jueves, 26 de junio de 2008

MUJERES DESESPERADAS

Mujeres Desesperadas es una de mis series favoritas de TV, en este momento la que más me gusta y la única en los últimos años que ha conseguido que no me quiera perder ningún capítulo (sobre todo porque otras series que me gustan como House, Médium o Bones son series de episodios autoconclusivos, así que si me pierdo alguno normalmente no pasa nada). Aunque reconozco que la serie se está alargando demasiado, no puedo evitar seguir enganchada para saber qué pasa con las protagonistas en cada nuevo episodio, y en algunos hasta me llega a desesperar a mí también cuando un problema que podría resolverse de una u otra forma, sigue sin resolver.

Engancharme a esta serie fue una pura casualidad. El día que la estrenaban en la cadena Fox habíamos visto algo que terminaba justo antes, y empecé a prepararme para irme a la cama. Curiosamente, no había apagado aún la tele, aunque pensaba hacerlo. Vi empezar el episodio mientras recogía alguna cosa, y de pronto, la voz en off de la protagonista empezó a decir esta frase:

"Al principio todo parecio muy normal... prepare el desayuno de mi familia, hice las tareas de la casa, terminé unos trabajillos pendientes e hice los recados... en realidad, pasé el día como cualquier otro, sacandole brillo a la rutina de mi vida, para que resplandeciera con toda perfección. Por eso me resultó tan asombroso que decidiera ir al armario del pasillo a coger un revolver que jamás se había usado...".

Y la protagonista... se suicida.

Entonces empieza una de las mejores cabeceras de programa que he visto en mi vida, combinando diversas obras de arte de toda la historia de la humanidad en una animación impresionante, con una música única...

Y para terminar de dorar la píldora, en un momento determinado, me pone “Música de Danny Elfman”.

Ni que decir tiene que a esas alturas ya estaba sentada en el sofá con la mirada fija en la pantalla.

Por que el mérito de Mujeres desesperadas no está en lo que cuenta, si no en cómo lo cuenta. La vida de las cuatro mujeres protagonistas, contada en off por el ¿fantasma? de su vecina fallecida (excepto en un episodio dedicado a los hombres que lo cuenta el del marido de una de ellas), que termina siempre con una reflexión tan acertada que hay hasta páginas web dedicadas a recopilarlas todas (cosas que encuentra una informándose para el blog), toma una dimensión completamente diferente a la de un culebrón tradicional. Los personajes a veces son esperpénticos, dado que en realidad muestran comportamientos extremos, pero precisamente por ello todos tienen algo con lo que te puedes identificar... yo siempre digo que me gustaría ser tan sexy y glamourosa como Gabrielle, poder ser tan buena ama de casa como Bree y saber llevar los problemas (y sobre todo su relación con su marido) con Lynette (mi favorita), pero que quizás por eso acabaré tan desquiciada como Susan... Y en cuanto a las cosas que les pasan... pues como digo al final la serie acaba degenerando porque es difícil encontrar cosas que contar en cuatro temporadas, pero cuando hago repaso de mi vida, descubro que yo también tengo mis problemas familiares, he conocido gente muy cercana que ha pasado enfermedades graves (incluido mi hijo), he descubierto que una persona con la que trabajé cerca de 10 años ha sido acusado de pederastia, muchas de mis amigas se han separado de sus maridos y alguna hasta ha sufrido malos tratos, he visto morir a gente que no me esperaba por causas que van desde la muerte natural al suicidio, y otras cosas más dignas de un culebrón... así que ¿de qué me sorprendo?

Además, tarde o temprano, los problemas de Susan, Gabrielle, Bree y Lynette se solucionan. No es lo que yo llamo una serie “Carpanta” en las que los problemas del protagonista nunca se solucionan y al final te sientes desgraciado por afinidad con él. No. Al final, hay siempre un final feliz, y ¿no está para eso el cine?

La vida real ya es lo suficientemente desagradable de por sí, así que dejemos el cine y la TV para lo que realmente son: para evadirnos y disfrutar con la felicidad de otros, imaginando que quizás nosotros también podamos conseguirla algún día. Eso es lo que hace que sean series de Ficción, y por tanto, al fin y al cabo, un tipo de fantasía. Por eso me gusta tanto.

NOCHE DE PERROS

Esta noche he vuelto a tener un sueño viajero. Estábamos en alguna zona montañosa (me gustan las montañas, debe ser por haber nacido en una llanura plana como una hoja de papel), posiblemente los Alpes, de vacaciones toda la familia. Tras dar unas vueltas intentando hacer fotocopias y encontrando un local extraño que aunque se dedicaba a la venta a empresas de fungibles para ordenadores tenía una fotocopiadora cutre y me permitía fotocopiar un montón de folios, nos encaminábamos a una piscina pública, pero nos dábamos cuenta de que no había mucho tiempo, y pagar entrada para todos para un ratico era un tanto absurdo, así que se metían un rato mis padres con Leo y yo mientras esperaba fuera con Josema ordenando las fotocopias.

Al cabo de un rato nos íbamos a ver la ciudad. Era una ciudad extraña, ya que entre las casas típicamente alpinas, de ciudad moderna preparada para el turismo del esquí, había algunos edificios que parecían sacados de una fantasía de Indiana Jones. Parecían de una civilización antigua, entre egipcia y romana o griega, altos, de piedra color arena (muy fuera de lugar entre las edificaciones de madera) de varias plantas, y cuajados de esculturas en las fachadas. Josema estaba emocionado, porque los identificaba con no sé que culto a no sé qué divinidades que él conocía muy bien, y me decía los nombres, que ya no recuerdo. Al final llegábamos a uno de los edificios, que estaba dedicado a un dios en concreto, y entonces se desvelaba un poco el propósito del viaje en el sueño, ya que al parecer mis padres habían encontrado en el jardín unas esculturas antiguas, muy, muy antiguas, y llevábamos una para ofrendarla en dicho templo.

Rizando más el rizo, la escultura en cuestión era una especie de perrito, yo diría (¿será una obsesión?) que como un carlino, porque tenía los ojillos mirando a los lados como los de una ranucha, cuerpo parecido al de un bulldog y un rabillo rizado sobre el lomo. Si hubiera estado vivo, hubiera sido calcado al perrillo extraterrestre de la película “Men in Black”. Pero el caso es que dicha escultura era, a la vez y pese a su antigüedad, una especie de proyección kármica del alma de nuestra difunta y nunca olvidada perrita Kira, y como el templo del dios al que nos dirigíamos tenía algo que ver con los animales queridos y todo eso, llevábamos la escultura allí no sé muy bien para qué.

