jueves, 25 de junio de 2009

SER O NO SER

Esas curiosas dicotomías que tienen los sueños...

Esta noche soñé que la madre de Kike, uno de los compañeros de clase de Leo, tenía una mercería en la Calle Capitán Portolés, mercería además muy famosa en la ciudad, o eso decían, porque yo no la había visitado nunca, así que decidía acercarme una tarde para descubrir que la vendía, y por ahí estaba rondando la madre de otra compañera, María, a la que le preguntaba si es que llevaba intención de comprarle el negocio.

Al lado de la tienda quedaba en una terracita con Gema y su novio, aunque en mi sueño no se parecían demasiado a los reales (de hecho este Rafa era moreno), para hablar de la organización de su boda, y había una tercera persona con ellos... Blanca Portillo, que no sé que pintaba ahí, pero al parecer era amiga de toda la vida, y nos enzarzábamos en una animada conversación en la que mezclábamos los preparativos de boda con las anécdotas de Rafa de su vida como militar.

Entonces de pronto me salía de la historia porque lo que estaba viendo era un capítulo de Mujeres Desesperadas, que por cierto acababa como el Rosario de la Aurora, porque ahí, con cierto humor macabro, se montaba una auténtica masacre en la que poco menos que estallaba una guerra (no entendí muy bien los motivos) y se destrozaba esa calle, moría la gente molesta de la historia y mis amigos, que seguían dentro de la serie, lo miraban muy serios desde la mesa de la terracita de bar. Cuando todo terminaba, y acudían los servicios sanitarios a ayudar a los supervivientes, Blanca Portillo bromeaba diciendo que su grupo sanguíneo era “Bi-B” en vez de B +, y me parecía de lo más ingenioso, ya ves...

Pequeña pausa publicitaria en la que me despertó el despertador de Josema, que se levantaba una hora antes que yo por temas de trabajo, y me volví a dormir los últimos 40 minutos para volver a soñar si cabe más profundamente que antes.

Y ahora conducíamos de noche, y atravesábamos un pueblo en el que de vez en cuando se veían figuras fantasmales, pero que no daban miedo porque tenían aspecto de estar hechas por ordenador, y no precisamente en plan Silent Hill, sino que eran cabezonas como personajes del Habbo o de Mario BROS... así que no, no se podían tomar en serio, por lo que las embestíamos con el coche sin remordimiento, y sólo las últimas estallaban en sangre como si las hubieramos atropellado de verdad, aunque seguían sin ser reales y sin afectar al coche... Era como atropellar jirones de niebla.

Al principio esos atropellos parecían no tener consecuencias, de hecho, eran la única forma de seguir adelante ignorando las apariciones (cosas que tienen los sueños, aunque no dieran mucho miedo, sabíamos que eran fantasmas y eso imponía un poco). Pero luego nos dábamos cuenta de que conforme atropellábamos fantasmas, las calles se iban inundando, y yo tenía un deja vu como de un sueño previo en el que el coche ya se nos había quedado atascado en el agua en mitad del pueblo, y aceleraba porque no quería que volviera a ocurrir...

Y de nuevo me salgo de la acción, y lo que estoy leyendo es un comic (y hasta la imagen cambia al estilo de dibujo y colorido de un cómic) que publican en un periódico por capítulos, tengo el del día siguiente al lado para continuar leyendo cuando termine estas dos páginas. La pareja (chico y chica, dibujada la verdad es que gano mucho) que van en el coche efectivamente llegan a un punto en el que ya no pueden avanzar más y se encuentran con que es todo un truco de un científico loco que, con los coches que se quedan atascados en el agua, está construyendo una especie de megarobot, en el que dos coches enteros hacen una mano, así que imaginaros las proporciones. Curiosamente, para manejar cada miembro hace falta alguien conduciendo los coches que lo forman, así que en cada mano hay dos conductores. A la chica, inteligente ella, se le ocurre que no hay que vencer al robot sino a las personas que van dentro, y cuando las manos bajan para intentar atraparla, ella salta entre los dos coches y forcejea para meterse en ellos y acabar con las conductoras, también mujeres, por cierto.

