semana se lo llevan los taxistas zaragozanos (¿por qué no me sorprende?).

El caso es que los taxistas como colectivo no me han caído nunca demasiado bien. Suman en sí mismos todas las desventajas del transporte público (van por dónde les da la gana, se comportan como si fueran los amos de los carriles, se te cruzan sin avisar pero te pitan si tu tienes que parar por algún motivo) y las de los coches individuales. Como conductora, no los soporto. Como usuaria, prefiero mil veces el autobús, que es más económico y me da más libertad para ir andando a dónde quiera, además de ser más ecológico. Son el último recurso para el sitio incomunicado, la hora intempestiva o el transporte de maletas pesadas.

Que eran los tres factores que se sumaban a la vuelta de Sevilla.

Volvíamos el domingo de madrugada, tras haber cogido el tren-hotel a las 9 de la noche en Sevilla, que llegaba a Zaragoza a las 5.15 de la madrugada. Mis padres me habían preguntado varias veces si nos venían a buscar a la estación, pero a mí me parecía una hora infernal para hacerles levantarse de propio, así que les dije “no, hombre, no, que cogeremos un taxi para ir a casa”:

Que me corrijan, pero yo esperaba que, a pesar de la hora, a la salida de la estación lo normal es que haya dos o tres taxis esperando.

Pues miren, no. Cuando salimos aquello estaba desierto. Y no es que otros viajeros hubieran cogido los taxis antes que nosotros, ya que todas las personas que habían bajado del tren con nosotros (y habría al menos 6 o 7 grupos de dos o tres personas) estaban igual, con cara de gilipollas, mirando la calle desierta. Vimos pasar uno o dos taxis, siempre ocupados (de gente que, imagino, iban a tomar precisamente el tren que nos había dejado), pero como la entrada de “Salidas” está después de la de “Llegadas”; tampoco podíamos coger esos taxis.

Al final, Josema y yo nos cansamos de esperar. Ni siquiera la gente de la estación parecía interesarse por ello, ni siquiera un “ya llamamos a un radiotaxi” o “aquí tienen el teléfono de radiotaxi”... ¿para qué?. El guardia de seguridad simplemente nos dijo que esa era la parada de taxis y que si no había ninguno no era asunto suyo. Así que nos recorrimos la larguísima estación (casi un kilómetro de edificio, con dos maletas cuyo peso se medía en toneladas y un niño medio dormido que debería haber pasado del tren al taxi y del taxi al hogar casi sin solución de continuidad en vez de tener que caminar como un zombie y desvelarse durante un cuarto de hora largo) para salir por la otra entrada, donde no había tampoco un taxi ni medio, y continuar camino abajo hacia la Avenida de Navarra, donde llegamos a ver pasar hasta 8 taxis libres a lo lejos.

De hecho cuando llegamos a la rotonda del cruce de la Avenida de Navarra con la calle Rioja casi habríamos podido parar a dos taxis a la vez. Escogimos el más grande de los dos, por aquello de llevar mejor las maletas, y no sé si fue la mejor elección, pero en fin. Para empezar el taxista metió las maletas a regañadientes, y cuando Josema fue a subirse en el asiento delantero (ya que en el trasero estábamos Leo y yo), no se lo permitió. Teníamos que ir los tres detrás como sardinas en lata. Como además no me puedo estar callada, le pregunté “inocentemente” como era que no pasaban taxis por la estación... ¡ya no que estuvieran parados esperando!, pero el tío me soltó que si yo tendría taxis ahí parados. Pues mire, para empezar, en otras estaciones si los tienen, así que se podrá. Es que no sabemos cuando vienen los trenes. Pues los horarios están a disposición de todo el mundo, oiga. Y además, aunque no paren, bien podrían pasar por ahí, que ni siquiera de paso se les veía. Pero ¿pa qué, oiga?. Como hablarle a la pared.