El templo, una vez pasada la fachada de piedra color arena, tenía una larga escalinata en su interior, de hecho prácticamente era una escalera todo él ya que la escalera empezaba como unos dos metros a partir de la puerta y llegaba casi hasta el tejado del edificio. A los lados había como rellanos con columnas y arriba un pasillo de unos dos metros de altura que se perdía en el interior. Me pregunto si estaba edificado en la ladera de la montaña o simplemente mi mente jugaba a ser Escher. En cualquier caso, subir tanta escalera con un perro de piedra en brazos era una paliza, y en un momento determinado nos parábamos a descansar en uno de los rellanos, y al dejar la estatua en el suelo cobraba vida y se convertía en un pizpireto Yorkshire. Aunque físicamente se parecía más al también difunto Robin, y aunque la llamábamos por otro nombre que tampoco recuerdo, esa perrita vivita y coleando era nuestra Kira, y nos miraba con ojillos alegres y empezaba a subir las escaleras por su cuenta, volviéndose de vez en cuando a mirarnos como diciendo adiós, pero sin invitarnos a seguirla.

El alma de Kira subía a donde debía estar, y nosotros no podíamos acompañarla.

Me desperté con ganas de llorar, y aún vuelvo a tener ganas cuando me acuerdo. Lo que llegamos a querer a aquella perrita, que se consideraba más humana que nosotros y se ofendía cuando no podía entrar a según qué sitios. Tengo que escribir un día largo y tendido sobre ella. Pero hoy no. Me inunda la nostalgia. ¡Cuánto la echo de menos!

martes, 24 de junio de 2008

OTRA VEZ DE GUARDIA

He vuelto a soñar que estaba de guardia. Buf. Como lo odio. Y eso que no he hecho nunca guardias en el hospital. Empieza a ser como una obsesión. Además, era una guardia mala. Había habido un accidente, y llegaban heridos de bastante gravedad a Urgencias. Me sentía bastante inútil y quería irme de allí. Y por fin terminaba mi turno y me ponía a recoger cosas, y entonces (maldita sea), me daba cuenta de que tenía miles de cosas mías y de Leo desperdigadas en el vestuario, y cada vez que creía haber recogido todo me daba cuenta de otra cosa más y tenía que intentar añadirla al montón sin que se me cayera todo lo que ya llevaba... con, además, la desagradable sensación de que si no me iba a tiempo, iba a venir alguien por ahí (todos mis demás compañeros ya habían “volado”) y me iba a decir que ya que aún no me había ido, me quedase a ayudar.

Angustioso, muy angustioso. Me he despertado de un salto, y no estoy muy segura de si he llegado a oir o no el despertador, porque he mirado el reloj y eran las 7 y unos pocos segundos... ¿me ha despertado el sueño, o ha sido el despertador el que me ha librado de él? Chi lo sa....

lunes, 23 de junio de 2008

ROLEROS ROMANOS

Sin comentarios

PICOTAZOS

Mi amiga la lluvia se ha ido. Ha llegado el verano como llega a esta ciudad, de golpe y como un mazazo, y ahora no se puede ni salir a la calle del calor que hace.

Como tengo la suerte y la fortuna de vivir en una casa fresquita, ni falta que me hace salir. Del trabajo (con aire acondicionado) al coche (con aire acondicionado) y de ahí a mi casa (fresquita) o a la de mis padres (fresquita también). Así que prefiero mil veces el calor a la lluvia. Además, soy friolera.

En casa de mis padres hay jardín y piscina. En realidad más que una casa es una mansión, de la que están orgullosos con motivo más que suficiente. Pero es curioso que cuando en mi infancia no había quien me sacase del agua, ahora a mí la piscina ni me va ni me viene y a veces hasta tengo peleas con mi madre que no entiende como, con el calor que hace y lo que apetece un baño, yo llego a su casa y paso olímpicamente de bañarme.

Y es que a mi apenas me gusta salir de casa. En mi casa tengo mis hobbies y mis entretenimientos, y el sol para mí es un enemigo que me hace sudar y me deslumbra en verano. En invierno soy demasiado friolera para estar fuera y apenas hay luz. Si no, es el viento... en fin, que no me gusta el exterior.

Incluso esos momentos de verano al atardecer cuando ya refresca y “se está tan bien en el porche” son odiosos.

El jueves pasado cenamos allí, porque habían venido mis tíos de Francia de visita, y se estaba mejor. No lo niego, se estaba bien en el porche. Pero faltaba el último factor que odio del exterior: los bichos. Estos meses de lluvia han dejado una provisión impresionante de mosquitos. Y uno decidió cenárseme a mí. Llevo las piernas acribilladas. Esta noche incluso he soñado que alrededor de la piscina había un nido de serpientes, y cada vez que pasaba al lado dos cobras saltaban sobre mis piernas como normalmente hace mi gato y me clavaban los colmillos. De hecho pasaba varias veces, porque se me olvidaba que estaban allí (se suponía que el resto eran culebras, inofensivas), e inexorablemente, cada vez que pasaba, las cobras saltaban a mi pantorrilla. Menos mal que por algún motivo, no tenían veneno. Yo lo sabía, y solo me fastidiaba la perseverancia de los bichitos... ¿qué puñetas les había hecho yo para que cada vez que me acercase me dieran un mordisco? Y con toda mi santa paciencia, separaba sus mandibulas de mi pierna, las soltaba y las devolvía al montón de serpientes.

Lo sé.

Mis sueños pueden ser de lo más psicodélico.

domingo, 22 de junio de 2008

ADIOS, PAULA

Tengo una muñeca que se llama Paula.

Es una muñeca pequeñita, una BJD de 14 cms. de altura que compré de segunda mano muy baratita a una chica de Australia que se quitaba el stock de la tienda y su colección personal. Fue un impulso precipitado que no me convenció mucho cuando ya no tenia remedio, y por ello la pobre muñeca se quedó sin nombre y sin ser presentada oficialmente, con cara de pena, en mi casita de muñecas, hasta que decidiese que hacía con ella.

Casi dos años después, una persona del grupo americano de Elfdoll escribió buscando precisamente esa muñeca. A mí me cuesta mucho deshacerme de lo que entra en casa, así que le ofrecí a esta persona un intercambio. Yo le mandaba la cabeza de la muñeca que ella quería si ella me mandaba la de otra del mismo tamaño que a mí me gustaba más. Estuvo de acuerdo e hicicmos el trato.*

El caso es que también durante esa época, una compañera de clase de Leo llamada Paula, con cuya adorable madre, Yolanda, hablo mucho porque va y viene a buscarla al cole todos los días como nosotros a Leo, tuvo un amago de Meningitis. Gracias a Dios no fue nada y solo estuvo un par de días en el hospital, así que cuando me comunicaron la buena nueva se lo dije a Josema

- ¡Paula ya está en casa!

Josema me miró al principio con cara de tonto como si no supiera de qué le estaba hablando, entonces le expliqué que a Paula ya le habían dado el alta del hospital, y me dijo muy serio

- ¡Ah, creí que era otra muñeca que habías comprado!

Ante la sorpresa inicial , decidí no tomármelo a mal y le dije

- ¿Sí? Pues mira, ahora la próxima muñeca que venga se llamará Paula.