En ese momento la historieta se termina y antes de coger el siguiente capítulo, veo una reseña al lado en la que loan la calidad del comic y comentan que es un comic coral (de varios personajes) a raiz del cual el personaje MASCULINO que acompañaba a esta chica había alcanzado tal popularidad que luego le dieron una serie propia a la altura de otros personajes como blablabla... y me quedo de piedra... ¿el personaje masculino? ¿Ese tío que se ha quedado mirando como la chica saltaba entre los dos coches y hacía el trabajo ella sóla? ¡Qué propio!

Pero no me da tiempo a indignarme mucho más porque en ese momento viene el dueño del bar y me dice que van a cerrar y que le devuelva los periódicos, y yo me resisto porque no sólo quiero terminar de leerme la reseña sino también el siguiente capítulo de la historieta (que han publicado en páginas enfrentadas así que ni siquiera puedo arrancar la hoja disimuladamente). Pero como el dueño del bar no podía convencerme, enviaron al maldito despertador contra mí. Y ese sí que venció.

Maldita sea. Yo quería saber como acababa...

lunes, 22 de junio de 2009

NATIONAL GEOGRAPHIC

La manada rodeaba a su víctima entre gritos y jadeos. La presa saltaba y cambiaba de dirección continuamente, en un intento desesperado de salvarse, de aguantar un poco más, hasta que sus verdugos se cansaran, pero era inútil. Al principio los depredadores la perseguían a ciegas, los machos con más ímpetu, las hembras más sagaces, sin importarles incluso el hacerse daño entre ellos, en el ardor de la persecución. Los primeros golpes, que los depredadores se turnaban para asestar, como si fuese un juego, no la hirieron de gravedad, pero cuando el primer macho consiguió arancarle una pata, la manada recrudeció sus avances.

El pequeño dinosaurio sólo aguantó una hora, una eterna hora de agonía al cabo de la cual, una de las veces, no saltó lo suficientemente rápido ni lo suficientemente alto, y la manada cayó sobre él al unísono, derribándolo y destripándolo con rapidez y efectividad.

Escasos minutos después, los niños volvían triunfantes con las manos llenas de golosinas e incluso con los restos destrozados de la pobre piñata.

Crónica real y veraz del juego de la Piñata durante la fiesta de Dinosaurios de Leo

sábado, 20 de junio de 2009

ESE HIJO DE P... ALEMÁN QUE ME ESCONDE LAS COSAS

...sí, ese, el señor Alzheimer...

Últimamente me preocupa, porque está más activo que de costumbre. Ya comenté que el otro día me lié con el video de mi sobrina Patri y dije que era mi prima en vez de mi sobrina. Hoy me ha llamado una de las madres de uno de los compañeros de clase de Leo para decirme que sí, que irían a la fiesta de Dinosaurios que celebra todos los años al final del curso, y que el teléfono que yo había puesto en la invitación que hice a través de Vistaprint como el de nuestra casa (menos mal que pues hasta cuatro teléfonos de contacto) daba todo el rato comunicando. Cuando me dijo qué número era, efectivamente, estaba equivocado. Lo comprobé, y lo había puesto mal en todas las invitaciones.

Por Dios, ¿qué me pasa? El número de teléfono de mi casa es superfácil, y el error se notaba que fue un fallo al teclear, pero ¿cómo no me dí cuenta?

El caso es que para chorradas como acordarme de que el guionista del comic que el viernes le regalaron a Josema por su cumpleaños, “Fábulas” de Bill Wiliingham, era el autor del único cómic pornográfico que nos ha gustado en la vida, Ironwood (básicamente porque es un comic al que, le quitas las escenas porno, y hasta tiene argumento y todo, y hasta entretenido). Pero para otras cosas, estoy como idiotizada...

