lunes, 22 de diciembre de 2008

FELICITACION DE FIESTAS APROBADA POR MI ABOGADO

Con tanta polémica sobre si vivimos o no en un estado laíco, sobre si hay que quitar los símbolos religiosos de los colegios y sobre si estos han de celebrar o no la Navidad, ya sólo me atrevo a mandaros esta felicitación:


Por favor acepte, sin obligación, implicación ni otra intención, mis mejores deseos de una celebración de las Vacaciones del Solsticio de Invierno (o de Verano, según el hemisferio en el que Vd. habite, o simplemente desee habitar) consecuentes con el medio ambiente, responsables socialmente, poco estresantes, no adictivas y sin diferenciación de géneros, practicadas según las tradiciones más agradables de la inclinación religiosa de su elección, o prácticas seculares de su elección y con todo el respeto por las inclinaciones y/o tradiciones religiosas/seculares de otros, o su elección de no practicar tradiciones religiosas o seculares en absoluto, y un reconocimiento fiscalmente exitoso, personalmente provechoso y médicamente no complicado del comienzo del año 2009 según el calendario generalmente aceptado pero no sin el debido respeto a los calendarios de elección de otras culturas cuyas contribuciones a la sociedad han ayudado a la construcción de este país (sin implicar que no hayan ayudado también a otros países) y sin tener en cuenta su raza, credo, color edad, habilidad física, fe religiosa, elección de plataforma informática o preferencias sexuales de la persona a la que se ofrecen los deseos.

Aceptando estos deseos Vd. acepta estos términos:
- Este deseo esta sujeto a clarificación o retirada, puede transferirse libremente sin alteración del deseo original, no implica ninguna promesa por parte del ofertante de realizar personalmente o por medio de terceras personas ninguno de los deseos, no es válido en caso de que éstos no estén permitidos por la ley y puede ser revocado a discreción del ofertante.

- Este deseo esta garantizado para realizarse dentro de lo esperado siempre que se apliquen normalmente circunstancias favorables durante el periodo de un año o hasta la recepción de una felicitación de fiestas subsecuente, lo que ocurra en primer lugar, y la garantía está limitada al remplazamiento de este deseo o la emisión de un nuevo deseo a la única discreción del ofertante.

13 comentarios:

Han Solo dijo...

Esta es una historia que escribi hace unos años. Con ella, quiero reivindicar la importancia del sentimiento en estas fechas, por encima del materialismo, que la invade. Espero, que os guste
Se llama: La Muñeca de Trapo

ME GUSTARIA SABER
SI ALGUIEN LE HA PREGUNTADO
A UNA MUÑECA O A UN PELUCHE
LO QUE SIENTE
CUANDO SE LE ABRAZA

JUAN PABLO ESTEBAN CONDE

Hola. Me llamo Trapita y érase una vez mi historia. La historia de una muñeca que yace en la basura. La historia de una muñeca, que una vez fue querida y que la superficialidad ha tirado como un trapo viejo, donde las bolsas se pudren, hasta que alguien las coge y se las lleva en un camión.
Quizás, a mí también me tiren al camión. Tengo entendido, que te aplastan y te trituran. Al menos, espero que sea rápido. Al menos dejaré de padecer este frío. Al menos, esta pena dejará de traspasarme el corazón.
Yo una vez fui querida. Aun recuerdo, cuando llegué a la casa de Dona. Ella, me abrazó y me sentí feliz. Y luego, me enseñó la casa y, sobre todo puso especial énfasis en su habitación. Me sentó en una silla, mientras sacaba a todas sus muñecas y a todos sus peluches. Me los presentó y jugamos todos juntos, llenos de alegría. Incluso, me enseñó su diario. En él, escribía cosas, que eran secretas. Me pidió, que por favor no las contara a nadie. Me dije, que quien iba a creer a una muñeca que hablara.
Pero, este año, alguien le ha regalado una muñeca que sabe hacer de todo. La verdad es que yo solo sé querer. Dar amor, cariño y querer muchísimo. No sé, si es gran cosa, pero en fin. Soy yo. Y, supongo que el que ofrece lo que tiene no miente. Y yo ofrezco lo que tengo. No tengo más, esa es la verdad. Pero, pienso que el amor que puedo dar no es malo. No merece que lo tiren, de esa manera a la basura. No sé. Me siento confusa. Y triste. Muy triste.
Hace frío. Estoy helada. Como mi corazón, que aquí en la basura, yace triste. El suelo donde yazco es árido duro y frío.
Dona. ¿En qué te hice mal? ¿Es que no te quise lo suficiente? Por favor. Vuelve a mí. Este frío, este dolor y esta pena me están matando. Yo solo necesito amor, cariño y un lugar en el que me quieran. No sé, si pido mucho. Pero, por favor. Si en algún recoveco de tu corazón, aún te queda piedad, por este viejo trozo de trapo... con lágrimas de peluche... te suplico...
...Vuelve...