No sé qué oscuros motivos tienen para no coger clientes de la estación de trenes. Quizás no cobren un plus, o quieran que se les avise por radiotaxi para cobrar más dinero, o sabe Dios qué. A mi me da igual. Por supuesto ese señor borde y maleducado no se llevó propina, y en lo que a mi respecta, si ya antes evitaba los taxis como a la peste, ahora ya no voy a contar con ellos ni como último recurso.Si repetimos un viaje maravilloso como este que hemos realizado este fin de semana, aceptaré el ofrecimiento de mis padres y aunque represente hacerles madrugar, que me vengan a buscar a la estación.

A mi los señores taxistas zaragozanos no vuelven a hacerme andar un cuarto de hora a las 5 de la mañana buscándoles, para encima tenerles que pagar. Y menos puteando a mi niño. Como bolas de barandao, los tienen estos señores. Que impresentables.

TRES COSAS HAY EN LA VIDA

Cuantas veces he oído la frase “lo mejor de este hobby es la gente”. Y cada vez más, tengo que admitir que tienen toda la razón. Pero...¿es causa o efecto? ¿Es que hay ciertos hobbies que atraen a buena gente o es que la buena gente se junta con los de su misma clase?

Esto podría darme mucho de lo que hablar, y la verdad es que ni yo misma lo sé. Si sé que la gente es buena en general, que, como digo siempre, no es que haya muchas malas personas, es sólo que la gente mala cunde más, y, como ya sufría en la consulta de Atención Primaria, de 40 pacientes 39 pueden ser personas maravillosas, amables y educadas, que una sola persona impresentable ya te fastidia el día de cara a todos los demás. Y en este mundo es lo mismo. Hasta ahora, creo que el 99,999999999% de la gente con la que me he topado es maravillosa, aunque también es cierto que con la edad, acabas dándote cuenta de que como en la canción, sólo hay tres cosas en la vida que son importantes (como bien descubrió mi admirado exjefe, el psiquiatra D. Antonio Lobo), y todo lo demás son pamplinas. Hace años había cosas que me molestaban, ahora, si yo y la gente a la que quiero están sanos y tenemos lo suficiente para vivir y hasta para darnos algún capricho, lo demás me resbala bastante. Y así es difícil enfadarse con la gente y pensar que es realmente mala. De hecho, tiendes más a aferrarte al que, si tuviera un escudo de armas, haría grabar alrededor como mi lema: "No achaques a la malicia lo que pueda explicar la estupidez”: Cuando alguien te hace daño, párate a pensarlo, la mayoría de las veces lo hace por estupidez y porque no le da para más, no porque realmente quiera hacerte daño.

También puede que sea que, como dice la canción, “cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da, nada es más simple, no hay otra norma, nada se pierde, todo se transforma...” A lo que voy es que, por norma general, y como ya dije en otra entrada, cuando vas con buenas intenciones, con buenos modales, con una sonrisa (aunque sea virtual) y agradeciendo todas las atenciones que tienen contigo, la gente te suele tratar igual que tú les tratas a ellos. Yo noto que me comporto así, y solo me pongo borde si se ponen bordes conmigo. Siempre me he considerado camaleónica en mis relaciones. Que no quiere decir que me oculte de nadie ni que me disfrace, sino que reacciono a como me tratan tratando a la gente de la misma manera (que es lo que hace el camaleón al tomar el color del entorno en el que está).

Y en cuanto a la felicidad, bueno, hay una historia que me encanta y que siempre pongo como ejemplo, y es la historia de la Camisa del Hombre feliz. Me vais a permitir que me ponga en modo “cuentacuentos” para variar y la resuma en un par de párrafos (versión libre mía, contada de memoria):

Erase una vez un rey que se sentía muy desgraciado. Tenía todo lo que podía desear, pero aún así, no era feliz, y se fue sumiendo poco a poco en una terrible melancolía. Mando consultar a todo tipo de médicos, sanadores y hasta hechiceros, pero nadie daba con el origen de su mal. Hasta que un sencillo monje le comentó: “Majestad, lo que vos necesitais es la camisa del hombre feliz. Cuando os la pongais, todos vuestros males desaparecerán”. El rey ordenó que se la trajeran, pero el monje le dijo que debía ser él quien saliera a buscarla, y el rey así lo hizo.