De verdad, que empieza a ser preocupante...

viernes, 19 de junio de 2009

PEQUEÑAS MAGIAS COTIDIANAS

Ayer me harté de esperar a tener noticias de mi cartera robada, así que decidí pedir cita para renovarme el DNI y el pasaporte (ese no me lo han robado pero lo tengo caducado, y si bien no me pusieron pegas al votar o al pagar con tarjeta, en el Corte Inglés me tuvo que tocar una tocapelotas que cuando fui a recoger la tarjeta nueva casi me hace pasar por el detector de mentiras por llevar el pasaporte caducado, porque algo en su estrecho cerebro le hacía desconfiar de alguien a quien, porque le han robado la cartera con TODA la documentación, acude a recoger el duplicado de la tarjeta del Corte Inglés con el único documento que le queda, el pasaporte caducado hace escasamente un año...). Me preocupaba que la cosa se alargase demasiado, como en efecto así iba a ser (me dieron cita nada menos que para el 13 de agosto) y aunque me planteé llamar primero a Objetos Perdidos para preguntar de nuevo si habían encontrado alguno de mis documentos, la pequeña parte de mí que aún cree en la magia cotidiana que rodea todas las cosas y que hace pequeños rituales supersticiosos dijo “No llames, que entonces no lo tendrán”.

Parece que la magia funcionó, y hoy cuando he vuelto a casa me he encontrado una carta de Objetos Perdidos diciendo que tienen a mi disposición mi DNI, mi permiso de circulación, el carné del Colegio de Médicos y algunas de las tarjetas que no han podido utilizar porque anulé convenientemente nada más detectar el robo. La verdad es que la cartita tiene su punto irónico: Objetos Perdidos de Zaragoza sólo abre de de 10 de la mañana a 1 del mediodía de lunes a viernes, y para más recochineo, solo guardarán mi documentación durante un plazo de 15 días naturales, tras lo cual la remitirán al organismo emisor correspondiente... Menos mal que permiten que alguien, debidamente acreditado (con mi DNI lo tiene difícil, puesto que lo tienen ellos) pueda ir en mi lugar a recogerlo, porque la verdad, manda narices...

En cualquier caso, a la alegría incondicional de ver que me iba a ahorrar el papeleo, las filas, la pérdida de tiempo y los 30 euros que me costaría renovarme ambos documentos desaparecidos (el pasaporte, caducado, me lo voy a renovar de todos modos, ya que tengo la cita) se añadió la pequeña y retorcida satisfacción de ver que mi pequeño “hechizo” había funcionado, de lo cual no he podido evitar vanagloriarme cuando he subido a Santa Fé a recoger a Leo de casa de mis padres.

Yo lo he llamado “magia cotidiana” y “manipular las Leyes de Murphy en tu favor”, y entonces Leo, desde detrás de la DS que acababa de darle, y demostrando que cuando quiere, está a la conversación, me ha interrumpido para apuntillar: “Eso no es magia, es un truco para jugar a Matrix


Y de nuevo me ha maravillado, porque la definición no ha podido ser más correcta. Ya veis, todavía hay gente por el mundo que no ha entendido “Matrix” y mi hijo no sólo entiende el concepto perfectamente sino que se permite el lujo de utilizarlo para hacer metáforas respecto al día a día.

¿Entendéis por qué se me cae la baba con él?

miércoles, 17 de junio de 2009

BUSCANDO EN EL BAUL DE LOS RECUERDOS

Este mes llevamos intención de reformar completamente el baño del piso, que buena falta le hace, y el lunes nos acercamos a Electrodomésticos Europa, dónde tenemos cierta amistad con uno de los vendedores más veteranos, para mirar muebles y lavabos. Como suele ser habitual en mi agenda, la visita fue infructuosa (“Volved el lunes, que tendremos catálogos nuevos”) y perdimos un buen rato para nada, para desesperación de Leo que se aburría soberanamente.

A la salida Josema propuso dar un paseo, y nos acercamos, después de mucho tiempo (años, en realidad) sin ir, a la librería de viejo que hay cerca de la plaza San Francisco, una de las muchas sucursales de los Hermanos Vidal, especializada en este caso en libros de segunda mano y pequeñas joyas del año de la polka. Salimos de vacío, entre otras cosas porque desde que falleció el hombre que la atendía, un interesante personaje que siempre hablaba en verso, la tienda ha perdido mucho glamour, pero aún así nos demoramos en las estanterías de viejos libros de ciencia ficción, y recordé un par de viejos relatos que me gustaría encontrar.