2

-Hola. ¿Quién es?
-Hola Trapita, ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Dona?
Miro y veo a Papá Noel. Las lágrimas casi se me han helado, junto con mi cuerpo, pues me he dormido y la noche cada vez es más fría.
-Me ha tirado, por otra muñeca mejor, que sabe hacer de todo.
Papá Noel me mira y, con un gesto de desaprobación, saca una manta y la extiende en el suelo. Me recoge y me pone en ella. A continuación, me arropa con ella, mientras le digo:
-Papá Noel, ¿Qué puedo hacer? Por Favor, llévame a tu casa. Al menos, me podré calentar. Ya que nadie puede aliviar mi pesar. Y aunque ese calor no logre calentar mi corazón, al menos estaré a salvo de las inclemencias de esta noche helada y triste.
Papa Noel me mira y me dice:
-Te voy a poner, aquí en mi saco, junto con todos los regalos. Para que ahí dentro, con la mantita te sientas agusto y calentita. No vamos a mi casa. Pero, confía en mi.

3

-Hola. ¿Dónde estamos? Qué casa tan pobre. Es la humildad ejemplificada. ¿Y quién vive aquí?
-Se llama Caridad. Y es una niña pobre. Sus padres apenas pueden comprarle nada, que no sea viejo y usado. Pero, ella recibe esos regalos, con una alegría inusitada. Yo sé, que ella te querrá. Mira, por ahí llega.
Veo llegar a una niña pecosa y con un vestido algo raído y apolillado. Me ve y...
¿Qué es lo que ven mis ojos? Su sonrisa va de oreja a oreja. Es feliz de verme. Viene hacia mí. Me quiere. Ven aquí, mi niña. Ven aquí. Que esta muñeca, te va a querer más que a nada en este mundo. Ya veras.
En cuanto me abraza, todo el frío se me va. Se me está alegrando el corazón. Me quiere. No sé hacer nada. Solo sé dar amor, cariño y querer muchísimo. Y a Caridad no le importa. No le importa, para nada. Le da un beso, a Papá Noel y me acerca a la mejilla de él, para que le dé otro beso. Que le doy de buena gana, pues me ha salvado la vida.
Me acuesta en su cama. Me arropa y me abraza. No puedo mas de alegría y dicha y rompo a llorar de emoción, como hacen los muñecos. Con todo el corazón lleno de emoción y alegría.
Por fin es Nadal
Por fin es Nadal, otra vez.

Sonia dijo...

Qué bonito, Juan Pablo, me has emocionado.

Tendrías que abrirte tu propio blog y publicar todas esas historias estupendas que tienes. ¡Hala, ya estás tardando!

Y que apropiado tu cuento aquí, con lo que nos gustan las muñecas ;-)

Han Solo dijo...

Me alegro de que te haya gustado
Un dia te llamo y me ayudas, pues
muchas dudas me asaltan, a la hora de saber crearlo

Nicasia dijo...

Pues nada yo te felicito Hannukáh que ha empezado hoy. Que siempre brille una luz en tu vida!!!! Que a tu mano derecha no le falta guía y que siempre encuentres sabiduría
cuando la necesites!!!!

Me ha encantado el comentario de Han Solo

Han Solo dijo...

Ah y Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2009!!!!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Gracias por tu felicitación... aunque yo como atea creo que puedo decirte que para la próxima vez basta con un "Felices Fiestas" y ya va todo incluido, es lo que llevo haciendo jroña ke joroña (años y años)

Bonito el comentario de Han Solo, muy bonito.

FELICES FIESTAS!

Han Solo dijo...

Tengo mas,¡si quereis...!

Han Solo dijo...

Esta es mi particular version, de uno de mis villancicos favoritos: El Tamborilero.
Espero que os guste. Al amor de la lumbre, cuentos de Navidad. Ah, Nadal significa Navidad en valenciano.

YO QUISIERA PONER A TUS PIES,
ALGUN PRESENTE QUE TE AGRADE, SEÑOR,
MÁS TÚ YA SABES QUE SOY POBRE TAMBIEN
Y NO POSEO MÁS QUE UN VIEJO TAMBOR
ROPOPOMPOM, ROPOPOMPOM
CUANDO DIOS ME VIO TOCAR JUNTO A EL
ME SONRIO