Y como la próxima muñeca que llegó fue la cabecita de Min Del Re para el transplante, ahora la muñequita de morritos algo cabreados y coletas de colegiala se llama Paula. Y aunque Leo protesta porque no es castaña de ojos verdes como la Paula original, cuando veo a esa pequeñina, pienso en Paula Guirado, la princesita madrileña de clase de Leo.

Porque Paula es madrileña. Bueno, en realidad creo que nació en Barcelona, porque el padre de Paula, que trabaja en Caja Madrid, va de destino en destino por motivos laborales, y hace tres años aterrizaron en Zaragoza, donde decidieron que su hija iría al Liceo Europa, tuvieron otro hijo (Jorge), pasaron experiencias terribles y otras no tan malas, y dejaron una huella imborrable por su encanto y amabilidad.

Este verano Yolanda ha decidido que se volvían a Madrid. Después de las muchas vicisitudes que han pasado en nuestra ciudad, ha decidido volver cerca de su familia aunque su marido tarde algún tiempo más en reunirse con ella. Así que el viernes se despidió de todo el mundo (se echó a llorar cuando abrazó a la profesora, Feli) y, tras traer a Paula ayer a la fiesta de Dinosaurios de Leo, nos promete venir el jueves a casa de mis padres (con quienes ha hecho más amistad que conmigo) para despedirse formalmente.

Espero de corazón que en Madrid se termine su mala racha, que dejen de pasarle cosas malas y por fin pueda ser feliz, porque se lo merece. Pero yo echaré mucho de menos su sonrisa, y la del pequeño Jorge, su constante alegría y todas las cosas que nos cuenta haciendo más amena la espera de los niños a la salida del colegio.

Adiós, Paula. Adios, Yolanda, Javier y Jorge. Os echaremos de menos.

¿SE HA HECHO DAÑO, SEÑORA?

Ayer Leo celebró su fiesta de Dinosaurios, una especie de tradición que inauguró hace tres años y que mis padres se prestan gustosos a organizar. Así, nada más terminar el curso, invita a todos sus compañeros de clase al chalet de sus abuelos y pasan una divertida tarde de piscina mientras los padres y abuelos hablamos de nuestras cosas. Lo de los dinosaurios es un poco anecdótico. El primer año pintamos unos cuantos en cartones, y poco más. El año pasado ya añadimos una piñata en forma de tiranosaurio comprada por internet que fue de lo más divertido de la fiesta (nota: los niños en jauría son dignos de un documental de National Geografic. Casi oía la voz de Félix Rodríguez de la Fuente cuando la piñata cayó al suelo y los niños saltaron sobre ella desmembrándola y llevándose el contenido a puñados con miradas de odio hacia cualquiera que intentase arrebatárselo. Los dos años). Y este año hemos repetido la piñata y añadido globos con pequeños dinosaurios dentro, como sugería la página web Euroresidentes.

Además este año hemos batido record de asistencia. No todos los años pueden venir los mismos niños, como es lógico, y algunos incondicionales nos han fallado. A cambio, Alicia y Claudia (nuestras chinitas auténticas y genuinas) han venido por primera vez, las primeras y en compañía de sus padres que nos invitaron a celebrar el día de China en la Expo, y Diego y Lucía, cuñado y novia formal de mi hijo desde los 4 años, pudieron apuntarse también, para mi gran alegría.

Leo lleva siendo novio formal de Lucía, como digo, desde los 4 años, en que decidieron en 2º de Infantil que se casarían el uno con el otro y de momento, ninguno de los dos parece haber cambiado de idea, pese (o quizás gracias) a que los mellizos dejaron el colegio ese mismo año y no se ven más que para cumpleaños y eventos varios. A mí, personalmente, y pese a lo poco probable del tema, no me importaría lo más mínimo que la cosa fuera realmente en serio y de adultos formalizasen su relación: Lucía es una niña preciosa, inteligente y, eso sí, un poco marimandona, que haría una pareja excepcional con Leo. Y además, sus padres son encantadores y nos llevamos fenomenal con ellos, así que ¿qué mejor perspectiva que no tener problemas con los consuegros?.

De hecho, Pili, mi “consuegra”, es una persona encantadora con la que da gusto hablar, y en muchos sentidos fue ayer el alma de la fiesta.

Hubo comentarios sobre la edad, sobre si nos hacemos o no viejos, y sobre todo, sobre el hecho de que no, no nos sentimos viejos. En seguida mi suegra comentó que a ella lo que más le impactaba era que le cedieran el asiento en el autobús. “Dios mío, ¿tan vieja me ven?”, se quejaba ella. Y es que es verdad, la juventud va por dentro, pero de vez en cuando alguien te suelta una muestra de respeto con su mejor intención y educación, y te sienta como un mazazo... porque esas muestras de respeto son para los viejos, y tú no te sientes así. Pili, chica morena, delgada, bonita y de aspecto juvenil, nos comentó que hace poco se cayó por la calle, y unos trabajadores de una obra cercana se acercaron corriendo a ella y le preguntaron “¿Se ha hecho daño, señora?”. Con gran sentido del humor, nos dijo que lo primero que le vino a la mente fue “Ahora sí que me habéis hecho daño, pero en la moral. Como si me hubierais clavado un cuchillo y lo hubierais retorcido con saña”.

Jeeee. La entiendo. Creo que escribí, o pretendía escribir algo al respecto. Cierto, ciertísimo es que la edad se lleva por dentro, pero a veces lo que hay fuera confunde, eso está claro. Igual que las experiencias. En algún suplemento de periódico he leído hoy algo sobre que proponían cambiar el término “cuarentones” por el de “cuarentañeros”. Ya que cuarentón tiene un significado despectivo y decadente que no coincide con como se siente la persona de cuarenta años hoy en día.

A mi la verdad, me da lo mismo. Yo este año salto a los 41, pero no me preocupo si no pienso en ello. Es cierto que a veces me asusta pensar en que yo he vivido mi juventud en la época en la que algunos de mis amigos ni siquiera habían nacido, pero como digo siempre, eso no es porque sea vieja sino porque nací demasiado pronto. En cualquier caso, todo esto se resume en este anuncio:

Que sí, que sí, que vivimos en los 80. ¿Y qué?

Lo importante es disfrutar cada momento de la vida. Da igual la edad que tengas. Y como dicen los castizos, ¡que nos quiten lo bailao!

SUEÑOS VIAJEROS

El pasado viernes día 20 soñé que viajaba a Australia a visitar a mi amiga Jill (la que estuvo por aquí en Junio de 2006). Íbamos a su casa y me sorprendía lo seco que era todo, muy, ¿cómo diría yo?, monegrino... no me sentía para nada fuera de mi país. Las casas, sin embargo, sí que eran raras. La casa de Jill era como una casa de pueblo aragonés, pero el patio lo formaban otras casas edificadas alrededor y tenía salidas entre los edificios... era rara, muy rara, de verdad. Es difícil de describir, como casi todos mis sueños, pero tenía una mezcla de elementos familiares y extraños muy desconcertante.

