jueves, 25 de junio de 2009

SER O NO SER

Esas curiosas dicotomías que tienen los sueños...

Esta noche soñé que la madre de Kike, uno de los compañeros de clase de Leo, tenía una mercería en la Calle Capitán Portolés, mercería además muy famosa en la ciudad, o eso decían, porque yo no la había visitado nunca, así que decidía acercarme una tarde para descubrir que la vendía, y por ahí estaba rondando la madre de otra compañera, María, a la que le preguntaba si es que llevaba intención de comprarle el negocio.

Al lado de la tienda quedaba en una terracita con Gema y su novio, aunque en mi sueño no se parecían demasiado a los reales (de hecho este Rafa era moreno), para hablar de la organización de su boda, y había una tercera persona con ellos... Blanca Portillo, que no sé que pintaba ahí, pero al parecer era amiga de toda la vida, y nos enzarzábamos en una animada conversación en la que mezclábamos los preparativos de boda con las anécdotas de Rafa de su vida como militar.

Entonces de pronto me salía de la historia porque lo que estaba viendo era un capítulo de Mujeres Desesperadas, que por cierto acababa como el Rosario de la Aurora, porque ahí, con cierto humor macabro, se montaba una auténtica masacre en la que poco menos que estallaba una guerra (no entendí muy bien los motivos) y se destrozaba esa calle, moría la gente molesta de la historia y mis amigos, que seguían dentro de la serie, lo miraban muy serios desde la mesa de la terracita de bar. Cuando todo terminaba, y acudían los servicios sanitarios a ayudar a los supervivientes, Blanca Portillo bromeaba diciendo que su grupo sanguíneo era “Bi-B” en vez de B +, y me parecía de lo más ingenioso, ya ves...

Pequeña pausa publicitaria en la que me despertó el despertador de Josema, que se levantaba una hora antes que yo por temas de trabajo, y me volví a dormir los últimos 40 minutos para volver a soñar si cabe más profundamente que antes.

Y ahora conducíamos de noche, y atravesábamos un pueblo en el que de vez en cuando se veían figuras fantasmales, pero que no daban miedo porque tenían aspecto de estar hechas por ordenador, y no precisamente en plan Silent Hill, sino que eran cabezonas como personajes del Habbo o de Mario BROS... así que no, no se podían tomar en serio, por lo que las embestíamos con el coche sin remordimiento, y sólo las últimas estallaban en sangre como si las hubieramos atropellado de verdad, aunque seguían sin ser reales y sin afectar al coche... Era como atropellar jirones de niebla.

Al principio esos atropellos parecían no tener consecuencias, de hecho, eran la única forma de seguir adelante ignorando las apariciones (cosas que tienen los sueños, aunque no dieran mucho miedo, sabíamos que eran fantasmas y eso imponía un poco). Pero luego nos dábamos cuenta de que conforme atropellábamos fantasmas, las calles se iban inundando, y yo tenía un deja vu como de un sueño previo en el que el coche ya se nos había quedado atascado en el agua en mitad del pueblo, y aceleraba porque no quería que volviera a ocurrir...

Y de nuevo me salgo de la acción, y lo que estoy leyendo es un comic (y hasta la imagen cambia al estilo de dibujo y colorido de un cómic) que publican en un periódico por capítulos, tengo el del día siguiente al lado para continuar leyendo cuando termine estas dos páginas. La pareja (chico y chica, dibujada la verdad es que gano mucho) que van en el coche efectivamente llegan a un punto en el que ya no pueden avanzar más y se encuentran con que es todo un truco de un científico loco que, con los coches que se quedan atascados en el agua, está construyendo una especie de megarobot, en el que dos coches enteros hacen una mano, así que imaginaros las proporciones. Curiosamente, para manejar cada miembro hace falta alguien conduciendo los coches que lo forman, así que en cada mano hay dos conductores. A la chica, inteligente ella, se le ocurre que no hay que vencer al robot sino a las personas que van dentro, y cuando las manos bajan para intentar atraparla, ella salta entre los dos coches y forcejea para meterse en ellos y acabar con las conductoras, también mujeres, por cierto.

En ese momento la historieta se termina y antes de coger el siguiente capítulo, veo una reseña al lado en la que loan la calidad del comic y comentan que es un comic coral (de varios personajes) a raiz del cual el personaje MASCULINO que acompañaba a esta chica había alcanzado tal popularidad que luego le dieron una serie propia a la altura de otros personajes como blablabla... y me quedo de piedra... ¿el personaje masculino? ¿Ese tío que se ha quedado mirando como la chica saltaba entre los dos coches y hacía el trabajo ella sóla? ¡Qué propio!

Pero no me da tiempo a indignarme mucho más porque en ese momento viene el dueño del bar y me dice que van a cerrar y que le devuelva los periódicos, y yo me resisto porque no sólo quiero terminar de leerme la reseña sino también el siguiente capítulo de la historieta (que han publicado en páginas enfrentadas así que ni siquiera puedo arrancar la hoja disimuladamente). Pero como el dueño del bar no podía convencerme, enviaron al maldito despertador contra mí. Y ese sí que venció.

Maldita sea. Yo quería saber como acababa...

1 comentarios:

Han Solo dijo...

quien quiere novelas teniendote a ti
besos

 
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