sábado, 24 de octubre de 2009

BLANCANIEVES Y LOS TRES ENANITOS

Es curioso que en esta semana me han marcado dos historias sobre enanos. No tengo nada en contra de estos personajes, y hablo de los enanos como seres humanos con una determinada característica física, no de los seres de fantasía del mismo nombre, pero como toda minoría (creo que en mi vida personal me habré cruzado sólo con uno o dos), no puedo evitar que me resulten ajenos y con cierto grado de exotismo, y, sobre todo, muy desconocidos como personas, aunque lo lógico sea pensar que excepto por su tamaño, no se diferencien en nada de los demás.

A nivel ficticio, sin embargo, esta semana me he encariñado con dos, que sumados a Tyrion Lannister, de quien ya hablé en esta entrada, hacen tres enanitos (dicho sea siempre con el mayor de los respetos) a incluir en mi universio de seres ficticios favoritos. Si añadimos que esta noche nos hemos vuelto a ver ese clasicazo del cine de los 80 que es Dentro del Laberinto (ese David Bowie!!!), a punto he estado de subir el contador a cuatro, pero la verdad es que ni Hoggle es un enano humano (se trata de un ser de fantasía, después de todo) ni es, en realidad, mi personaje favorito de la película (Sir Dydimus y Ludo siempre pasarán por delante). Así que me centraré en las dos nuevas adquisiciones:

El primero es Tibor, de la novela La máquina de Ajedrez, de Robert Löhr. Si sois aficionados a la novela histórica os recomiendo esta obra encarecidamente. No es que sea una obra maestra, pero pocas veces me he visto tan enganchada con una novela. La estuve leyendo este verano en casa de mis padres (como paso allí bastantes horas, siempre tengo una de las muchas novelas de mi madre en el cuarto de lectura, o sea, el baño), y la recomiendo encarecidamente. No voy a decir que si solo lees una novela al año, sea esta. Pero si te gusta leer, y te gusta la lectura amena, y que incita a que luego te informes sobre un tema, inclúyela en tu lista.

Tibor es un joven enano del siglo XVIII, de vida difícil, ferviente catolicismo y un gran talento para el ajedrez. A pesar de haber sido maltratado por su deformidad, tiene un corazón de oro, y a pesar, o quizás gracias a su fanatismo religioso, te encariñas de su forma de ser, de su ingenuidad, de su buena voluntad. Es un personaje carismático y que te absorbe, y un buen contrapunto a Tyrion, aunque es posible que si las tornas se hubieran cambiado, Tyrion hubiera sido el del gran corazón y Tibor el pequeño cabroncete, ya que somos en gran parte lo que la vida hace de nosotros.

Tibor es un personaje completamente ficticio, a diferencia de otros que aparecen en la novela, como el creador de la máquina u otros muchos personajes históricos. La historia que describe también es ficticia, pero la sitúa en una parte de los hechos de los que apenas hay registros históricos, por lo que no cojea por ningún sitio. Y como digo, incita a informarte más sobre el tema, a leer e incluso a desear ver la reproducción de la desaparecida Máquina de Ajedrez original (más conocida como El Turco) en algún museo. De hecho, me gustaría volver a Suiza y ver algún museo de autómatas, ya que el tema, hermanado además con mis adoradas cajitas de música, ha despertado mi curiosidad.

Y la misma semana que termino la novela, con un pequeño suspiro y lamentando que se haya acabado (cosa que me ocurre con pocos libros), vamos al cine a ver “El Imaginario del Dr. Parnassus” y conocemos a Percy.

Percy es otro tipo de enano completamente distinto a los dos anteriores. No sabemos nada (o casi nada) de su pasado, así que no sabemos porqué es así. Comparte con Tibor y Tyrion un agudo ingenio, pero en este caso solo lo utiliza para ser la conciencia del Dr Parnassus, la única voz sabia e inteligente que con la puya apropiada en el momento apropiado le hace actuar como debe.

Es un personaje mucho más secundario que los otros dos, y quizás no habría merecido una linea en mi blog si Tibor no se hubiera cruzado en mi camino literario justo esa misma semana, pero me llamó la atención la coincidencia. Además de que, en una película como esta, personajes que te devuelvan a la realidad son un soplo de aire fresco. ¿Por qué? Bueno, desgraciadamente la versión final de “El imaginario del Dr. Parnassus” ha sido hecha para loor, gloria y homenaje del difunto Heath Ledger. Da la sensación de que desperdicia una idea quizás fascinante en regocijarse en lo supuestamente buen actor que era este hombre (cuyo talento, a mí personalmente, me deja indiferente, de hecho me parecieron mil veces mejores las interpretaciones de Colin Farrell, Jude Law y, por supuesto, Johnny Depp, que en los pocos minutos que sale de película se come la pantalla y todos los recuerdos hasta de tu vida anterior), hasta el punto que, quizás por que adaptaron el guión tras su prematura muerte, quizás porque ya estaba pensado así, la historia acaba siendo inconexa y con la sensación de que desaprovechan a otros personajes millones de veces más interesantes y apasionantes, como el joven y maravillosamente interpretado (y mucho mejor doblado) Antón, o el ya nombrado Percy.

En resumen, un libro que recomiendo, una peli que me dejó fría, y dos enanos para la posteridad.

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