Otro factor del sueño era que nos habíamos llevado a Jonsey con nosotros. Me sorprende tanto que lo hubiéramos hecho como que el animal aguantara el viaje... Se supone que los animales en los aviones van en la bodega, y un viaje a Australia como mínimo seguro que era tan largo como el de Japón. Llevar al pobre Jonsey en la bodega del avión más de 11 horas me parecía una tortura horrible e innecesaria. Sin contar la despresurización, el maltrato de las maletas (y ya no digo nada de posibles cuarentenas porque en mi sueño ni me acordaba de ellas). Encima había otro problema... ¡la vuelta! Jonsey había soportado la ida, porque estaba allí, recorriéndose pueblos australianos más feliz que un ocho (de hecho me costaba encontrarle). Pero ahora iba a tener que pasar por lo mismo cuando volviésemos... Me daba miedo que como mínimo, se marease....

Curiosamente cuando me desperté por la mañana, Jonsey vomitó. Varias veces, además. Hasta el punto que me fui al trabajo preocupada. Y obviamente, no por que se hubiera mareado durante el viaje. Debía haber comido algo que le sentó mal, pero si la cosa iba a más, no sabía que hacer. Se quedó, además, el pobre, encerrado en la cocina, ya que mi sentido práctico decía que si le dejábamos toda la casa libre, vomitaría en la cama o algún sillón.

Menos mal que cuando volvimos a casa no había vuelto a vomitar y todo fue una falsa alarma. Es posible que pillase a alguna de esas cucarachas medio moribundas que salen después de que fumiguen, envenenadas y por tanto, venenosas. En casa rara vez se ven esos bichos que tanto Josema como yo no podemos soportar... pero cuando vienen los de antiplagas y fumigan, entonces sí que se ven... Ojos que no ven, corazón que no siente... prefiero, sinceramente, que estén vivas y no salgan de las cañerías, a que las maten y me las encuentre por la casa....

En cuanto a hoy, he soñado con la Expo. Iba a visitarla yo sola, aunque me acababa juntando con varias personas entre ellas un chico que era matrona, y que había conseguido cosas de Nuk y otros laboratorios en los pabellones para mi sorpresa. Yo quería sellar mi pasaporte, y se me olvidaba todo el rato, y el sueño era un trasiego de escaleras mecánicas, idas y vueltas buscando dónde se sellaban, intentando no encontrarme con no sé quien, e intentando encontrar al resto de mi familia que, por lo visto, iba a venir más tarde.

jueves, 19 de junio de 2008

MOTEROS

Ayer, volviendo de casa de mis padres, vi los restos de un accidente en mitad de la ciudad. No sé muy bien cuales fueron las consecuencias, porque desde el coche y conduciendo, siempre es difícil evaluar, pero había una ambulancia, dos coches parados, dos motos paradas también, y una por los suelos bastante destrozada. Así que no es difícil imaginar que el que iba a ocupar la ambulancia era el conductor de la moto, y como uno de los problemas de las motos es que el conductor es también la carrocería, no puedo evitar que se me pongan los pelos de punta.

Y con eso tengo excusa para hablar un poco del tema.

El otro día cuando fuimos a ver Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal, salieron dos anuncios de la nueva campaña de la Dirección General de Tráfico. Los anuncios de la DGT normalmente son muy buenos, muy impactantes y, desgraciadamente, poco útiles. En general suelo estar tremendamente de acuerdo en los mensajes, aunque echo de menos alguno dirigido a esos impresentables que van por la autopista a 180 kms. por hora abonados al carril izquierdo y que te echan las luces para que te apartes porque “sólo” vas a 130 (o sea, saltándote tú mismo el límite que es de 120), y que me parecen los principales psicópatas al volante y posiblemente responsables de los peores accidentes de la autopista (alguno incluso ha intentado sacarme luego de la carretera si tardaba mucho en apartarme de su camino o no aceleraba para dejarles paso). Que la mayoría de esa gente, además, conduzca BMWs, no sé si es anecdótico o importante, pero es estadísticamente significativo y yo estoy convencida que se debe principalmente a la publicidad y ese eslogan discriminatorio de “¿Te gusta conducir?” – o sea, al que le gusta conducir, va en BMW, el que lleva otro coche conduce por obligación y es un pringao, ¿no?

En fin, que como siempre divago y me voy del tema.

De los dos anuncios que vimos en el cine, uno me parecio muy acertado, como todos. El segundo, concretamente este:

me indignó, hasta el punto de que Josema en el cine me dio un codazo para que me calmara.

¿Y por qué?

Pues por que ponen al conductor como el único culpable del accidente. El hombre se repite “¿Por qué no volví a mirar, por qué no volví a mirar?”. Vamos a ver, alma de Dios, lo primero de todo, pregúntate, ¿por qué no lo viste?.

Pues porque muchos motoristas, muchos, demasiados, más de los que deberían, no respetan las normas que nos echan en cara a los demás conductores no cumplir, y se saltan carriles, se meten entre coches, se colocan en ángulos muertos o se cruzan por lugares por donde no los esperan. Se aprovechan de tener vehículos más pequeños y ágiles con mayor capacidad de maniobra, pero se olvidan de que si no te ven, no te pueden esquivar.

Así que ese anuncio está mal dirigido. Está bien recomendar (más) prudencia al conductor en general. Pero por favor, que alguien recuerde, TAMBIÉN, al motorista, que si él es el más frágil, debe de cuidar de su salud, y no saltarse las normas ni cruzar por lugares por donde un conductor no espera ver un vehículo. ¿Por qué no hay anuncios que les recuerden que DEBEN respetar las normas de circulación más elementales?

Como el caso que cuenta Josema, del hermano de un compañero de trabajo, que salía de un garaje por la noche, y miró, como es lógico, en la dirección en la que venía el tráfico – no podía esperar que apareciera, conduciendo en sentido contrario, una moto sin luces... ¿o sí? Que alguien le diga a ese señor que no miró bastante...

No debo andar yo tan desencaminada cuando a Damián, que estaba con nosotros en el cine, o a mi padre, con quien hablé del tema al respeto poco después, también les indignó sobremanera...

Y ahora la nota conciliadora. Conozco y respeto a varios moteros. Este comentario solo va contra los moteros que no respetan a los demás conductores, que toman conductas de riesgo y encima luego pretenden que seamos los demás conductores los que les respetemos. Del mismo modo que hay conductores de coche psicópatas, conductores de autobús psicópatas, y conductores de bici o peatones, más que psicópatas, suicidas, hay moteros (muchos) que por aquello de fardar, de saltarse los atascos o de conducir por las aceras, se ponen en peligro a sí mismos. Que no nos trasladen la culpa a los demás conductores, por favor. En esos casos, desgraciadamente, la culpa es solamente suya. Nos quiera vender lo que nos quiera vender la DGT.

sábado, 14 de junio de 2008

SEMANA DE ACONTECIMIENTOS SORPRESA

El martes Leo y yo visitamos la Expo. Fue algo totalmente inesperado, ya que era un acto especial en el que invitaban a 30000 (creo) zaragozanos a visitarla antes de la inauguración oficial, este sábado día 14. El caso es que a las 4 de la tarde me llamó Mabel para decirme que habían conseguido 4 entradas y habían pensado en Josema y en mí. Como Josema (a pesar de ser su cumpleaños) no estaba, nos fuimos Leo y yo.

