domingo, 22 de marzo de 2009

MAQUETACIÓN COMPULSIVA

Siempre me ha gustado el diseño gráfico, la maquetación y la edición de documentos. En su día hice con Josema un master de Diseño Gráfico por ordenador en Random Informática, que por supuesto hoy día está completamente desfasado (aunque lo que aprendí de QuarkXPress, Photoshop y Macromedia Director me dio bastantes horas de diversión, que no de oportunidades de trabajo reales), y al poco de nacer Leo, y apuntada en el INEM, me surgió un trabajito de verano en una imprenta que disfruté como una enana, la verdad.

El trabajo en sí era lo más parecido a un trabajo basura que he visto en mi vida. Pese a haberme llamado a través del INEM (está claro que para ahorrarse el dinero de publicar un anuncio en la prensa), asombrarse de que una médico se presentase a ese trabajo, y pasar con honores la prueba de admisión (copiar lo más fielmente posible la maquetación de la página de un libro de medicina, gráfico de una radiografía incluido), al final no me hicieron el menor tipo de contrato, al revés, me pagaban en dinero negro todas las semanas. A cambio, yo iba un ratito por la tarde y me sentaba ante un Mac de última generación a maquetar documentos, diseñar folletos, tarjetas de visita e invitaciones de boda, y de paso aprovechaba para grabarme copias de los CDs de imágenes que tenían de muestra, llenos de fotos de novias para mi colección.

Cuando me “despidieron”, o más bien me dijeron que no volviera a la semana siguiente porque ya no me iban a pagar más, porque como digo no me hicieron ningún tipo de contrato, yo me fui tan contenta porque aquel trabajo no me estaba aportando nada más que unas perrillas extra, pero la verdad es que lo disfruté como pocas cosas en mi vida.

Aparte de eso, mis conocimientos y mi afición por la maquetación de documentos se habían reflejado años ha en la dirección artística de varios fanzines y traducción de fichas para juegos de rol (al principio mediante la técnica rudimentaria de recortar y pegar con tijeras y pegamento, luego con la revolucionaria ayuda del ordenador y la impresora), creación de las invitaciones de boda y bautizo, y demás documentos de tipo personal, muchas veces combinados con manualidades como en el caso de los detalles del bautizo y los recordatorios de comunión de Leo o las invitaciones de la boda de mi prima Eva.

El caso es que hace poco empecé a recibir publicidad procedente de diversas fuentes de una empresa llamada Vistaprint. Probablemente muchos ya la conozcáis. Ofrece tarjetas de visita gratis (aunque luego se cobra bien los gastos de envío), y si caes en sus redes, va ampliando la oferta: postales personalizadas, notas adhesivas, imanes de nevera, folletos publicitarios... Todo, de cuando en cuando, te sale gratis. Sólo tienes que maquetártelo tu y, eso sí, limitarte a los diseños (muy abundantes, por cierto) y cantidades que te ofrecen, porque si no, de gratis nada.

Como os podréis imaginar, ha sido un auténtico vicio. El sábado por la mañana preparé tarjetas de visita para mí, para mi marido, para Leo (para llevar siempre alguna en el bolsillo por si se pierde) y para mis padres, postales para acompañar las cositas que envío a los amigos o en los pedidos conjuntos, un bolígrafo personalizado y hasta tarjetas para esta Navidad. En marzo. Ya sé que estoy loca.

Y estoy trabajando en un folleto informativo sobre las BJDs para la próxima vez que me toque dar una charla sorpresa. Así, porque soy así de chula...

¿Será algún tipo de adicción y yo sin enterarme...?

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