Se dedicó a vagar por todo su reino, buscando a alguno de sus súbdito que fuese realmente feliz, pero por más que preguntaba, todos se quejaban de algún problema que enturbiaba sus vidas. Cuando ya estaba a punto de tirar la toalla, encontró a un hombre descansando bajo un árbol. Se trataba de un humilde leñador que se había sentado un rato a refrescarse tras una jornada de arduo trabajo. El rey le preguntó si era feliz y el leñador dijo: “Hoy hace un día fantástico, en casa me esperan una mujer y unos hijos que me quieren, no me falta trabajo y todos estamos sanos. Sí, soy el hombre más feliz del mundo”. El rey abrió los ojos como platos y le pidió su camisa, pero el leñador se echó a reír y le dijo que el nunca había tenido nada de eso.

La moraleja es que el hombre feliz no tenía camisa, y que hay que aprender a ser feliz con lo que se tiene. No es una lección fácil, sólo la aprendes con el tiempo, y a veces, de la peor de las maneras, cuando estás a punto de perder algo irremplazable y muy querido (como un hijo). Entonces te das cuenta de que todo lo demás sobra y que lo importante es saber disfrutar del aquí y el ahora.

Y esto viene a cuento de que este fin de semana hemos estado en Sevilla, con la gente del foro de BJDoll.net, y ha sido un fin de semana maravilloso, y hemos conocido en persona a gente estupendísima que sólo conocíamos a través del foro. Y direis “¿Pero no estás diciendo que todo el mundo es bueno, y por tanto quitándoles mérito?”

Pues no.

Porque el hecho de que estadísticamente toda la gente que hemos visto en Sevilla (aunque también procedentes de Málaga, Cádiz y Jérez) haya sido maravillosa, que me muera de ganas de volverles a ver, que les eche horrores de menos y que me parezca un privilegio el haberles conocido y el poder llamarles amigos míos sólo se puede explicar así. Hay mucha gente buena en el mundo. O eso, o tengo una potra que no me la merezco.

Y yo soy muy afortunada por haberme encontrado con ellos y llamarles amigos míos.

miércoles, 15 de abril de 2009

¡SAN JORGE Y A ELLOS!

Hoy tengo el día anticatalanista. No anti-catalán, que nadie me malinterprete. Anti-catalanista, o sea, absolutamente hasta las gónadas de los malditos nacionalismos (casi siempre políticos, casi nunca compartidos por el ciudadano de a pie de esas regiones) que van por ahí menospreciando a las otras regiones para esconder su complejo de inferioridad (porque si no que me expliquen que necesidad tienen de menospreciar a las regiones vecinas), cosa que aún tiene más delito cuando piensas que hace solo 500 años, como digo siempre, éramos paisanos.

Y es que llevo dos días peleándome con hospitales catalanes, en un toma y daca de pacientes, que al final son los que sufren por la ineptitud de ciertas personas, y por los que al final acabas tragando cosas que no tragarías.

Por un lado, un señor que ha acudido a nuestro servicio de urgencias, pero residente en una ciudad catalana y que obviamente, quiere ir a su hospital de referencia. Después de dar todos los pasos correspondientes, y de tener la seguridad de que en ese hospital tienen cama para él, resulta que mis compañeros del Servicio de Admisión de dicho hospital han pasado olímpicamente del tema y nadie ha movido un dedo para trasladarlo, yo me he ganado una bronca porque parecía que no había hecho nada (cuando son ellos los que lo tenían que hacer) y encima cuando hoy les he vuelto a llamar, nadie sabía nada del tema (a pesar de haber hablado con ellos lunes, que era fiesta, y martes, que se supone que trabajaban, y que se les mandó la información por escrito y todo).

Por otro, un señor de nuestra tierra, que en sus vacaciones de Semana Santa se ha puesto malo en una localidad catalana, y con toda la razón del mundo, quiere venirse a su hospital. El requisito principal es que el hospital de origen nos mande un informe por fax con todos los datos del paciente. Pues bien, ayer me lo mandaron ¡todo escrito en catalán!