He de decir, lo primero de todo, que fuimos un auténtico desastre. Me dejé la tarjeta de la cámara de fotos (nunca la saco y por una vez, mira, se quedó fuera), las otras estaban prácticamente llenas, tuvimos que volver al coche a por el movil, monté el numerito padre en la entrada porque llevaba los bolsillos llenos de cosas y no me acordé de sacarlas en el detector de metales, y, en fin, probablemente varios detalles más que mi memoria misericordiosamente ha borrado nos hicieron entrar a las 8 en vez de a las 7,30 como esperábamos (antes era imposible, Leo salía a las 6 del cole y Mabel a las 7 de trabajar). Pero las dos horas escasas que estuvimos allí fueron deliciosas, no sólo por lo bonito del ambiente (sí, sí, la Expo es MUY bonita), sino por supuesto por la compañía, y la ilusión que le hizo a Leo ser “el primero de su clase en ver la Expo” y subirse al teleférico con Mabel (otra muestra de generosidad, Damián cedió su invitación para el teleférico a Leo, y nosotros dos les esperamos abajo, ya que no había suficientes para los cuatro) valieron la pena.

Por otro lado el jueves me sorprendió con una invitación a cenar con los participantes del Congreso de la Sociedad Española de Electro Medicina (o algo así). Había que ponerse de tiros largos (algo de lo que he perdido la costumbre, la verdad, aunque me guste), y era para esa misma tarde... Así que hubo que improvisar.

A veces en esas celebraciones me siento fuera lugar. No conozco a nadie, y hay que mantener unas formas que no siempre sé si consigo mantener.... Aunque no os lo creáis, soy bastante tímida y me cuesta “romper el hielo”. Así que me recuerdo durante la mayor parte de la cena contando los asistentes por mesa (aunque las mesas eran de 8, en la mayoría de los casos estábamos 7 personas), jugando con la vela del centro (una cosa redonda, como una lámpara, hecha de cera y con la vela dentro, que a todos nos llamó la atención), y preguntándome que pintaba allí. Menos mal que nos tocó con gente simpática, a una persona ya la conocía y a la otra me parece que también, y al final se nos unió un argentino que consiguió dar conversación a casi toda la mesa aunque solo fuera sobre temas de trabajo.

Al final lo pasé bien, valió la pena, y supongo que eso es lo que cuenta.


HIDALGOS Y SAMURAIS

Ayer pasamos por Taj Mahal, la tienda de comics más emblemática de Zaragoza, y nuestro punto de suministro de vicio habitual aparte del paréntesis que marcó la existencia de Saga. Hicimos acopio de vicio y perversión para el fin de semana, y como es lógico, y a pesar de que hoy he dedicado la tarde a la largamente pospuesta actividad sexual (o sea, lo que jode: limpiar, barrer, fregar…) ya prácticamente he devorado casi todo lo que compramos.

La lista incluyó titulos de series que teníamos abandonadas como XIII (de hecho, he descubierto que me faltan 3 números aparte del que compré ayer) o Hellboy, una lámina limitada y numerada de Victoria Francés por el exorbitante precio de 2,75 que me enamoró por la mirada verde del gatito, y, entre otras cosas más, el último número de Usagi Yojimbo.

Usagi es una serie que nos encanta, y que a pesar de mi escepticismo y reticencia ante toda serie en que animales de distintas especies convivan, hablen y tengan sociedades más o menos semejantes a las nuestras (¿cómo puede ser amigo un conejo de una zorra sin que esta última piense en devorarlo? ¿cómo puede el ratón Mickey tener a Goofy, un perro, como amigo y a Pluto, otro, como mascota? ¿cómo puede ser que los herbívoros sean siempre los guapos, listos buenos e inteligentes cuando cualquier zoólogo o antropólogo sabe que el desarrollo del cerebro y por tanto la inteligencia va unida al hecho de ser carnívoro?…) engancha desde el principio y te hace olvidarte enseguida de que el ronin de largas orejas es un conejo y su amor platónico una gatita. Es, además, una apasionante visión del Japón feudal mucho más amena que las que nos muestra tradicionalmente el manga, por mucho que Stan Sakai (el autor, japonés afincado en Estados Unidos y gran amigo de Sergio Aragonés, el ingeniosísimo creador de Groo) insista en decir que comete errores y que tiene que informarse mucho sobre la cultura japonesa para no cometerlos. O quizás precisamente por eso.

Para mí, que por cierto siempre dije que me fascinaba más el Japón moderno que el medieval, la información sobre Japón que me proporciona Usagi Yojimbo va a misa.

El caso es que la gente habla de Japón como de un planeta remoto. Todo el mundo piensa que es una cultura totalmente diferente a la nuestra, que es como otro mundo, que no podemos ni imaginar su forma de pensar… y sin embargo (a veces incluso por eso) les admiramos y nos fascinan.

Yo sin embargo siempre he tenido la teoría de que los japoneses se parecen a los españoles más de lo que queremos admitir (y si me apuras, dentro de los españoles, a los aragoneses). Entrando, por supuesto y desgraciadamente en las generalizaciones que criticaba el otro día…

De los japoneses se dice que son trabajadores, educados, corteses y muy muy disciplinados, y quizás sea eso lo que más les diferencia del español medio, que tiene fama de vago, pendenciero, mal educado y sobre todo, desobediente.

Sin embargo tengo comprobado que los españoles en general somos también nobles, inteligentes, entregados a nuestros seres queridos y muy muy muy orgullosos.

Los japoneses, también.

Yo, el año pasado, en Japón, me sentí como en mi casa.

Cierto es que yo suelo ser educada, respeto muchísimo a los demás, rehuyo el contacto físico (adoro que ellos se saluden con reverencias en vez de con dos besos como nosotros!!!) y cometo el error de devolver las cosas que me encuentro abandonadas en vez de quedármelas.

Pero es que hoy leyendo Usagi he descubierto algo que nos hermana con ellos todavía más.

Hay una historia en el último tomo de Usagi Yojimbo, “Padres e Hijos”, titulada “El Orgullo del Samurai”, sobre un ronin (samurai sin señor) arruinado, que vive con su hijo como un vagabundo y cuyo orgullo le impide trabajar como un campesino y desprecia incluso a los mercaderes por trabajar con sus manos. Vive inmerso en glorias pasadas y solo le queda su orgullo.

¿No os recuerda a algo?

A mí, sí. Me ha sonado exactamente a la descripción de los Hidalgos del Siglo de Oro español. Esos nobles venidos a menos con la llegada de la burguesía, que no tenían medio de ganarse la vida, pero cuyo orgullo les impedía trabajar con sus manos, y vivían en la miseria más escandalosa, pero siempre con sus armas y armaduras a su lado.

