Quizás por culpa del post sobre frases de cine que se está desarrollando en BJDoll.net, hoy he engranado tres sueños seguidos con elementos de películas de lo más dispar.
La cosa empezaba con Hellboy, seguramente debido a que ayer vimos un pequeño reportaje sobre el rodaje de la segunda parte en la TCM. Estaba viendo dicha película y había una escena en la que Hellboy y Abe Sapiens tenían que luchar con seres subacuáticos, así que a Hellboy le salían un montón de tentáculos y con ellos se enganchaba a sí mismo y a Abe a un submarino que se zambullía.
El problema era que la esencia demoníaca de Hellboy atraía a más seres indeseables y al final el campo de batalla era tremendo. Destruían columnas griegas y seres abisales, y al final acababan en tierra firme pegándose con un ejército de goblins. El final de esta escena era Hellboy recostándose contra lo que parecía una muralla en ruinas, de pronto esta se movía y se veía que era la cabeza de un ser caballuno que se revolvía un poco ante el peso de Hellboy, a lo que este a su estilo más tradicional le respondía con un puñetazo en la cabeza que lo volvía a dejar quieto y sin sentido, y ¡hala!, a descansar.
Aquí pasábamos sin solución de continuidad al mismísimo Mae (o Kane de las Aldeas inforroleras) que comandaba un ejército de orcos, goblins y demás. Tenía varios subgenerales, entre ellos a un Legolas que no era exactamente Orlando Bloom, pero que en lo demás, era un elfo de El Señor de los Anillos. Mae se la tenía jurada y al pobre no hacía más que tomarle el pelo: le obligaba a darle sus armas para que atacase desarmado, le forzaba a que su caballo fuera en “posición de rastreo” (o sea, con las patas delanteras dobladas como si fuera de rodillas, y las delanteras levantadas, tal y como me enseñaba Mae en un dibujo, con lo que el pobre elfo no sólo iba incómodo y sin capacidad de maniobra sino que encima era un blanco fácil)... en fin, no es que el muy pardillo (que obedecía a todo sin rechistar) me cayese especialmente bien, pero al final me daba pena y yo, torpemente, intentaba quitarle hierro al asunto y le decía a Mae “Me parece que necesitas más elfos, ¿por qué no contratas a uno que se llame Legolindo, y dejas al pobre Legolas en paz?”.
Por último había un salto en el argumento, y como si hubiera una pausa en el rodaje, me encontraba en el camerino con la Jaime Lee Curtis de Mentiras Arriesgadas, que además iba con la ropa interior de la escena en la que le hace un strip-tease a su marido. Yo como siempre miraba ese cuerpo con envidia, ¡quien tuviera ese tipazo! Y la tía no le daba mayor importancia, y bromeaba y se reía conmigo como si fuéramos amigas de toda la vida...
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