Y el informe, puedo entender que sí lo han escrito para ellos, y lo hacen todo en catalán, no les haya dado tiempo a traducirlo... pero que algún imbécil descerebrado haya escrito una carátula a mano, en el que sólo tenía que escribir 6 palabras, dirigidas a un hospital de Zaragoza, Aragón, España, país al que, mal que les pese, también pertenecen, y ciudad en la que no tenemos ninguna obligación de entender su idioma, me lo escriban también en catalán.

Eso me ha parecido una falta de respeto impresionante, un insulto, y no les he devuelto el fax con una nota de “Esto no lo entiendo, no sé de que me hablan” por respeto al paciente que no se merece que por mi orgullo se le retrase el traslado, pero es lo que se merecerían.

Porque sinceramente, llevo muy mal, pero muy muy mal, que nos intenten imponer su idioma al resto de los españoles, que por el mero hecho de que una empresa tenga su sede en Cataluña, ya toda su correspondencia sea en catalán (es famoso el caso de las cartas enviadas por empresas e instutuciones catalanas a territorios aragoneses con la excusa de que por ser fronterizos, y hablar lo que ellos llaman "chapurriau", tienen que entender catalán, o aquella carta que respondió un andaluz a una carta de una empresa catalana), que todos los carteles en Barcelona estén sólo en catalán, que si vives en cataluña sólo puedas estudiar en el colegio o en la universidad en catalán (uno de los motivos por los que me negué a ir allí a estudiar Bellas Artes) y hasta me pone enferma que ahora obliguen por ley a los comerciantes catalanes a dirigirse a los clientes en catalán, cuando según la constitución incluso en Cataluña los españoles tenemos, o deberíamos tener derecho, a expresarnos en nuestro idioma (que por cierto, yo llamo y llamaré toda mi vida Español, y no Castellano porque si yo hablase castellano, no incluiría en mi vocabulario muchas palabras procedentes de otras regiones, sí, incluída Cataluña, que enriquecen nuestra lengua y nuestra cultura). Pero vamos, están en su tierra y que hagan lo que quieran, con eso quizás lo que pierdan es dinero, porque yo me voy a resistir muy mucho a comprar en comercios donde me hablen en algo que no entiendo (Puedo entender que se dirijan a mí en catalán al entrar por la puerta, pero si yo les respondo en español, lo lógico es que me sigan hablando en mi idioma, que insisto y mal que les pese, también es el suyo).

Pero ya la rematadera, lo que me ha terminado de enervar esta mañana, ha sido los comentarios en la radio, en el programa No somos nadie, sobre que el próximo 23 de Abril, para San Jordi, iban a estar en Barcelona.

¿Perdone usted?

San Jordi será como se llama ese señor en catalán, pero en España, en español, y en una emisión nacional, pues perdonen, pero habría que llamarle San Jorge. Igual que los catalanes nos han obligado a llamar Lleida a Lérida, creo que no nos pueden obligar a traducir al catalán el nombre de un santo internacional. Un santo, que por mucho que nos lo quieran vender como tal, no sólo no es patrón exclusivo de Cataluña, sino que si es patrón de Cataluña es precisamente porque era el Santo Patrón de Aragón cuando Aragón se anexionó Cataluña. Vamos, que si los catalanes no hubieran sido aragoneses durante 500 años de su historia, San Jorge no habría tenido nada que ver con ellos.

Pero como ahora son los dueños de la mayoría los medios de comunicación, y pese a que allí el 23 de Abril ni siquiera es fiesta, pues resulta que al 23 de Abril, que además es el día del libro, todo el país le llama San Jordi. Aunque el nombre en español sea San Jorge, aunque sea patrón de otras muchas localidades, y aunque aquí sea fiesta y allí no.

