miércoles, 17 de junio de 2009

BUSCANDO EN EL BAUL DE LOS RECUERDOS

Este mes llevamos intención de reformar completamente el baño del piso, que buena falta le hace, y el lunes nos acercamos a Electrodomésticos Europa, dónde tenemos cierta amistad con uno de los vendedores más veteranos, para mirar muebles y lavabos. Como suele ser habitual en mi agenda, la visita fue infructuosa (“Volved el lunes, que tendremos catálogos nuevos”) y perdimos un buen rato para nada, para desesperación de Leo que se aburría soberanamente.

A la salida Josema propuso dar un paseo, y nos acercamos, después de mucho tiempo (años, en realidad) sin ir, a la librería de viejo que hay cerca de la plaza San Francisco, una de las muchas sucursales de los Hermanos Vidal, especializada en este caso en libros de segunda mano y pequeñas joyas del año de la polka. Salimos de vacío, entre otras cosas porque desde que falleció el hombre que la atendía, un interesante personaje que siempre hablaba en verso, la tienda ha perdido mucho glamour, pero aún así nos demoramos en las estanterías de viejos libros de ciencia ficción, y recordé un par de viejos relatos que me gustaría encontrar.

Por desgracia, tenía pocas pistas sobre ellos. Ambos pertenecían a aquellas antiguas antologías de relatos de Ciencia Ficción que se publicaban allá por los años 60 y 70. Una compañera de mi madre, muy querida por toda la familia, se quedó viuda muy joven, y al parecer su marido era un gran aficionado a ese género, así que allá por los 80, cuando supo que a mí también me gustaba la literatura fantástica, le dijo a mi madre que me iría dejando los libros de su marido para que yo me los leyera. Y yo, que más que leer, devoraba, me leí la primera tanda en un pis pas. Entre ellos hubo dos relatos que me gustaron mucho, así que como ella me había dicho que si alguno me gustaba, me lo quedase, mi favorito se quedó en la estantería mucho tiempo, pero mi madre insistió en devolvérselo, y al final se lo llevó al trabajo. Cuando volví a hablar con la genuina propietaria de dicho libro, ella me dijo “¡Pues si ya te he dicho que si te gustaba alguno, te lo quedases! ¡Si yo no lo quiero para nada!”, y se ofreció a devolvérmelo, ya que todavía lo tenía en la taquilla del hospital.

Pero cuando se lo reclamé, dos o tres veces, a través de mi madre, al final resultó que el libro había desaparecido, y ni para mí ni para ella... me quedé sin aquel emotivo relato, del que solo recordaba el título, “El Pérrido” y una leve sinopsis del argumento, sobre una especie de cánido extraterrestre capaz de teleportarse.

Así que estaba allí, en esa librería, viendo antologías de Ciencia Ficción como aquellas que me dejaba nuestra amiga Presen, y me dije “¿Y si está aquí?”, y empecé a revisar los libros uno por uno. Pero no hubo suerte.

Entonces Josema me preguntó, y yo le hablé de ese relato, y de otro que recordaba en el que Leonardo Da Vinci descubría que la modelo de la Gioconda era una especie de alienígena, que le llevaba a visitar otros mundos y eso hacía que él visitase la luna y la retratase en la Virgen de las Rocas, pero del que no recordaba ni el título ni el autor. Entonces el me retó a mirarlo en Internet, que seguro que estaba, y así lo hice.

Estos dos días he aprovechado un par de ratos muertos para investigar, y esto es lo que he averiguado:

El primer relato, “El Pérrido”, que yo recordaba como un relato para pasar el rato, edulcorado y lacrimógeno, muy al gusto de mis ñoños 16-17 años, fue nada menos que premio Hugo en 1965, y es casi inencontrable. En español ni me lo planteo, en inglés los recopilatorios que lo contienen se ponen a más de 1000 dólares en venta por Internet. Y para descargarlo en formato electrónico las cosas no están fáciles... hay que hacerlo por medio de torrents, que es un formato en el que la verdad, no me he desenvuelto jamás. Genial.

Después decidí ampliar la búsqueda al otro... La cosa se complicaba con este... No sabía el autor, ni el título... Así que tenía que buscar por argumento. Y si das en Google “Da Vinci” y “Science Fiction” las referencias al “Código Da Vinci” eclipsan cualquier otra entrada...

Al final, buscando por “La Virgen de las Rocas”, parece hacerse la luz. Y nunca mejor dicho: “La Luz” de Poul Anderson, es el relato que andaba buscando sobre Da Vinci en la luna. Además, consigo descargarlo en formato doc.

Mi gozo en un pozo cuando descubro que he mezclado dos relatos en uno. “La luz”, en efecto, es un estupendo relato en el que unos astronautas descubren que Da Vinci visitó la luna antes que ellos... pero el relato que yo recuerdo, ese en el que la Gioconda era una especie de extraterrestre (historia de las que a mi me gustan, de romance prohibido entre Mona Lisa y Leonardo, que me tienen hasta las narices con eso de que todos los personajes históricos que no se casaron tienen que ser homosexuales por fuerza), de ese no hay pistas...

Voy procediendo por eliminación, gracias a esta estupenda página en la que reseñan todos los relatos de ficción en los que Da Vinci ha sido de alguna forma protagonista o parte importante, y tras eliminar todos los relatos posteriores a 1975 (el recopilatorio tenía que ser, por fuerza, anterior), y encontrar referencias al argumento de la mayoría de ellos que me sirven para descartarlo, sólo puede ser “Los No Humanos”, de Charles y Natalie Henneberg. Su publicación en una antología española parece coincidir...

Pero no tengo muchas más pistas, y descargarlo en internet, aunque sólo sea para ver si es ese, parece imposible.

Esto es desesperante.

Y encima, lo releeré, y no me gustará, ya verás...

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