Por desgracia, tenía pocas pistas sobre ellos. Ambos pertenecían a aquellas antiguas antologías de relatos de Ciencia Ficción que se publicaban allá por los años 60 y 70. Una compañera de mi madre, muy querida por toda la familia, se quedó viuda muy joven, y al parecer su marido era un gran aficionado a ese género, así que allá por los 80, cuando supo que a mí también me gustaba la literatura fantástica, le dijo a mi madre que me iría dejando los libros de su marido para que yo me los leyera. Y yo, que más que leer, devoraba, me leí la primera tanda en un pis pas. Entre ellos hubo dos relatos que me gustaron mucho, así que como ella me había dicho que si alguno me gustaba, me lo quedase, mi favorito se quedó en la estantería mucho tiempo, pero mi madre insistió en devolvérselo, y al final se lo llevó al trabajo. Cuando volví a hablar con la genuina propietaria de dicho libro, ella me dijo “¡Pues si ya te he dicho que si te gustaba alguno, te lo quedases! ¡Si yo no lo quiero para nada!”, y se ofreció a devolvérmelo, ya que todavía lo tenía en la taquilla del hospital.

Pero cuando se lo reclamé, dos o tres veces, a través de mi madre, al final resultó que el libro había desaparecido, y ni para mí ni para ella... me quedé sin aquel emotivo relato, del que solo recordaba el título, “El Pérrido” y una leve sinopsis del argumento, sobre una especie de cánido extraterrestre capaz de teleportarse.

Así que estaba allí, en esa librería, viendo antologías de Ciencia Ficción como aquellas que me dejaba nuestra amiga Presen, y me dije “¿Y si está aquí?”, y empecé a revisar los libros uno por uno. Pero no hubo suerte.

Entonces Josema me preguntó, y yo le hablé de ese relato, y de otro que recordaba en el que Leonardo Da Vinci descubría que la modelo de la Gioconda era una especie de alienígena, que le llevaba a visitar otros mundos y eso hacía que él visitase la luna y la retratase en la Virgen de las Rocas, pero del que no recordaba ni el título ni el autor. Entonces el me retó a mirarlo en Internet, que seguro que estaba, y así lo hice.

Estos dos días he aprovechado un par de ratos muertos para investigar, y esto es lo que he averiguado:

El primer relato, “El Pérrido”, que yo recordaba como un relato para pasar el rato, edulcorado y lacrimógeno, muy al gusto de mis ñoños 16-17 años, fue nada menos que premio Hugo en 1965, y es casi inencontrable. En español ni me lo planteo, en inglés los recopilatorios que lo contienen se ponen a más de 1000 dólares en venta por Internet. Y para descargarlo en formato electrónico las cosas no están fáciles... hay que hacerlo por medio de torrents, que es un formato en el que la verdad, no me he desenvuelto jamás. Genial.

Después decidí ampliar la búsqueda al otro... La cosa se complicaba con este... No sabía el autor, ni el título... Así que tenía que buscar por argumento. Y si das en Google “Da Vinci” y “Science Fiction” las referencias al “Código Da Vinci” eclipsan cualquier otra entrada...

Al final, buscando por “La Virgen de las Rocas”, parece hacerse la luz. Y nunca mejor dicho: “La Luz” de Poul Anderson, es el relato que andaba buscando sobre Da Vinci en la luna. Además, consigo descargarlo en formato doc.

Mi gozo en un pozo cuando descubro que he mezclado dos relatos en uno. “La luz”, en efecto, es un estupendo relato en el que unos astronautas descubren que Da Vinci visitó la luna antes que ellos... pero el relato que yo recuerdo, ese en el que la Gioconda era una especie de extraterrestre (historia de las que a mi me gustan, de romance prohibido entre Mona Lisa y Leonardo, que me tienen hasta las narices con eso de que todos los personajes históricos que no se casaron tienen que ser homosexuales por fuerza), de ese no hay pistas...

