En cualquier caso, es cierto que a mi siempre me han gustado
los finales felices, y que un final amargo (sobre todo si no aporta nada) me puede estropear una buena historia.
Por eso le he cogido manía a películas como “Un puente hacia Terabithia”. Pero también reconozco que un buen final es un
buen final, y a veces para conseguir eso, no puede ser tan feliz.
La cosa es que conseguir un buen final no siempre es fácil,
y eso lo veo mucho últimamente en los videojuegos. Bueno, y en las historias, y
hasta en las entradas de este blog, que nunca sé como acabarlas, pero esta
entrada es sobre videojuegos.

Curiosamente, uno de los finales de videojuego que más
polémica han llevado, el de la saga de Mass Effect, no me ha afectado tanto
como otros. Quizás es que desde el momento en que oí que el tercer juego iba a
ser el último yo ya me había hecho a la idea de que el protagonista tenía que
morir (tampoco es que fuera un drama. Ya muere al principio del segundo juego,
y lo “resucitan”, en una maniobra un tanto extraña e innecesaria para el
argumento), o quizás es que mi familia y yo somos más listos que la media, ya
que las principales quejas eran que las decisiones no contaban (qué poco debe
haber jugado esa gente a la desafortunada segunda parte de la saga Dragon Age,
porque ahí sí que se pasan todas tus decisiones por donde yo te diga), y que el
final era difícil de entender, cosa que nosotros entendimos desde el principio.
De hecho, Leo no tuvo el menor interés en jugar la versión “ampliada” del final
que Bioware desarrolló a raíz de la gran cantidad de quejas porque para él (y
para nosotros, todo sea dicho) no aportaba nada que no hubiésemos entendido la
primera vez que lo jugamos. Aunque personalmente, y por lo que veo en los foros
que frecuento (principalmente Deviantart y ese agujero de fanáticos que es Tumblr),
creo que la principal queja venía de las fangirls (si, desgraciadamente en su
mayoría mujeres, aunque quizás sea porque mujeres son las principales personas
que sigo en esos foros) que se quejaban de que si su Shepard moría, no podría
ser feliz forever and ever con su amorcito.
A ver. Estás leyendo a la persona que se “construyó”, a
base de walkthroughs, el que para ella era el mejor final posible para su
personaje en su juego favorito, Dragon Age Origins. La que se hizo su propio PJ
después de que Josema sacrificara a la que habíamos jugado entre los tres,
porque esa escena le partió el corazón y quería un final más feliz para la
suya. Pero ese es MI final, el que yo elegí, y jamás me atrevería a decirle a
nadie que el mío es mejor que el suyo.
Pero con Mass Effect no pasaba eso. De las tres opciones
finales en el juego, solo en una el protagonista tenía una posibilidad de que,
en una escena final, apareciera una imagen de su pecho respirando.
Las fangirls se aferraron a eso: Su Shepard sobreviviría.
Sobreviviría aunque eso significase elegir la opción que condenaba a dos razas
a la destrucción total y a todas las demás a un retraso tecnológico del que les
costaría siglos salir, si no milenios.
Y claro, como se sentían culpables, empezó a correr por ahí
una “teoría de la adoctrinación” según la cual si elegías cualquier otro de
los finales, que suponían la muerte física del cuerpo del protagonista, era
porque los malos de la historia te habían lavado el cerebro.
Y eso es lo que me parece indignante. Que quieran imponer su
versión de la historia.
A mi me encantan los finales felices. Me encantaría que el
protagonista de esta historia se quedase por siempre jamás con su amorcito.
Pero a veces, el protagonista tiene que sacrificarse por el bien de los demás.
Y eso es correcto. Tan correcto como ser egoísta por una vez. Quizás más.
Y nunca entendí porqué tanta angustia, porqué tanta
polémica, por qué tanto odio y tanta presión. Bioware había hecho cosas mucho
peores que el final de Mass Effect 3 *coughDragonAge2cough*. Ningún final era perfecto, por supuesto. Pero esa era la gracia. No podía haber un final mejor que otro, porque entonces, todos cogerían el mismo. Todos tenían que tener pros y contras.

Pero me voy del tema. Toda esta larga charla sobre finales,
en realidad, era para hablar de otro juego.

Voy a alargarme más, porque quiero hablar de esta saga. Los
roleros de pro quizás conozcan el juego original. Yo desde luego lo conozco a
través de mi marido, a quien dudo que alguien supere en la cantidad de juegos
de rol de todos los paises, culturas y hasta idiomas que colecciona. Se trata
de un entorno de fantasía que en Alemania ha superado en ventas al clásico
D&D desde siempre y que sigue sacando suplementos a un ritmo imparable. Me
ha sacado de muchos apuros a la hora de regalarle cosas a mi marido en
cumpleaños y aniversarios y eso que él no sabe alemán (y en inglés solo existe
el libro básico y poco más). Así que imaginaros si es un mundo rico e interesante.
A pesar de los libros, cuando yo empecé a encariñarme de ese
mundo fue cuando Josema se hizo con un juego de rol de ordenador llamado
Drakensang y del que creo que ya he hablado alguna vez. Era la primera vez que
yo veía un juego así de verdad (yo solo solía seguir los de aventura tipo Tomb
Raider) y poder crear tu propio personaje (aunque fuera con limitaciones) y
vivir la historia tú mismo era toda una experiencia. Con ese juego cogí la
costumbre de compartir con él las decisiones de su personaje (una elfa
pelirroja), y para mi cada vez que dedicaba un rato por las tardes del fin de
semana a jugar en casa de mis padres, que era donde teníamos un PC para jugarlo
(no había versión de Mac) era un acontecimiento. De hecho, cuando Dragon Age lo
desbancó, al principio para mí fue un drama.