Que quereis que os diga, me cabrea y mucho. Porque yo no me meto con ellos, pero ellos no son quien para intentar cambiar la historia de mi Comunidad, el nombre (jamás existió una Corona Catalano-Aragonesa, sino un Reino de Aragón, ni un rey de Cataluña. Siento que les duela, pero Cataluña siempre fue un condado, vasallo de otros reyes, y jamás se le dió la cualidad de reino), incluso la geografía, ni para obligarme a hablar su idioma incluso en mi propia casa.

Que me parece muy bien que conserven su idioma y lo mimen como cultura que es, pero en un mundo que tiende a la globalización y donde lo importante es entenderse, obligar a la gente a hablar un idioma minoritario, que solo lo conocen en su región y poco más, discriminando a la gente que habla un idioma que se habla en medio mundo como es el español, que además según la Constitución tienen el deber que hablar y conocer, solo demuestra el gran complejo de inferioridad que tiene esta gente. No os engañeis, no es otra cosa... Yo no necesito hablar fabla para sentirme orgullosa de ser aragonesa. Ni cambiar la historia de mi región para engrandecerla, ni obligar a los trabajadores a hablar un idioma que quizás no conozca ni yo para que puedan acceder a un puesto de empleo digno (y sí, esto no va solo por los catalanes, que hay otras regiones que hacen lo mismo). Ni guardo rencor a nadie por cosas que pasaron hace 500 años y que de afectar a alguien, afectaron a gente que lleva muerta varios siglos, no a mí ni a mi cultura. Me gusta ser como soy y pertenecer a donde pertenezco y no necesito obligar a nadie a pensar como yo. Que otras regiones lo necesiten dice muy poco en su favor.

Yo sinceramente, a esta gente le daría la independencia. Ya. ¿No se sienten españoles? Pues que no lo sean... pero con todas las consecuencias: fronteras, visados (eh, que la que está en la UE es España, y ellos no lo son), leyes de extranjería, moneda distinta, impuestos de importación-exportación... A ver que hacían. Pero claro, hay dos problemas: a) los políticos no lo quieren, quieren los derechos que se inventan pero no los deberes (y el dinero que les reporta el gobierno central) y b) eso putearía a la gente estupendísima que hay en estas regiones, y a quienes estas cosas les indignan tanto como a mí. Que los hay, y me consta.

Y San Jorge es San Jorge y es tan nuestro como de ellos, y al que me le llame por otro nombre me lo como. Ea.

martes, 7 de abril de 2009

HOTELES ENCANTADOS



Cuando era bastante más jovencita, el rey de los programas de miedo era el Dr. Jiménez del Oso. Presentaba un programa de televisión sobre misterios y enigmas llamado Mas Allá y si te quedabas a verlo (estos programas, muy convenientemente, siempre se emitían allá por la medianoche), a poco impresionable que fueras (y yo lo era), luego te pasabas la noche en vela y con la cabeza bajo las sábanas (aunque eso demostraron en la película de The Grudge que es poco efectivo... el fantasma puede aparecer perfectamente debajo de las sábanas, a tu lado...).

Después, el relevo lo tomó Iker Jiménez con su Cuarto Milenio, programa que debo admitir, no he visto nunca. En realidad ninguno de los dos, eran horas a las que prefería meterme en la cama, sin ideas que me dieran miedo en la cabeza, y en el caso de Mas Allá, sólo lo ví cuando trataban algún tema que me llamara la atención especialmente.

En cuanto a Iker Jiménez, curiosamente mi camino se ha cruzado con él en persona en dos ocasiones. La primera fue con ocasión de su primer libro. En aquella época yo tenía ciera amistad (que espero no haber perdido, aunque hayamos perdido el contacto) con Carlos Canales y Jesús Callejo, autores de la trilogía Seres Mágicos en España y con quienes contacté por carta cuando publicaron su primer libro. A diferencia de otros autores, Jesús y Carlos fueron accesibles y encantadores, contestaron a mis cartas, e incluso concertaron algunas citas con Josema y conmigo aprovechando algunos de mis viajes a Madrid. La última vez que les ví en persona fue con ocasión de la presentación de dicho libro, en el que ellos apadrinaban a un jovencísimo Iker, y presentación en la que también coincidí con Juan Eslava y Galán. A dicha presentación yo ya fui con un Leo bebé, y un Josema que trabajaba en Madrid, y las complicaciones de la vida por aquella época me imipidieron seguir quedando con ellos en otras visitas a la capital (llega un momento que conoces a tanta gente que quedar con todos ellos es imposible), y me perdí sus apasionantes conversaciones de sus aventuras como “cazafantasmas” semiprofesionales y de recopiladores de mitos y leyendas.