Voy procediendo por eliminación, gracias a esta estupenda página en la que reseñan todos los relatos de ficción en los que Da Vinci ha sido de alguna forma protagonista o parte importante, y tras eliminar todos los relatos posteriores a 1975 (el recopilatorio tenía que ser, por fuerza, anterior), y encontrar referencias al argumento de la mayoría de ellos que me sirven para descartarlo, sólo puede ser “Los No Humanos”, de Charles y Natalie Henneberg. Su publicación en una antología española parece coincidir...

Pero no tengo muchas más pistas, y descargarlo en internet, aunque sólo sea para ver si es ese, parece imposible.

Esto es desesperante.

Y encima, lo releeré, y no me gustará, ya verás...

lunes, 15 de junio de 2009

ANSIEDAD

Me pasa muy de cuando en cuando, gracias a Dios, pero a veces tengo pequeñas crisis de ansiedad. Anoche tuve una de ellas, y no se las deseo a nadie.

Supongo que es una forma de canalizar los problemas como otra cualquiera. Esta semana ha sido mala, no lo puedo negar. Lo que empezó ya la semana pasada con el robo de la cartera y los muchos cambios de planes que tuve que hacer, se agravó con peleas en casa y la perspectiva de que, con el fin de curso a la vuelta de la esquina, ya no voy a estar con Leo más que los fines de semana, o si subo a comer a casa de mis padres, lo que significará no aprovechar la tarde en casa y con un poco de suerte saltarme la dieta (llevo atascada dos meses en el mismo peso y es de lo más frustrante). Puede parecer una tontería, pero me gusta estar con mi hijo, y me fastidia horrores que por temas de trabajo no pueda quedarse en casa con nosotros. A veces me cuesta entender a esas familias que en cuanto llegan las vacaciones “aparcan” al niño en unos campamentos o lo mandan al pueblo con los abuelos... Puedo entender que no puedan hacerse cargo de él, como nos pasa a nosotros, porque por la mañana se van a trabajar los dos y no pueden dejarlo solo en casa, pero de ahí a pegarse un mes entero sin verle, o sin verle más que los fines de semana... no sé, a mi se me hace muy cuesta arriba. Va en formas de ser, de todos modos.

En cualquier caso, anoche se me echó el mundo encima. No era capaz de quedarme sentada viendo la tele, a pesar de que Josema, el pobre, hacía todo lo posible por ofrecerme un muestrario de películas o programas que me pudieran gustar. No podía ponerme a hacer algo, porque pensaba que a esas horas ya no iba a poder terminarlo, pero tampoco me podía quedar quieta porque pensaba que estaba perdiendo el tiempo. Daba vueltas por la casa como un animal enjaulado y sentía mariposas en el estómago como cuando anticipas algo importante. Le daba vueltas a todo lo que tenemos que hacer esta semana (nos vamos a meter con una reforma integral del cuarto de baño, y supongo que eso puede poner nervioso al más pintado), y mi única sensación era que no nos iba a dar tiempo a nada.

Al final me fui a la cama. Gracias a Dios, mi ansiedad no es grave y no me quita el sueño. Hoy sería otro día.

Y lo es, pero las puñeteras mariposas siguen ahí.

viernes, 5 de junio de 2009

TRANVÍAS Y FUMADORES

No es que fuera un gran sueño, pero lo escribo para no olvidarme, he soñado que mi prima Silvia alquilaba su piso porque se iba a vivir a Sevilla, con un ancianito, y estábamos con ella mientras ultimaba los trámites. Luego estaba en no sé que ciudad con Leo, y teníamos que cruzar una plaza plagada de vías de tranvía, ¡lo menos convergían 20 vías! Lo bueno es que coincidían todos a la vez así que una vez se habían ido cruzábamos una plaza desierta, para llegar a un centro comercial (la plaza estaba al nivel del mar, con el puerto detrás, y el centro comercial te subía al nivel del resto de la ciudad) que tenía también mil y pico escaleras mecánicas, aunque las más directas de subida estaban paradas. Por último estábamos en un cine, una especie de proyección privada, y en un descanso una tía decidía ponerse a fumar, y le decíamos que no podía entrar mientras fumase, y se ponía chula, pero yo me ponía más, e intentaba quitarle el cigarro, entonces ella me quemaba la mano con él pero yo aguantaba el dolor y le rompía el cigarro con un mordisco, y mientras ella buscaba otro, nos metíamos los demás en el cine y cerrábamos la compuerta que era como de garage.

