domingo, 12 de julio de 2009

A TRAVÉS DE SUS OJOS

Cuando estaba embarazada, y con mi miedo perenne a la mortalidad, me preguntaba como sería tener un hijo, si sentiría algo especial, si, incluso (y eso sería rizar el rizo) de alguna forma mi consciencia se transmitiría a su cuerpo cuando el naciera. Sé que es una idea extraña, pero teniendo en cuenta las neuras que tengo sobre que pasará conmigo – con esa parte de mí que sabe que yo soy yo – una vez me muera, la idea de pasarsela a mi hijo a través del vientre materno no me parecía tan descabellada.

Por supuesto, eso no ocurrió, yo sigo encerrada en esa parte de mi cerebro que está detrás de mis ojos y Leo es, como debe ser, un ente independiente con vida, voluntad y personalidad propias que si algo se llevó consigo, a parte de la mitad de mi ADN y 9 meses de compartir sustancias a través de mi sangre, es esa conexión amorosa que digo siempre que me parece casi antinatural, hasta el punto que creo que tiene que ser algo bioquímico o algo, porque no me parece normal quererle tanto que me duela, y sentir que daría mi vida por salvar la suya.

El caso es que la otra semana Leo se fue de vacaciones con sus abuelos a Moscú y San Petersburgo. Los días previos fueron una tortura para mí, no conseguía hacerme a la idea de que durante una semana iba a estar a casi 4000 kms. de mí, aunque fuese a estar en buenas manos. Curiosamente, una vez se marchó, tras dejarles en el aeropuerto, se me pasaron todas las preocupaciones – también es cierto que me mantuve ocupada: quedada muñequil en Madrid con gente maravillosa, quedada al día siguiente en Guadalajara con la gente de la Aldea Rolera, igual de maravillosa, y luego la semana de trabajo en el hospital, y trabajo en casa preparando las cosas para la reforma del baño en la que nos embarcamos la semana que viene. Llegamos al sábado día 4 en un pis pas, y tras pasar el día en Madrid de compras (y encontrarnos sin querer en medio mismo de la manifestación del Orgullo Gay) y recoger a la familia en el aeropuerto a las intempestivas 2 de la madrugada, volvía a tener a mi no tan pequeñajo en casa y me sentía de nuevo completa.

Luego vino, por supuesto, el visionado de fotos y la narración de anécdotas, y por un momento empecé a morirme de envidia y a pensar en lo mucho que me habría gustado estar allí... Pero poco a poco empecé a tener la sensación de que realmente había estado, de que lo había visto. A reconocer Moscú en videos musicales como el de Rasputin de Boney M, que le intenté poner a Leo hablando de dicho personaje en el coche (al sonar la canción en M80). Y entonces me dí cuenta de que había estado allí. De que al fin y al cabo, hay un trocito de mí en Leo. Y ese trocito de mí había estado con él en Moscú y San Petersburgo.

Y las había visto a través de sus ojos.

3 comentarios:

Nicasia dijo...

Pues mira es otra forma de viajar..

Sweet Minako Ijiwaru Metallium dijo...

Otra forma de viajar, y una muy bonita. Además, las experiencias de tu niño, de algún modo también forman parte de tu vida.
Un saludo~

Han Solo dijo...

siempre lo he dicho este tio es un fenomeno

 
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