Creo que Jesús sigue en la brecha, en programas de radio en Onda Cero y demás actividades, y en cierto modo le tengo algo de envidia. También me siento algo idiota por haber perdido el contacto con él, ya que más allá de su posible fama como investigador de estos temas, era (es) una persona estupenda, y me gustaría, como digo, seguir pensando que es mi amigo, de alguna forma. En cualquier caso, gracias a la pequeña investigación que hago siempre antes de publicar una entrada en este blog, he localizado su página web, y quizás vuelva a intentar contactar con él. Nunca es tarde para recuperar las amistades, no perdidas, pero quizás sí un poco abandonadas...

Volviendo a Iker, la segunda vez que me crucé con él fue en las fiestas de Los Amantes de Teruel del año pasado, 2008, donde en el centro de un revuelo en una callejuela cercana a la plaza del Torico, estaba él firmando autógrafos vestido de Cruzado hollywoodiense.

En realidad, dos encuentros poco importantes, más anecdóticos que otra cosa, pero que me han servido de introducción al tema.

Que viene todo porque el domingo, cotilleando en un foro en el que tengo la costumbre de leer, pero no de escribir, más que nada porque me quemaría mucho en algunos comentarios que me parecen muy tristes y muy de personas que no tienen otra cosa que criticar a la gente que se divierte, como si pasarlo bien con nuestros hobbies estuviera mal (ojo, otras personas dicen cosas con mucho sentido común, y por eso de vez en cuando me leo ese foro), había una entrada con respecto a los programas de Iker Jiménez.

Yo había leído por ahí que sus reportajes eran poco de fiar, que buscaba el sensacionalismo y que poco menos que no tenía muchos escrúpulos en inventarse un fenómeno paranormal si este no aparecía en el sitio esperado. Una amiga que me consta que me lee y a la que no nombraré por si ella no lo desea nos comentó una vez que Iker se había aprovechado de una catástrofe sucedida en el pueblo de su familia para inventarse apariciones fantasmales en el mismo, aunque nadie de ese pueblo había reportado nunca nada... Curiosamente, otra amiga, que no tiene nada que ver con esta, nos contó una vez (en uno de esos momentos que dedican los amigos a hablar de cosas paranormales) que un familiar suyo se había encontrado con una aparición fantasmal en dicho pueblo, sin saber que lo era, y sin saber nada de la catástrofe acontecida. En situaciones así, en las que ambas personas me merecen la misma credibilidad, no sé realmente a qué atenerme. En cualquier caso, me reafirmo en lo que digo siempre... yo en fantasmas, no creo, pero les concedo el beneficio de la duda...

Pues bien, a raíz de aquellos comentarios que leí sobre el programa de Iker, y rebuscando en las “pifias” que sobre el mismo comentaban en dicho foro, me encontré con un programa en el que habían hablado del incendio del Hotel Corona de Aragón, aquí en Zaragoza. Me acordé inmediatamente de mi amiga, la que he comentado antes, y pensé para mí “¿Ahora van a sacar fantasmas en el Corona?”, cuando, como Zaragozana que soy, desde los muchos años que hace que sucedió el incendio, no he oído nunca ningún rumor de que dicho hotel esté encantado. De hecho, ha sido durante muchos años el mejor hotel de la ciudad, y recuerdo que en mis tiempos de “fangirl”, me iba con las amigas del club de fans de Spandau Ballet a las puertas del mismo a pedir autógrafos a las celebridades que en él se alojaban (allí conseguimos hablar con el mismísimo Sting, pero quizás ese sea tema para otra entrada...), y como digo, ni rumores, ni comentarios, ni, por supuesto, fenómenos extraños.