Era casi como una pesadilla de vampiros, solo que aquí los malos eran los fumadores... XD

jueves, 4 de junio de 2009

AYER PODÍA HABER SIDO UN BUEN DÍA...


... lo tenía todo planificado: bajar al centro andando, para quemar calorías; enviar un par de sobres por correo, recoger mi vestido para la boda de Patricia, comprarme un bolso a juego, recoger el traje de Leo en el Corte Inglés, comprar alguna cosa más y volver a casa andando o en el bus, mientras Josema recogía a Leo en el cole, y me esperaba en casa con el peque haciendo los deberes, o me bajaban a recoger y volvíamos prontito para disfrutar el resto de la tarde.

Pero el destino, como suele ocurrir, tenía otros planes. Así que mientras yo, ilusa de mí, iba confiada por la calle, tras pasar por correos, escuchando mi iPod, alguien decidió que yo era una presa fácil y se hizo con mi cartera. Y acertó, porque no me dí ni cuenta, hasta que, tras una visita infructuosa a la tienda donde tenía encargado mi precioso vestido amarillo (que todavía no estaba listo, me dijo la señora), me metí en el Teddy Sonrisas a comprarme un bolso a juego con mis preciosos zapatos nuevos, y de paso un collar para ir guapa y conjuntada con mi precioso (y caro) vestido, y al ir a pagar, me encontré con el bolso abierto y la cartera desaparecida.

Me sentí estúpida, odié mi iPod, odié a la señora de la tienda por hacerme bajar de balde, me odié a mi misma por ser tan despistada. Llamé a Josema, quien se acercó a buscarme y me llevó a correos a ver si casualmente me había dejado la cartera allí (cosa poco probable porque recordaba perfectamente haberla guardado y haber cerrado el bolso, por si acaso, aunque de poco me sirvió). Luego me acompañó a la tienda y pagó por mí el bolso y el collar, mientras yo iba anulando tarjetas. Después me dejó en la comisaría de policía dónde denuncié el robo.

Y no fue tanto la cuantía del robo en sí (aunque llevaba mis buenos 45 euros) como la puñeta que me espera ahora si no aparece la documentación (cosa que con mi suerte habitual, dudo): rehacer todo el papeleo, perder tiempo, y encima, sentirme mal por todo lo irrecuperable que llevaba en esa cartera, desde un calendario del año de la tana del Cristo de la Iglesia de Santa Rita (eh, que está muy bueno), hasta los vales de 3 entradas por un euro, personales e intransferibles, eso sí, para Port Aventura, que ya habíamos decidido utilizar con Leo para su cumpleaños.

En fin, que si me lo permiten, voy a volver a darme cabezazos contra la pared. No es nada irreparable ni irremplazable, pero odio que me pasen estas cosas.

LA CUCARACHA, LA CUCARACHA...

No sé que tienen las cucarachas para que en general despierten tanta repugnancia (a mí la primera). A pesar de los intentos por reivindicar su imagen en películas como “El Cuchitril de Joe” (imprescindible, por otro lado), encontrarme con una de ellas me da escalofríos, ya esté viva o muerta. Y como a mí, a muchas otras personas.

El caso es que, aparte de su asociación (no siempre correcta) con la mala higiene, y la leyenda urbana de que transmiten enfermedades (como cualquier otro animal que viva a la intemperie sin control veterinario, por otro lado), la cucaracha es un insecto completamente inofensivo. No he oído ni leído de casos de gente que hayan sufrido picaduras de cucaracha o que estas les hayan atacado de alguna otra manera. Pero nos siguen resultando asquerosas y repugnantes. Una amiga de un grupo americano, cuando se suscitó esta duda en público, bromeaba diciendo que era un recuerdo atávico de cuando las cucarachas medían 2 metros y devoraban seres humanos.

