lunes, 30 de marzo de 2009

FOTOGRAFIANDO HADAS



Hace años había un precioso anuncio de la lotería de Navidad, cuando aún los protagonizaba el famoso “Calvo de la Lotería”, rodado en la Estación de Canfranc. Aquellos anuncios eran parte de la Navidad, y aunque yo no soy dada a los juegos de azar (de hecho soy como el catalán del chiste, siempre soñando con que me toque la lotería, pero nunca compro el décimo), la verdad es que era verlos y saber que ya se acercaba esa fecha tan especial del año.

Además, ese anuncio en concreto desveló un enigma (y quizás creó otro) en la infancia más temprana de Leo, quien con poco más de dos añitos ya había soltado la lengua y no hacía más que decir que veía “apetos” por todas partes. Nadie sabíamos qué demonios era eso de los “apetos”, pero él señalaba a lugares vacíos y decía “¡Mamá, apeto!”. Así durante varias semanas...

Hasta que se acercaron las fechas navideñas y emitieron el anuncio de la lotería de ese año por primera vez, y Leo vino a buscarme muy excitado y me llevó a la tele: “¡Mamá, mamá, apetos!”, exclamaba, señalando a las preciosas haditas de la suerte del anuncio.

Así que los apetos eran las hadas... Un enigma resuelto. Y como digo, un nuevo enigma en el que pensar, porque... ¿qué veía Leo que nososotros no veíamos? ¿Realmente veía hadas por los rincones de la casa de mis padres?

Me gusta pensar que sí...

En cualquier caso, Leo ha perdido esa capacidad. Y yo, por mi parte, seguía fascinada con ese anuncio, así que cuando terminamos de comer en el Pirenarium este sábado, comenté que el cinco de marzo, en nuestra escapada fallida a la nieve (en realidad no fue fallida, vimos nieve, mucha, demasiada...), no habíamos conseguido llegar a la estación de Canfranc, y me había quedado con las ganas de verla, y mi madre propuso escaparnos un momento desde allí.

Curiosamente, aunque en Sabiñánigo no nevaba, fue ir acercándonos a Canfranc y convertirse la niebla en lluvia, la lluvia en aguanieve y el aguanieve en copos que iban cuajando y dejando un manto blanco. No llegó a los extremos del 5 de marzo, que Canfranc pueblo estaba con más de un metro de nieve, siendo imposible incluso entrar en el mismo. Esta vez, Josema se pegó el capricho y en vez de ir por la carretera principal, atravesó el pueblito.

Y al poco llegamos al nuevo pueblo que rodea la estación, y a la estación en sí.

A pesar del aspecto de cuento de hadas que tiene en el anuncio, la estación de Canfranc está semiabandonada. Aunque están trabajando en restaurarla, porque es un edificio bellísimo y sería muy triste que se perdiera, las ventanas están sin cristales, y las vallas y las señales de que ahí se está haciendo una obra no hacen más que reafirmar la sensación de soledad. Sin embargo esa misma sensación, y la nieve que caía lentamente no le hacían perder la magia, al revés. Era como estar en Navidad de nuevo, aunque fuera finales de Marzo.

No me hubiera sorprendido ver a alguna hadita volando por ahí. Quizás estaban, después de todo, camufladas entre los copos de nieve....

2 comentarios:

Han Solo dijo...

¡Lo sabia! ¡Las hadas exiaten!

Nicasia dijo...

Cuando yo era pequeña evidentemente no veía hadas, puesto que era ciega. Pero mi madre decía que hablaba sola a todas horas y que cuando me preguntaban que con quien hablaba, yo contestaba "con los manolillos voladores". Quienes serian estos manolillos...las hadas existen. Seguro que si.

 
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