De hecho “El Quijote” sería una gran historia de samurais (¿cómo no se le ha ocurrido aún a ningún creador de manga?).

La única (gran) diferencia es como nos lo tomamos el resto de sus paisanos. En Japón, un samurai venido a menos que conserva su orgullo es tratado con respeto. En España, nos reímos de él.

Pero nos une el orgullo. La satisfacción de ser quienes somos, de ganar lo que somos con nuestros propios méritos, y no permitir que nadie, por bajo que caigamos, nos mire como si fuéramos algo peor que ellos.

Nos parecemos más a los japoneses que a los alemanes. Os lo digo yo, que he estado en Japón.

P.D. Nota totalmente fuera de tema. Como escribo esto primero en MS Word, cada vez que empiezo a escribir samurai, Word amablemente me sugiere que escriba “Sam Hoover”, el desarrollador del programa. Hablando de orgullo y todo eso, ¿no os parece? Tiene cohones la cosa….

EXCESO DE RESPONSABILIDAD

Vaya mañanita he pasado hoy. Por algún motivo me he pasado la mañana soñando que era domingo, que me obligaban a hacer guardia en el hospital (tenía que estar allí hasta las 6 de la tarde) y que encima me endilgaban una nueva responsabilidad: la de determinar la comida de los enfermos habitación por habitación. Mi único consuelo, si es que era tal, era que la directora (de la que por cierto, sigo preguntándome que hace con su sueldo para que el otro día me dijera que si se iba de vacaciones no le llegaba para renovar el guardarropa que tras el embarazo se le había quedado pequeño) estaba también allí al pie del cañón. Por A o por B, no conseguía hablar con las plantas antes de la hora de comer, y a las 5 de la tarde sólo había conseguido determinar el menú de la habitación número 100 (que por cierto no existe en realidad en el hospital), así que cuando me desperté, pensando por cierto que encima aún no me había teñido ni depilado, labor que tenía que hacer este domingo por la mañana, estaba histérica pensando en que todos los enfermos del hospital iban a comer a las 6 de la tarde por mi culpa… ¡y las enfermeras tan tranquilas! Como era responsabilidad mía…

Y es que mi caballo de batalla sobre mi trabajo en el hospital es este… a ver, trabajamos en una institución que se dedica a salvaguardar la salud de los demás. Así que cuando surge un problema, primero hay que solucionarlo, y luego buscar responsables. Y tendemos a actuar al revés. Y claro, así pasa lo que pasa. Que el paciente quizás coma a su hora, pero la prueba se le hace cinco semanas más tarde por la cabezonada tonta de un médico que se lleva mal con otro, o porque un administrativo dice que sin el papel azul, la solicitud no se admite. Qué triste…

jueves, 12 de junio de 2008

LA MIGA Y LA CORTEZA

En casa siempre hemos recibido la revistilla “El Mensajero de San Antonio”, publicada por la comunidad de Monjes Capuchinos de la Iglesia del mismo nombre en Zaragoza, y que tiene cierta popularidad incluso en toda España. Es curioso porque en realidad, no somos demasiado religiosos. Lo típico, vamos. Tenemos a Dios por ahí en un rincón de nuestra mente para cabrearnos con él cuando las cosas nos van mal (como si realmente Él tuviera tiempo y ganas para dedicarse a putearnos particularmente a nosotros) o para darle gracias cuando nos van particularmente bien (aunque eso lo hagamos con menos frecuencia, que nos conocemos)… pero eso de ir a misa, no comer carne los viernes de Cuaresma y demás… no le damos demasiada importancia, pa que negarlo.

Pero esa revista en concreto, a la que estaba suscrito mi abuelo Rafael y cuya suscripción fui renovando a su nombre cuando falleció hasta que domiciliamos el pago al mío, es un pequeño invitado en casa al que no me importa recibir todos los meses, porque pese a ser religiosa, la veo muy tolerante. Es más, el calendario que venden todos los años está lleno de pequeñas historias y fábulas, muchas de ellas provenientes de religiones alejadas al cristianismo, en un curioso ejemplo de tolerancia y hermandad. Si la historia tiene valores dignos de recordar, ¿qué importa si la achacaron a Buda, Mahoma o San Chindasvinto? Lo importante es el mensaje, y por ese ejemplo de tolerancia, yo sigo suscrita a esa revista, proveniente, por cierto, de una iglesia que en su momento pagaron y diseñaron los fascistas italianos para hacer un panteón y monumento durante la dictadura a los caídos italianos en nuestra Guerra Civil. Para que veáis como nunca se puede hablar en términos absolutos de buenos y malos, blanco y negro…

A lo que yo quería llegar es a una historia del calendario de San Antonio que me impactó especialmente.

Érase una vez un matrimonio de ancianos que celebraban ya su cincuenta aniversario juntos. No eran tiempos de grandes celebraciones, como hoy en día en que muchos hacen una comida con amigos y familiares o incluso renuevan sus votos matrimoniales. No, estos ancianos simplemente estaban contentos de estar vivos y juntos y se disponían a comer juntos como un día cualquiera más.

Cuando se sentaron a la mesa, la esposa fue a cortar un trozo de pan, y pensó para sí “caray, durante todo nuestro matrimonio me he comido la corteza del pan para dejarle a mi amado esposo la mejor parte del mismo, la miga. Después de cincuenta años juntos, yo creo que ya va siendo hora de ser un poco egoísta, y comerme la parte que más me gusta, la esponjosa y sabrosa miga, y que por una vez, se coma él la corteza”, y así lo hizo.

Entonces vio que a su anciano esposo se le nublaba la mirada y sonreía cargado de emoción, y ella le preguntó: “¿qué te pasa, amado mío?”. “¡Gracias, esposa, gracias!”, dijo él. “Gracias, ¿por qué?”, preguntó ella extrañada.

“Porque”, dijo él, “después de cincuenta años dejándote comer mi parte favorita del pan, la corteza, que tan a gusto te comías tú también, por esta vez y como regalo de aniversario, te has comido tu la miga, y me has dejado a mí la deliciosa y crujiente corteza”…

Moraleja: Menos generosidad a ciegas, y más comunicación… ¡Cuántas veces me acuerdo de esa historia cuando de pronto mi marido me dice: ¿para que me compras tal cosa, si a mi no me gusta?!. Joe, si me lo hubieras dicho antes…

Hay que comunicarse más.

miércoles, 11 de junio de 2008

AUTOBUSES DE ALOSA

Acabo de añadir un colectivo más a mi lista negra de conductores odiosos. Los autobuses de Alosa. Me tienen negra. Cuando iba por la calle Salvador Allende de camino al trabajo siempre había uno que paraba justo antes del semáforo de la entrada de la Avda. Valle de Broto… como no te acordases y fueses detrás de él te tenías que esperar a que bajase y subiera toda la gente porque por supuesto, nadie de los que vienen detrás va a ser tan caritativo como para dejarte cambiar de carril. La semana pasada retomé esa ruta y se me olvidó el pequeño detalle… y me comí varios semáforos por su culpa.

