miércoles, 26 de agosto de 2009

FENÓMENOS MÁGICOS

A menudo me debato entre la racionalización más lógica y la fantasía más desbordante. Una parte de mí analiza todo y duda hasta de la persistencia del alma tras la muerte porque científicamente me resulta inconcebible, y otra parte de mí cree en las hadas (dicen que si dejas de creer en ellas, muere una, y no pienso tener ese cargo en mi conciencia) y tiene auténtico pavor a los fantasmas. Qué quereis que le haga, soy incongruente y bipolar, como tanta gente.

No sé si mi vida ha sido más o menos interesante que la de otras personas, pero he vivido algunos momentos que me hacen replantearme la parte racional, la parte científica y lógica a lo Mr. Spock que es él único rasgo que reconozco en mi de lo que dicen debería ser mi signo del Zodíaco, Virgo. No es que muchos de ellos no tengan explicación científica, que la tienen, pero esos momentos te hacen creer en la magia, de alguna forma.

Hace muchos años, no recuerdo exactamente la fecha, pero debió de ser a principios de los 80, me fui de campamentos con mi grupo de Guías y con mi entonces inseparable y siempre muy querida prima Marga. Aguantamos hasta la visita de los padres – cuando normalmente los campamentos eran momentos de alegría, diversión y cierta independencia de la familia, ese año no sé en que fallaron que, pese a tenernos la una a la otra, mi prima y yo decidimos que no queríamos seguir allí. Así que cuando vinieron mis padres y mis tíos con la caravana y una tienda de campaña de repuesto para pasar el fin de semana con nosotras, directamente hicimos el equipaje, abandonamos el campamento y nos fuimos a pasar la noche con ellos.

Era verano, Junio o Julio, si mal no recuerdo, y creo que llovió, incluso nevó un poco esa noche (las noches en el Pirineo siempre son frías). Al estar con nuestros padres, nos permitimos el lujo de trasnochar y ver las estrellas. Y aquella noche, de luna llena, un arco iris de color blanco cruzó el cielo y nos dejó sin habla.

Podría creer que lo he soñado, pero todos mis familiares allí presentes recuerdan aquel arco iris (técnicamente, no es iris, pero en fin) igual que yo. Y en realidad, tampoco es un fenómeno mágico, aunque nos lo pareciera, sino que parece ser que a veces, en determinadas condiciones atmosféricas, se puede dar. Nos dio igual. Para nosotros, aquello fue una especie de magia.

Recuerdo otro momento similar, en la Bretaña Francesa, en la pequeña localidad de Huelgoat. Bretaña está llena de mitos y leyendas, que por cierto los ingleses han conseguido hacer suyas (parece ser que el mito del Rey Arturo nació allí, y no en la Inglaterra romana como nos quieren hacer creer), y pasamos un verano descubriendo esa parte de la mitología y recorriendo lugares en los que podías respirar la magia de Merlín.

Se supone que en Huelgoat, zona cubierta de enormes rocas de aspecto extraño y rodeada de verdes colinas y lagos, se esconde la tumba del Rey Arturo; o mejor dicho, la gruta dónde reposa hasta que vuelva a ser necesitado y despierte a la vida de nuevo. Llegamos al atardecer, así que poco pudimos explorar, pero tras recorrer rocas y parajes en sombras durante un rato, decidimos parar a cenar una deliciosa crepe en un pequeño café a la orilla del lago. El sol se estaba poniendo, y a la luz rojiza se levantó una suave niebla del lago. La sensación era tan irreal que no nos hubiera sorprendido ver salir a la Dama del Lago de sus aguas.

Cuando recuerdo aquel momento, no puedo evitar volver a recordar esa cita de “La Historiadora” que transcribí en esta entrada. Me muero por volver a la Bretaña, pero seguro, segurísimo, que no volveré a ese mismo Huelgoat mágico.

Este año, mientras recorríamos Centro Europa, me ha venido a la cabeza un recuerdo extraño, confuso, que no sé si es cierto o si lo soñé. Una parte de mí quiere recordar que en Galicia ví el Rayo Verde. El Rayo Verde lo conocí a través de la adaptación al comic de la novela homónima de Julio Verne, y me pareció algo tan mágico y tan hermoso, pese a que según Verne era un fenómeno atmosférico con explicación científica, que lo he llevado siempre clavado de algún modo en mi corazón. Por eso me sorprende no recordar con claridad si lo vi o no. Me parece recordarme obsevando la puesta de sol en alguna de nuestras rutas, cerca de Vigo, y de pronto haber visto el destello, pero en ese caso, ¿por qué no lo recuerdo con tanta claridad como el arco iris blanco o la niebla de Huelgoat? ¿Quizás en realidad lo soñé? No lo sé, y no creáis que no me fastidia.

De lo que no tengo ninguna duda es de lo que he visto hoy en Budapest. No sé lo que era, pero sé lo que he visto.

Íbamos caminando por la que quizás es la calle más turística de esta ciduad, la Vaci Utca, calle peatonal llena de tiendas y de turistas, ya casi al final, donde se cruza con la avenida que va a dar al puente de Elzebeth. De pronto oí el revolotear de un insecto, un sonido extrañamente fuerte, como de un insecto de alas muy poderosas. Mi fobia a los insectos me puso en guardia y mi curiosidad me hizo volverme, y vi un insecto (o eso me pareció al principio) bastante grande que se elevaba con cierta lentitud. Me pregunté qué insecto sería: nunca había visto uno tan grande ni tan raro. Tenía alas como de libélula, pero no volaba en posición horizontal, como una libélula normal (y NO tenía forma de libélula, para nada), sino ligeramente en diagonal, como las mariposas. Era grande, como digo, el cuerpo parecía medir unos 4 cms de largo y las alas, transparentes sobresalían otro tanto.

La curiosidad venció a mi repugnancia y me fijé un poco más mientras lo veía elevarse. El cuerpo, de color gris oscuro, era extraño. No lo pude ver con detenimento, y sólo a posteriori me di cuenta de que tenía una extraña forma humanoide. No era exactamente humana, entendedme... era más bien como el hada insectoide que aparece en “El Laberinto del Fauno”, con la parte infrerior del cuerpo muy delgada que acababa en un par de filamentos que parecían zapatitos.

Lo que quiera que fuese aquello terminó de elevarse y se perdió muy alto por encima de mi cabeza. Fue real, MUY real, y sinceramente, no sé lo que era. Mi parte mágica quiere creer que efectivamente, era un hada. Mi parte racional dice que seguramente era algún insecto que desconozco. ¿Con qué versión os quedáis vosotros?

2 comentarios:

Han Solo dijo...

las hadas estan ahi para quien crea en ellas
el Mundo de las Hadas abrira sus puertas para quien quiera creer en ellas y permanecera invisible para quien no

Nicasia dijo...

Por eso yo toco las palmas a menudo, a ver si por si casualidad salvo a un hada...

 
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