No lo sé, pero lo cierto es que estoy hasta las gónadas de las temporadas de fumigación en mi comunidad. En mi casa nunca se ven cucarachas... excepto cuando viene el exterminador. Entonces las pobres, moribundas, salen a agonizar al pasillo, al suelo de la cocina, incluso al dormitorio. Raro es el día que no tengo que quitar, mirando para otro lado y esperando que no haga un último movimiento sorpresa, con la escoba y el recogedor para guardar las distancias, alguno de sus cadáveres (que además tienen la mala costumbre de dejarse las patitas por ahí). Con lo bien que están ellas en las cañerías sin molestar a nadie.

(Y menos mal que Jonsey todavía no me ha ofrendado ninguna a las tantas de la mañana mientras duermo plácidamente en la cama. Creo que me moriría del infarto...)

lunes, 1 de junio de 2009

¡AY, MI PESCADITO!

Tengo cierta debilidad por los hombres azules. Dicho así de golpe y porrazo suena muy raro, pero la verdad es que si me paro pensar en mi lista de tíos buenos del mundillo de la ficción friki, y exceptuando a los pobres pitufos (cuyo sex appeal es nulo) parece que si había algo azul, tenía que gustarme por fuerza.

Así, cuando a mis 15 años estrenaron en la TV la serie Ulises 31, yo bebía los vientos por Numaios (aunque me daba mucha vergüenza reconocer que, a mis 15 años, cuando a todas les gustaba River Phoenix, a mi me gustase un dibujo animado...). Después, cuando intentaron engancharme a ese culebrón de tíos en mallas llamado La Patrulla X y todos sus sucedáneos, aparte del efímero Longshot (con su aspecto típicamente típico de estrella del pop de los 80, ¿qué podíais esperar?), el personaje que más me impactó fue el azulado Rondador Nocturno, pícaro y galante. Incluso en los Watchmen me resultaba irresistible el Dr. Manhattan y su capacidad para desdoblarse en varias formas corpóreas (lo que se podría hacer con esa hablidad no se puede expresar en un blog para todos los públicos...).

Así que con una de mis series favoritas, Hellboy, no podía ser menos.

Tengo debilidad por Abe Sapiens.

Lo gracioso del tema es que no me gustan porque sean azules. Numaios me gustaba porque era guapo. Punto. Era como un elfo azul, con enormes ojos gatunos rasgados, rostro andrógino y delicadas orejas puntiagudas. Una monada. De Rondador me gustaba su personalidad, ya que guapo, guapo, no era... Pero era educado, adorable, encantador, y con un sentido del humor que me atraía mucho. Del Dr. Manhattan..., bueno, ya lo he dicho.

Y con Abraham Sapiens me pasa algo parecido que con Rondador. Abe es un ser anfibio, yo le llamo “mi pescaíto”, pero verle, sobre todo en las películas de Guillermo del Toro, con esa delicadeza con que se mueve (genial Doug Jones), con esas respuestas agudas e inteligentísimas a las pullas de Hellboy, o esa ternura con la que se enamora de la princesa Nuala en la segunda parte de la película, te engancha un poquito el alma, y te encariñas de él, y al final, tras dos horas esperando en la cola de autógrafos de Mike Mignola en el Salón del Comic de Barcelona, y tras pelearte con los impresentables del stand de Norma editorial porque quieres que te haga el dibujo en tu álbum de autógrafos y no en una mierda de cómic donde no cabe nada, le dices al artista con cierta timidez: Can he be Abe Sapiens?

Y tienes un dibujo original de Abe Sapiens, y eres más feliz que un ocho (y encima luego Mignola se queda con tu cara y te saluda cuando lo ves sentado en un banco de la plaza de España, toma castaña!!!).

Que sí, que esta entrada era para fardar de mi autógrafo, ¿qué os creíais si no?

 
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