Que no quiere decir nada, porque soy el tipo de persona que se entera la última de las cosas, pero vamos, me sorprendió. Así que aunque no vi el programa en directo, me fui de cabeza a Youtube a cotillear.

El reportaje fue decepcionante, en el sentido en que se centraba más en el enigma sobre si fue un accidente o un atentado, que en ninguna supuesta actividad paranormal, pero como internet es tan amplia, y, como digo siempre, si no lo encuentras en internet, es que no existe, a cambio sí que encontré varios blogs (curiosamente repetitivos) que hablaban de una habitación encantada, la 510.

Además, en el mismo programa de Cuarto Milenio en el que hablaban del Corona de Aragón, había un reportaje sobre otro hotel, el Parador Nacional de Cardona. Por algún motivo cambié mentalmente los nombres y pensé en Carmona, el Parador de Sevilla donde Spandau Ballet rodó su video Gold, pero pronto salí de mi error.

En cualquier caso, ya metidos en harina, decidí verme el reportaje y pasar una noche de miedo, mientras Leo y Josema veían anime en la tele, Dos habitaciones de hotel encantadas. Me acordé (mucho) de la película de John CusackHabitación 1408”, película por cierto bastante recomendable porque consigue generar una auténtica atmósfera, más que de terror, de auténtica inquietud y claustrofobia, y me pregunté si no habrá alguien como el protagonista de dicha película, que se dedique a recorrer hoteles encantados para confirmar, o desmentir, dichos encantamientos.

Ahí queda la idea. Yo no creo que fuese voluntariamente a una habitación de hotel encantada, por mucho que me gusten estos temas, y por muy segura que esté de que al final no me va a pasar nada. Me dan demasiado miedo (y respeto) como para eso. Pero despiertan mi curiosidad, y me gusta leer sobre ello.

Que me lo crea o no, es otra cosa... pero siempre dan que pensar....

jueves, 2 de abril de 2009

SI VAS A CALATAYUD...

Hoy han salido los traslados provisionales. Parece ser que la amenaza de quedarme en el limbo laboral (esto es, sin plaza asignada en la que poder trabajar, y por tanto sin derecho a poder ser contratada para sustituciones, etc, porque a efectos legales sí tengo una plaza en propiedad, aunque esta no esté en ningún sitio concreto) no se ha cumplido, no ha venido nadie de fuera, y he podido contentarme con las sobras... Porque en el fondo es lo que me ha pasado y no tengo nada en contra de Calatayud, que conste... pero está claro que todo el mundo quería venirse para Zaragoza capital, y he tenido suerte de que al menos la plaza que ha quedado vacante tras resolverse todos los traslados (al menos según el primer recuento) sea la de Calatayud.

Mi “buena” estrella no termina ahí. Me han comentado que hay un servicio de autobuses Zaragoza-Calatayud que sale del mismísimo Hospital Clínico Universitario, y te deja en la misma puerta del Hospital (que el Hospital de Calatayud tampoco está en pleno centro de la ciudad, ojo...), así que aunque me va a tocar madrugar lo mío, al menos no tendré que conducir y podré echar una cabezadita en el mismo autobús. Y a la vuelta tiraremos de Portátil y me entretendré escribiendo cositas por el camino... No pinta mal del todo, no...

Dada la situación actual en mi trabajo, de la que quise hablar hace unas entradas y aún no he tenido ocasión, casi me alegro. El Hospital Royo Villanova, todo lo estupendo que es y el ambiente tan bueno que tengo con mis compañeros de trabajo, es un polvorín a punto de explotar. Es el “hermano pobre” del Hospital Miguel Servet, ninguneado por los altos cargos y olvidado por todos. Al final estallará por algún sitio, y, ¿sabeis que? Me alegro de no ir a estar ahí cuando estalle.

Dicen que las ratas son las primeras en abandonar el barco que se hunde, pero es que las ratas son animales inteligentes, la verdad.

 
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