Hoy volviendo del trabajo otro ha decidido pararse…¡en el carril de la izquierda de una calle de tres carriles! Para qué, no lo sé, pero me ha tenido un buen rato detrás de él, y encima, no he podido cambiar de carril, así que lo he llevado delante durante bastante rato comiéndome todas sus paradas y su paso de tortuga.

No me sorprende que una vez viera a uno de ellos con una flor en el culo. Me parece que son de la misma cuerda…

COMO AGUA DE MAYO


Maldita lluvia, maldito Madrid, cantaba Jaime Barella en una canción que tenía grabada de la radio años ha en mi casette favorita, aquella que me dejé en un radiocassette en casa de mis primas de Madrid porque, claro, como era mi favorita, la puse para que la oyeran, y cuando estábamos a 500 metros de su casa volviendo hacia Zaragoza me di cuenta de que nunca la sacamos del aparato. A pesar de que les pedí a mis padres dar media vuelta y recuperarla, me dijeron que daba igual, que ya me la guardarían mis tíos para la próxima vez que me vieran.

Nunca la recuperé, y con ella se perdieron canciones como esa, que nunca he vuelto a oir en ningún sitio. Quizás no sean gran cosa, pero son parte integrante de mi adolescencia, y el no recuperarlas en cierto modo, las hizo más valiosas.

En cualquier caso, estos días me acuerdo de esa canción constantemente. “Nunca llueve a gusto de todos”, dice el refrán, y mil refranes más, incluido esa frase hecha con la que titulo esta entrada que dice de las cosas muy deseadas que se esperan “como agua de Mayo”.

Yo estoy hasta las narices de agua de Mayo. Y de Junio, por que ya llevamos 11 días de mes lloviendo casi sin parar. Esto no es normal. A ver, vivo en una ciudad de secano. Por mucho que la gente nos envidie el Ebro que pasa por nuestra ciudad, es un hecho (digan lo que digan los medios informativos) que dicho río puede cruzarse andando en verano. Que el calor aquí es aplastante y la lluvia, un fenómeno meteorológico poco frecuente que, cuando se da, como mucho dura dos o tres días, de los cuales uno llueve de verdad y los otros solo está nublado o, como mucho, lloviznea.

Entonces, ¿qué está pasando? ¿Será verdad lo del cambio climático? – Pero, ¿no decían que el cambio climático iba a ser a calor, a desierto, a sequedad? ¿O es que el cielo quiere llevar la contraria? ¿O será por la Expo del Agua, que ha invocado a su elemento para celebrar el acontecimiento? ¿O será, como me dijeron, que los años de sequía la gente reza para que llueva, y como luego se olvidan de rezar para dar las gracias, la lluvia no deja de caer hasta que se convierte en inundación? ¿Será cierto que, como decía mi abuela Elisa, en el cielo hay un santo que siempre pide más?

No lo sé, pero yo estoy hasta lo que no tengo de lluvia. Ya no me vale el argumento de “hacía falta” o “es bueno para las plantas”. Y una m. Las plantas se están ahogando. Mi cactus agoniza. Empieza a hacer un calor húmedo, pegajoso y desagradable. No quiero un país verde y exuberante pero con el cielo siempre gris como el de los ingleses. ¡Por Dios, que alguien pare la lluvia ya!

Seis semanas seguidas lloviendo. Que alguien me corrija, pero en toda mi vida nunca he visto algo así en esta ciudad....

lunes, 9 de junio de 2008

DOS IMÁGENES

... que valen más que mil palabras.

La cara:

(Y nunca mejor dicho): el casco de Rossi. Ni me gustan los deportes en general, ni las carreras de motos, ni nada de eso, pero mi padre si que es aficionado y el otro día en su casa vimos la carrera. Flipé con el casco. Un tío capaz de llevar ese casco tiene que ser genial, solo por eso ya le admiro!. Lástima que en la carrera de ayer llevase otro diferente, así que para que no se pierda en la distancia, me guardo una foto aquí.

La cruz:

Kate Moss. Nunca he soportado a esta mujer. La veo fea, anorexica y con un ojo mirando en cada dirección. Lo cual no tendría importancia (todos tenemos derecho a ser feos como pecados) si no nos intentasen vender que es una belleza y una diosa de la pasarela. Lo siento por quien le guste, a cada cual con sus gustos y yo aquí solo expreso mi opinión, pero yo en esta foto particularmente la veo clavadita a un Carlino.

domingo, 8 de junio de 2008

PROPOSICIONES DESHONESTAS (O "EL PRECIO DE LA FAMA")

Ayer recibí cuatro proposiciones de matrimonio. O, para ser más exactos, dos proposiciones que desembocaron en una tercera persona recordando que ella y otra cuarta me lo habían pedido primero. Además de un guiño a un posible amorío secreto. Todas, por cierto, provenientes de mujeres.

En realidad todo esto va de broma, como es lógico. Apañado estaría el mundo si todos nos casásemos con quien piensa igual que nosotros en un momento dado.

El desencadenante de semejante aluvión de popularidad y amor hacia mí fue esto:

Un artículo en El País sobre BJDs en el que participamos bastante gente gracias a Daniel Berlanga, el dealer de Dollzone España (voy a hacerle publicidad descaradamente porque a mi como clienta siempre me ha tratado fenomenal), y que, aparte de nombrarme dos veces (¡subidónsubidónsubidón!), ha causado cierto revuelo porque como siempre, nunca llueve a gusto de todos. El caso es que mi (dudoso) mérito no ha sido otro que ser la primera en dejar por escrito cosas que pensábamos varias personas, las (creo) más moderadas de todas las que hemos escrito en el post que ha desencadenado la conversación.

En cualquier caso, esta bien saber que hay gente que piensa como tú, que valora tus opiniones y las comparte, que ya hay bastante discutidor por el mundo sin necesidad de buscarles las cosquillas.

Y eso y el hecho de que haya gente que ha empezado a leer este blog a pesar de no haber mandado el enlace a nadie (después se lo mandé a Skydoll/Lilith, y cuando empiece a tener una forma más definida, lo iré posteando por ahí para que lo conozca más gente, pero en el momento del que hablo solo lo conocíamos Google y yo), y hasta se ha animado a dejar comentarios en él (¡gracias decadenttia!) me ha alegrado el día.

¡Así que no se vayan todavía, mañana habrá más!

viernes, 6 de junio de 2008

EL ESPINAZO DEL DIABLO

Ayer estaban echando esa película en la TCM. Cuando volví de recoger a Leo, Josema (adicto a la tele como siempre) la tenía puesta, así que la medio vimos – digo medio vimos porque Leo estaba jugando y las escenas de fantasmas las intentábamos obviar.

El caso es que Leo no podía quedarse a dormir, así que mi padre pasó a recogerle sobre las 7,15 (yo tenía todo empantanado, porque estaba buscando telas para un traje para la nueva muñeca de Josema, pero vamos, ya no me doy mal al respecto), y se quedó un rato viéndola y hablando con nosotros para hacer tiempo hasta las 7,30 o por ahí que se irían a buscar a mi madre.

