viernes, 11 de diciembre de 2009

TRISTE NAVIDAD


Este año he tardado mucho en poner los adornos navideños. Con el tema de las estanterías nuevas, y luego la aldea inforrolera, hasta ayer día 10 no he podido ponerme a ella. Y qué mal lo he llevado. Ansiosa, nerviosa, triste, deprimida... Para colmo de males, al coger una cinta de espumillón se me cayó una cajita que contenía 6 angeles de cristal que compré por un precio irrisorio hace unos años en Galerías Primero y que no he vuelto a ver nunca a la venta en ningún sitio. Un ángel de cada color, pequeñitos, como de 4 cms. de altura, que brillaban entre las luces del árbol de Navidad como las criaturas celestiales a las que representan. Tal como cayó la caja, los 6 ángeles quedaron desintegrados. Más allá de cualquier reparación posible. Casi me echo a llorar.

Encima, la crisis ha afectado a la ciudad. Apenas han puesto luces, ni siquiera por el centro. Todos esos arbolitos llenos de pequeñas bombillitas que hacía que parecieran poblados por las hadas este año no están ahí para subirme el ánimo cuando salgo de casa, a las 7,30 de la mañana, con frío intenso y noche cerrada. Solo tengo mi pequeño pueblito de Navidad, ese que me regaló Josema, y mi árbol personal con sus lucecitas blancas, que apago antes de irme porque me da miedo que se queden encendidos en mi ausencia. Luego la ciudad está triste, vacía.

Siempre he dicho que las luces de Navidad tienen una razón de ser. Que probablemente ya en la Edad de Piedra los hombres de Cromagnon se arremolinaban asustados por la terrible oscuridad, y encendían hogueras para combatirla. Es más que probable que con el tiempo descubrieran que los pequeños adornos metálicos multiplicaban las luces y eso diera origen a las bolas de cristal, las campanillas doradas, el espumillón y tantas otras cosas con las que la gente barroca como yo inundamos nuestra casa. ¡Si hasta los judíos celebran Hannukah encendiendo velas!

Me comentó mi madre que en un colegio público, ante la controversia de celebrar la Navidad con los muchos alumnos que ya tenían de otras religiones, le cambiaron el nombre por el de Fiesta de las Luces (nombre que comparte con la propia Hannukah, con la Fiesta de las Luces de Lyon o con el Diwali Hindú). Me parece tan adecuado, tan ingenioso, tan necesario...

Creo que la Navidad no me diría nada si no estuviera acompañada de toda esta decoración. De hecho, no me gustaría. Quiero mis luces. Me siento depre sin ellas...

2 comentarios:

Han Solo dijo...

llena ed luz t ucorazon, llena tu casa de luces y asi veras la Navidad

Último Íbero dijo...

En Madrid también están en plan rácano con la decoración navideña y da más pena que alegría ver las cuatro luces mal peustas que han plantado. ¿Tanto se ahorra de esta manera?¿No se ahorra más quitando cargos innecesarios y evitando obras que no son imprescindibles?

Esta es, de lejos, la Navidad más sosa que he visto en mi vida.

Y yo como loco buscando unas luces para el árbol de casa y no hay manera. Todo lo que encuentro son "para exteriores" con un mínimo de 10 metros de cable.

¡Leñe, que mi árbol mide 1,40 metros de alto! Si le meto tanto cable aquello va a parecer un muñeco michelín.

¡Ánimo, Sonia! Ya verás lo bonitos que son los atascazos que se van a montar estas fiestas. Eso sí que van a ser lucecitas...

 
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