-
Rhulanna: “Por Rondra!” (La diosa de las
amazonas)
-
Forgrimm: “Por Ardo!” (el amigo muerto cuyo
asesinato estamos investigando)
-
Gladys (con su voz cantarina y adorable): “Por
supuesto!”
Así que cuando me recomendaron este nuevo juego, aunque el
estilo de juego no era de rol y el diseño era completamente distinto, supe que
tenía que jugarlo (o, en mi caso, ver a alguien jugarlo, que, como de costumbre,
fue Leo).
Se trataba de un juego de “Point and click” (o sea, de
señalar con el ratón y seleccionar), al estilo de maravillas como el clásico
“Monkey Island”. Un tipo de aventura que me encanta, porque no suele haber
combates y nunca tienes que actuar contra reloj, por lo que no me estresan
nada. Si a eso le añadimos una banda sonora bellísima, y que el diseño y los dibujos, completamente hechos a
mano, eran de una belleza y una inocencia de cuento de hadas impresionante, la
verdad es que me enamoró desde el principio. Es cierto que tiene algunas
animaciones cutres (como la escena del beso), y que es un estilo de juego que
puede que no guste a muchos… pero al poco rato la historia ya me tenía
enganchada y los personajes ya me habían enamorado a pesar de (o quizás
precisamente por) sus muchos defectos.
Por lo que el final me dejó devastada.
A pesar de que me lo veía venir desde el principio, y de que
en realidad, era la única forma de que la historia acabase “bien”, el final me
destrozó. Me tuvo toda el fin de semana ansiosa e incluso me hizo soltar alguna
lágrima cuando pensaba que nadie me veía, recordándolo.
Y es que me había encariñado tanto de la pareja protagonista
y de su historia de amor que lo que les ocurre al final, me rompió el corazón
en pedazos.
(Aun así, masoquista que es una, el regalo de Navidad de ese
año que le pedi a Josema fue la edición coleccionista del juego. Para tener una
copia física y todos los dibujos y los extras posibles del juego, aunque estuviera en alemán. Decisión
reforzada cuando descubrí que una de las artistas de Deviantart con las que
mejor me llevaba esos días había participado, aunque solo fuera un poco, en el
desarrollo del mismo).
Así que cuando hace escasamente una semana me dijeron que
había salido una segunda parte, "Memoria" en la que parte de la trama consistía
precisamente en la aventura que los protagonistas vivían para arreglar ese
amargo final… bueno, había que verla.
Malditos desarrolladores de Daedalic, en su amor por los
finales agridulces, de nuevo el final no era perfecto. Encima en este caso, a
pesar de ser un juego muy lineal, teníamos dos opciones: conseguir su meta, o renunciar a ella y no reparar nada… opción que a lo largo del juego (e intentando no
hacer spoilers) tenía cierto sentido. Porque conseguir su meta no dejaba las
cosas como estaban antes de que ocurriera su desgracia.
Tenían que empezar de nuevo.
Y bueno, eso restauró un poquito mi corazón. Con superglue,
y viéndose las grietas, pero al menos… he podido elegir.
Y ahora entiendo… un poquito, solo un poquito, a las
fangirls de Mass Effect y su forma de llevar el drama. Sigo sin entender esa
presión para cambiar el final…
Pero entiendo la angustia y el dolor que algunas sentían.
Porque sí,estos malditos videojuegos…estas malditas historias…
…te parten el alma.
5 comentarios:
que susto
pense que cerrabas el blog
besitos
Hombre, si no lo cerré en los 3 años que lo dejé abandonado... Déjame que coja carrerilla, hombre XD
jeje
Mira qué cosas...
Tenía Memoria en mi lista de deseados desde hace tiempo, porque lo ví por allí y me gustó bastante.
No sabía que tenía primera parte y...
Resulta que compré la primera parte el otro día, en el Humble Bundle de Daedalic (que compré porque venía el Deponia).
Vivir para ver... y quizás Soniar. ;P
Yo pillé ese Humble Bundle ayer también. Le tenía ganas al Deponia desde hace tiempo y también incluye el Whispered World que dicen que es uno de los mejores juegos de Daedalic, así que aunque ya tenía el Satinav no me ha importado repetir.
Las críticas también dicen que Memoria es mucho mejor que la primera parte, pero yo te recomiendo que ya que la tienes en tus manos te juegues primero Las Cadenas de Satinav. Así en Memoria te sentirás mucho más unida a los personajes (espero). Y también espero no haberte hecho mucho spoiler ;).
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