De pronto, salió la escena en la que cae una bomba al patio del orfanato, justo delante de uno de los niños, pero no explota. Entonces mi padre dijo “Eso mismo le pasó a tu abuelo en la guerra”. Historia que según él, mi abuelo José contaba a menudo, pero yo era la primera vez que la oía, así que escuché atentamente. Esas historias de la guerra, atroces como suelen ser, son apasionantes y odiaría que se perdieran, por eso decidí transcribirla aquí.

Al parecer, mi abuelo estaba en ese momento en el Ayuntamiento de Caspe. De pronto empezó un bombardeo y una bomba cayó en el edificio. Atravesó el tejado y varios pisos, y cayó en las escaleras con tan buena fortuna que no se golpeó la espoleta, sino que la bomba empezó a deslizarse escaleras abajo hasta detenerse justo a los pies de mi abuelo. Mi abuelo cerró los ojos e (imagino) apretó los dientes, preparado para el impacto. Cuando los volvió a abrir, la bomba no había explotado, y estaba allí, quietecita e imponente, muy grande según él decía, así que hizo lo que cualquiera hubiera hecho.

Salir corriendo.

Parece ser que además, el evento está registrado en el Ayuntamiento de Caspe.

CHASE

Ayer alguien en BJDoll.net puso una foto de un tal Chase. Abrí el enlace emocionada, porque si leo Chase pienso en el rubiales guaperas de House, pero era un conejito absolutamente adorable y achuchable.

Luego por la tarde, cuando vino Josema (con su malhumor habitual) del viaje, puso la tele y estuvo viendo un episodio de House de la temporada en la que Chase aún tenía algo de protagonismo. Ví escenas sueltas (ni estaba de humor ni tenía tiempo para seguir el episodio entero, ya que tenía que ir a por Leo al cole), pero hubo una de esas escenas memorables en la que tras una explicación de Cameron de lo malo que es el acto sexual para el organismo, la carita de Chase era todo un poema. La adolescente “fangirl” (que dicen ahora) que hay en mí babeó con la expresión y debió grabarse en mi subconsciente.

Esta noche he soñado un episodio de House entero.

En dicho episodio, que recuerdo menos de lo que me gustaría, el doctor se enfrentaba nada menos que con los aliens. Yo soy así de chula. Lo recuerdo siguiendo rastros de babas ácidas por pasillos enrejados como si fuera una prisión abandonada, y viéndolo desde el sofá más a gusto que ni sé. Era, además, un episodio especial de dos horas, que terminaba de forma triunfal con Chase cortando su relación con Cameron, y además francamente mal. Vamos, que se acababa el noviazgo.

Pobrecito Chase. Me volvía y estaba tumbadito en mi sofá bastante deprimido. Con disimulo yo me sentaba en el brazo del sofá (cosa harto difícil en el sofa de nuestra casa, ya que los brazos son de madera y con un pitorro en medio) e intentaba animarle. Al más puro estilo autocine de Hollywood y con la excusa de que estaba incómoda me iba arrimando hasta que al final me sentaba en el sofá y le dejaba apoyar la cabeza en el regazo.

Aaaaaahhhhhhhhh

Que gustito, por Dios....

Me desperté allá a las 5 de la mañana, muy a gustito y con ganas de seguir soñando, ronroneando y todo. ¡Qué poquito hace falta para hacerme feliz!

TIEMPOS DE GLORIA

Ayer por la mañana me escribió Jill. Después de lo que dije de ella con respecto al Rainyverse, me ha vuelto a preguntar si quiero ayudarla con la organización de la edición del año que viene. Y yo, que en el fondo y diga lo que diga mi marido, no soy tan rencorosa, le he dicho que sí. Para empezar, porque lo ocurrido ya me ha decidido a no querer participar como concursante el año que viene (que era la condición para ser colaboradora). Para seguir, porque realmente no creo que dejaran atrás a la pobre Luna adrede. Pudo dolerme mucho, pero puede incluso que lo hicieran porque sabían que yo iba a montar menos jaleo que otros si les pasaba lo mismo. En cualquier caso, Jill y yo compartimos muchas más cosas para cabrearme con ella sólo por eso. Además, como dije, sólo voy a blindarme por si acaso, pero ayudarle con el concurso seguramente me va a reportar más satisfacciones que malestares, que me conozco, y esas cosas me gustan. Así que, halagada (¿para qué negarlo?) acepté y me metí en el marrón – me parece hipócrita molestarme porque no me tengan en cuenta en su grupito hipermegapijoguaysdelamuerte y luego ponerme de morro cuando de verdad cuentan conmigo...

Ese fue el primer buen momento del día.

A media tarde, en BJDoll me llamó la atención un comentario de K-Teto, el administrador. No sé si conté que me habían hecho “Newsposter”, o sea, reportera, y que eso me daba acceso a una de las zonas restringidas, para comentar noticias y tal. El caso es que en dicha zona K-Teto comentó que había puesto un mensaje a las moderadoras en la zona de administradores y no sé por qué, levanté la oreja.

Al poco me encontré un mensaje de K-Teto en mi bandeja de entrada, proponiéndome ser moderadora. He de decir que me quedé patidifusa. Una cosa fue lo de newsposter, que me lo había currado un poco a pulso – no es que fuera adrede a por el puesto pero sí es cierto que me pegué unos días posteando noticias y lloriqueando virtualmente cuando las ponían en portada a nombre de otras personas, en vez de echarme del grupo por pesada fueron y me propusieron unirme a ellos (será aquello de unirse al enemigo si no lo puedes vencer?)

Pero ahora ha sido una sorpresa total, de verdad. No creo haber hecho nada para merecerlo, excepto en todo caso postear duelos fotográficos con Skydoll (hilarantes sobre todo gracias a ella) y estar a punto de hacer un flame en un post sobre la wiifit y la anorexia del que preferí retirarme antes de liarla, porque me estaba calentando y mucho como la gente minimizaba la situación.

En cualquier caso, me he vuelto a sentir halagada y sobrevalorada, y, sí, acepté. Porque aunque me vaya a suponer liarme más con internet, reconozco que soy una persona a la vez engreída y con complejo de inferioridad, y esas cosas me vienen bien para ambos problemas contradictorios....

Solo espero, claro, hacerlo bien...

DE ESTRENO

Hace un par de días decidí abrir un blog de verdad, en la página de Blogspot. Más que nada, para quedarme el nombre que se me había ocurrido: “Vivir para Soniar”, tontorrón juego de palabras entre mi nombre propio y el nombre que de niña pensé que tendría mi biografía, Vivir para Soñar.

Mi intención es pasar todo (o casi todo) lo que tengo en el archivo de Word a dicho blog. Aún no he empezado, y supongo que empezaré con esta entrada a modo de introducción. De todos modos el archivo de Word será el filtro previo, ya que como digo a menudo, no todo lo que escribo es publicable. Pero está bien empezar por algo. Así que cambiamos (una vez más) de formato...

 
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