miércoles, 25 de febrero de 2009

EL SENTIDO DE LA VIDA


Según “La Guía del Autoestopista Galáctico” es 42. Según los Monty Python, una sarta de despropósitos. Todos nos lo preguntamos alguna vez, y nadie tiene una respuesta.

Yo esta mañana me he levantado deseando, como siempre, que llegase el sábado. Luego, que llegase el lunes para pesarme y ver si he perdido. Me he quedado parada, asustada de hasta que punto el sentido de mi vida se ha quedado reducido a pequeñas metas: no madrugar, no engordar... Ser feliz en el día a día. No sé si eso es bueno o es malo, pero me sentí un poco vacía.

Cuando era niña, o adolescente, me daba miedo no perdurar, desaparecer de este mundo sin dejar nada atrás. Por eso escribía un diario (36 tomos llegué a escribir, ¿lo he dicho ya?), poemas, relatos, dibujos... Quería hacerme famosa, me daba igual el cómo. Cuando me quitaban la ilusión de poder vivir de mis dibujos (cosa que hicieron muy concienzudamente durante mi infancia, así me ha ido), pensaba que entonces me dedicaría a la investigación y sería una científica famosa. Todo, como digo, por mi miedo a desaparecer y no dejar nada detrás de mí. Y os puedo decir que una de las cosas que más me aterraba, más me traumatizaba, era leer artículos científicos en los que se hablaba del fin del universo como tal, y entonces pensaba que hiciera lo que hiciera, al final mi memoria se perdería cuando se perdiese la humanidad. Como veis, me lo pensaba todo a muy largo plazo.

Con el tiempo te inmunizas a esos miedos, dejas de pensar en ello, y te vas centrando más en el día a día. Ahora sé que dejo detrás de mí algo mucho más valioso que cualquier obra mía, un trocito de mi genoma que además da la casualidad de que es un ser humano excepcional (si no se descarría por el camino, que hasta Adolf Hitler fue niño alguna vez), y me río un poco de mis esfuerzos de la infancia.

Me doy cuenta de que el sentido de la vida consiste simplemente en ser feliz y disfrutarla mientras la tienes, y como soy bastante optimista, y creo que bastante afortunada (veamos: tengo un trabajo estable, una familia que me quiere, buenos amigos, no tengo deudas y me puedo permitir prácticamente todos mis caprichos, siempre que lo haga con cierto sentido común, y no me falta salud ni a mí ni a los míos), pues quiero pensar que mi vida es plena y que tiene sentido.

Pero momentos como el de esta mañana, en que durante unos segundos el sentido de mi vida se reducía a que la semana pasase lo más rápido posible, me hielan el corazón.

Supongo que como en todo, la virtud está en el término medio....

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