miércoles, 6 de mayo de 2009

LOS ACTORES DE MIYAZAKI

Ayer hicimos una escapada al cine para ver la última película de Hayao Miyazaki, Ponyo en el Acantilado. Después de dos fines de semana sin parar por casa, y debido a la mala costumbre de la gente que planifica los horarios de las películas, que llega a la absurda conclusión de que por ser de animación sólo van a ir a verla padres con niños al incomprensible horario de las 4 y las 6 de la tarde (ejem... ¿a esas horas los niños no tienen colegio?), para poder ir a verla, tuvimos que hacer pirola y sacar a Leo de clase una hora antes. Dada la situación y mi experiencia previa con otras películas de animación (género que, a pesar de tener ya 40 años, me sigue encantando), no me atrevía a esperar al fin de semana, ya que seguro que para entonces la quitaban. Y, qué demonios, el cine de Miyazaki hoy día es de las pocas cosas por las que vale la pena pagar una entrada de cine, así que no quería perder la oportunidad y tener que verla luego en DVD o descargada de internet... Me apetece demostrarles que esas películas también tienen apoyo del público y la única forma es pagar la entrada por verla (que la gente sólo entiende el idioma del dinero).

La película, como era de esperar, es una pocholada. Más infantil que otras de sus películas, no lo niego, pero siempre plagada de anécdotas deliciosas que hacen sonreir al adulto, de reacciones tan creíbles por parte de sus personajes que a veces te olvidas de que no están vivos, de pequeños detalles en el escenario que te reafirman en la realidad y credibilidad de la escena... Quizás no supere a obras maestras como Mi Vecino Totoro (para mí, todavía, la mejor de sus películas junto con Porco Rosso), El Viaje de Chihiro o La Princesa Mononoke, pero vale la pena pasar un rato viéndola, y, sí, pagar la entrada y verla en pantalla grande.

Lo mejor, sin embargo, es esa sensación de continuidad, de realidad incluso, que te hace pensar que Miyazaki trata a sus personajes como si fuesen actores y les hace participar en sus películas evolucionando a través de los diferentes papeles... Así, las dos niñas de Mi Vecino Tororo, Mei y Satsuki, van creciendo y convirtiéndose en las protagonistas de todas sus películas... Satsuki se convierte en una niña decidida en Niki la aprendiz de Bruja y en una bella adolescente en La Princesa Mononoke. Mei, por su parte, crece y se convierte en Chihiro. Curtis, el americano de Porco Rosso, entrado en años (y en kilos) interpreta al padre de Chihiro, junto con Gina, que hace de su madre.

Y con el paso de los años, Satsuki se hace adulta, y cambia totalmente de registro para ser la madre del niño de Ponyo en el acantilado (quien por cierto puede ser perfectamente el sobrino de Mei), mientras que (gracias Arkenaya por reconocerle) Miyazaki da una última oportunidad al galán que hizo de Howl en “El Castillo Ambulante de Howl” tras una mala experiencia con las drogas para hacer el papel del demacrado padre de Ponyo.











Quizás sea una tontería. Quizás realmente Miyazaki no tenga esa intención, y simplemente le guste repetir diseños, o sea su estilo. Pero a Josema y a mí siempre nos ha encantado reconocer a esos “actores”, y bromear siguiendo su “carrera” animada....

1 comentarios:

Nicasia dijo...

Le debe pasar como a Enrico Marini,que le gusta repetir los diseños de ciertos personajes (él si ha comentado en varias ocasiones que los ve como actores con los que le gusta trabajar) no se que decirte...estos artistas...
Eso si a Porco Rosso no lo ha repetido!!!

 
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