miércoles, 14 de enero de 2009

CROFT MANOR


El día de Reyes uno de los regalos de Leo fue el juego Tomb Raider Underworld para la PS3.

Tengo que decir que cuando oí hablar por primera vez de Lara Croft, allá por los 90, y me vi sus primeros diseños poligonales en los que saltaban a la vista particularmente dos polígonos en concreto, le cogí bastante manía al personaje. Me parecía un símbolo machista e insípido y no entendía la razón, aparte de la hormonal, de su éxito.

Luego, cuando Leo se empeñó en tener el Tomb Raider Legend para la PS2, y se lo vi jugar (porque yo soy adicta a ver jugar juegos de ordenador, no a jugarlos. La misma diversión y ni gota de estrés), tuve que tragarme mi opinión. El juego era impresionante, la historia enganchaba y Lara, como personaje, se ganó mis simpatías casi desde el principio.

Una persona que acaba de matar a un yakuza japonés y que cuando le preguntan donde está responde con todo su cinismo “Depende de si ha sido bueno o malo”, ya tiene todos los puntos para entrar en mi lista de gente guay.

Si además le añadimos que sus proporciones empezaban a ser más “normales”, que su belleza (curiosamente, de “vulgar” mujer castaña de ojos castaños) era más terrenal y que lo más interesante de ella era su intelecto (vale, y sus dotes como gimnasta. Si fuera al programa Ninja Warrior, dejaría en bragas a Yamada, Nagano y todos los demás. Es más, aún estoy esperando que alguien que entienda de programación haga un guiño a este programa y haga una versión en el escenario del monte Midoriyama con Lara Croft como concursante…), le fui cogiendo hasta cierto cariño, empezando a ocupar un lugar en mi lista de mujeres “como las que me gustaría ser de mayor”.

Pero hay una cosa que envidio de Lara Croft por encima de todas. Su mansión. Noventaitantas habitaciones. Una biblioteca inmensa. Cama con dosel, baño con Jacuzzi, habitación vestidor toda forrada en madera, piscina gimnasio cubierta… y todo con ese aire neo gótico…

Hay dos edificios que son mi sueño imposible, dos edificios en los que si fuera archimillonaria, como Lara, me gustaría vivir. Uno es el Seminario de Zaragoza, precioso edificio también neogótico, descomunal, inmenso, que ahora ha comprado (y destrozado, hasta el punto en que se les hundió el tejado durante las reformas) el Ayuntamiento.

El otro es la Mansión Croft.

Por eso, cuando en el último videojuego de Lara Croft, Tomb Raider Underworld, esa maravillosa mansión vuela en pedazos (no, no es un spoiler. El videojuego comienza con esa explosión), me quedé con algo roto por dentro…. Hasta el punto que cuando llega ese momento en el juego, cuando queda claro que la mansión no es prácticamente más que cenizas, se me debió poner tal cara de tristeza, que el propio Leo me dijo “Tranquila, mamá, que sólo es un videojuego…”

1 comentarios:

Han Solo dijo...

es qeu la Lara esta cañon...del Colorao

 
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