miércoles, 23 de septiembre de 2009

COMO PERROS Y GATOS


Toda mi vida he sido más de perros que de gatos. Me creía a pies juntillas la leyenda de que los gatos son “mala gente” y “no son de fiar”, que son independientes, que antes cambian de amos que de casa y que solo puedes hacerles carantoñas cuando ellos quieren. Mientras que los perros eran fieles, cariñosos, y que darían la vida por sus amos si se terciaba. Así que los gatos, aunque hermosos en la distancia, y adorables cuando se dejaban tocar (normalmente los gatitos pequeños que veía en casa de mi tía Araceli; cuando de adulta empecé a frecuentar otra gente con gatos adultos, veía que pasaban olímpicamente de las visitas y que no aceptaban carantoñas más que de sus dueños) nunca entraron en mi lista de las mascotas que algún dia iba a tener.

Como he comentado muchas veces, la cosa cambio cuando Jonsey se autorregaló como regalo de cumpleaños cuando Leo cumplió 4 años.

Durante ese tiempo he llegado a algunas conclusiones, y sé que algunas son disparatadas, pero me da igual.

La primera es que los gatos son marcianos.

Llegué a esa conclusión aquella vez que Jonsey se “emporró” comiendo alguna planta alucinógena indeterminada. Se pegaba el rato tumbado con ese tercer párpado que tienen (sí, como las serpientes) y las pupilas contraidas en un hilillo, también como las serpientes, con una cara de alienígena que daba miedo. Cuando lo llevé al veterinario para consultarle y que le pusiera tratamiento, resultó que la mayoría de los medicamentos humanos que les damos a los perros (como la aspirina) son venenosos para los gatos porque no pueden metabolizarlos. Vamos. Que su metabolismo no tiene nada que ver con el de otros mamíferos de pro, y no es que los perros y los humanos estemos emparentados, la verdad.

La segunda, que engrana con la primera, es que nos vigilan. Particularmente a los coleccionistas de muñecas.

Atad cabos. Jonsey apareció por nuestra vida cuando empecé a coleccionar muñecas Nancy, y TODAS las coleccionistas de Nancy con las que me relacionaban tenían gato. En el foro de BJDs en el que estoy, no creo que me pase mucho si digo que el 90% de los participantes también tienen gato. Tiene que haber alguna relación. Entre otros grupos la presencia de estos animales no tiene ni de lejos tanta intensidad.


La tercera es que la mitad de las leyendas sobre los perros y los gatos son mentiras... o verdades a medias.

Los gatos no son más inteligentes que los perros. Ni de coña. Que requieran menos cuidados, puede, y eso de que hagan pipí en su bandeja de arena y no haya que sacarlos a la calle (cosa que me consta que se puede enseñar también a los perros pequeños), o de que no haya que bañarlos porque se lavan solos, es de lo más práctico, pero poco más. O eso, o a nosotros nos ha tocado el único gato tonto. Porque Jonsey es estúpido. No aprende. Si algo le reporta un daño, el que sea, le da igual. Lo vuelve a hacer las veces que haga falta. Un buen ejemplo son esos estúpidos gatos paracaidistas que se tiran de un séptimo piso. No les da para más.

Otra es que son independientes. Y una m. Jonsey no aguanta quedarse solo, y está siempre en la misma habitación que nosotros. Y cuando quiere mimos, está más tiempo encima de nosotros que cualquier perro. Ninguno de nuestros perros (ni siquiera la excepcional Kira) se tumbaba encima nuestro mientras veias la tele o ibas al baño. Jonsey sí. Y creo que aún no nos ha perdonado que le dejásemos solo en casa cuando nos fuimos a Japón de vacaciones, pese a que dicen que un gato prefiere quedarse solo en casa a pasar unos días en casa de algún desconocido. Desde luego, el nuestro prefiere estar con alguien. Es un p... cobarde.

Si es cierto que no son de fiar. No traicioneros, porque para ser traicionero hay que ser inteligente, y os aseguro que se les ve venir de lejos. Pero eso de que esté ronroneando y demandando caricias y a los cinco minutos y sin mediar ningún tipo de estímulo para ese cambio de actitud te salte al brazo e intente desgarrarlo con furia devoradora no acaba de parecerme muy normal. No sé si es signo de estupidez supina o un intento alienígena fallido de dominar el mundo. Mientras que un perro dará la vida por su amo. De eso estoy segura, he tenido varios.

Y el caso es que quiero a ese estúpido psicoputa de gato que tengo. Me encanta achucharle como al peluche que es y mirarle a sus preciosos ojos azules. Pero sigo pensando que dónde esté un perro, que se quiten todos esos pedantes orgullosos alienígenas felinos altaneros.

Como decían en Babe, el cerdito valiente: Guárdate del felino sibilino...

2 comentarios:

Han Solo dijo...

gran pelicula "Como perros y gatos" grandisoso Miguelin
Los gatos son como de otra dimencion en eso me he fijado y es verdad a mi modo de ver

besos

Nicasia dijo...

Yo es que adoro a mis felinas, si que son diametralmente opuestos a los perros. Pero es que tu Jonsey es un poco marciano por lo sueles contar. Igual se ha comido un alíen. Haz que se lo miren

 
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