EL TAMBORILERO

1

Nadal se puso el viejo y raído chal a la espalda y se abrigó lo que pudo, con él.
Salió a la noche fría y el viento le recordó, que el invierno ya estaba allí.
Se hallaba en un pueblecito, cercano a Belén.
Parecía que la noticia era ya un hecho. O al menos eso decía la gente. Había nacido el Salvador. El llamado Rey de Reyes. El Rey de la Paz y el Amor.
Y sus padres María y José, le habían puesto de nombre Jesús.
El invierno fue el que le hizo pensar, la idea que se le había ocurrido: Ya que todos le iban a llevar un regalo y ella no tenía apenas nada, ya que era pobre, decidió que le iba a llevar una vela, para que tuviese calor. Llevaba una cerilla, la única que le quedaba, para encenderla. Tampoco tenía leña. Por lo que tan solo tenía esa vela y esa cerilla, para llevar a cabo su cometido: que Jesús no pasara frío esa noche, aunque fuera solo al amor de la llama, de esa la pequeña vela.
Dicen que el que da lo que tiene no miente. Y ella iba a llevar lo que tenía. No le quedaba comida. El agua la sacaba de un pozo, al lado de su casa. Pero, con las heladas que caían últimamente, era difícil, que no estuviera congelada. Así que, con esa vela, esa cerilla y esa esperanza puesta en recorrer el largo y difícil camino, debido a la fría noche, hasta el portal, donde decían que había nacido Jesús, Nadal se puso en camino.
Su pelo se hallaba cubierto, por un gorro de lana, viejo y usado, pero que sin él su cara y sus orejas se hubieran congelado. Su asimismo, raída bufanda, un par de guantes de lana, una falda larga, unas polainas, unos calcetines, también de lana y un par de botas viejas, completaba la ropa de abrigo, de la joven.
-Allá voy, Jesús –dijo, para sí misma Nadal-. Allá voy.

2

El suelo parecía un colchón de nieve. Blanco y reluciente, brillaba a la luz de la luna, que llena brillaba en el cielo. Pero, el viento arreciaba y poco a poco, Nadal comenzó a tener bastante frío. Se arrebujó, en el chal, metiendo su cara, prácticamente por entero en la bufanda y cuidando que sus orejas y cabeza quedaran totalmente tapadas por sus orejas. La falda rozaba la nieve y Nadal cuidaba asimismo, de que sus botas no se metieran en ningún charco helado, durante el camino. No quería resbalar. Una caída en el hielo y podía hacerse mucho daño. Y no se veía a nadie en el camino, que pudiera socorrerla, si eso pasaba. Quizás, todos estaban ya dando esos regalos a Jesús, mientras ella ahí seguía, intentando llegar a Belén y a ese portal.
En el camino, se preguntaba cómo se abrigaría Jesús. De seguro que su madre, María le tenía un fuego allí. Probablemente, su vela no hiciera falta. Pero, ella quería verle y a través de su regalo, que el niño viera que le quería. Además seguro que también, ya le habrían puesto algo de ropa, para que el niño no pasase frío.
En estos momentos, se hallaba en estos pensamientos, cuando comenzó a nevar.

3

La nieve, unida al frío y fuerte viento, poco a poco hicieron mella en Nadal. La joven luchaba como podía, contra ellos, no solo para poder seguir adelante, sino para poder siquiera, seguir de pie.
Nadal pensaba en Jesús. Si en Belén nevaba así de fuerte, quizás ese fuego que en un principio se había imaginado, no pudiera estar ardiendo por culpa del temporal.
-Tengo que llegar –se dijo, mientras intentaba seguir andando, a pesar del fuerte y frío viento al que tenía que enfrentarse-. Tengo que llegar.
Pero el viento redobló su fuerza y la hizo caer. Se levantó como pudo y, metiendo su cabeza aun mas en al bufanda, intentó oponerse a la fuerza de ese viento. Pero apenas podía caminar. Era como si hubiera una fuerza que la impidiera avanzar. Como si estuviera intentando derribar una pared intentando empujarla. Asimismo, la nieve apenas la dejaba ver lo que había delante de ella.
Nadal cayó de nuevo e intentó levantarse como pudo, para seguir adelante con su camino. Pero cuando lo había logrado y se disponía a dar el primer paso, el viento la derribó de nuevo. Nadal se vio sin fuerzas. El viento soplaba con fuerza inusitada a su alrededor. La nieve se había cogido con más fuerza aun si cabía. Poco a poco el frío la fue debilitando mas y mas. Nadal vio como su caja de cerillas se hallaba en la nieve. La nieve la tapaba, poco a poco. Nadal la cogió en sus manos y comprobó que se había mojado. La cerilla también se había mojado. Buscó como pudo la vela en el bolsillo de su falda y no la encontró. Quizás se había caído en la nieve. Miró a su alrededor y bajo ella, pero no la vio. Quizás la nieve ya la había tapado. A saber dónde estaría ahora.
-Perdóname Jesús –se dijo, llorando-. Te he fallado. Perdóname, por favor.

4

-Yo solo quería llevar una vela a Jesús –se dijo, mientras no dejaba de llorar-. Solo quería que no pasara frío. El frío que hace esta noche. Y él acaba de nacer. Pobrecito. Dicen que sus padres son pobres. Y aunque me consta que algo de ropa tendrán y que se habrán metido dentro del portal, para proteger a su hijo y de paso a ellos mismos, de la nieve, él es tan pequeño... Acaba de nacer... Por favor Dios mío... Ayúdame a llegar, hasta él... Ayúdame...
Poco a poco, Nadal se fue quedando dormida. La nieve a su alrededor la iba cubriendo, mientras el viento rugía helado...

5

Nadal sintió calor bajo su cuerpo. Un calor especial. De esos, que son como una caricia. Una linda caricia, que te hace acurrucarte, como cuando te metes en la cama y calentito, te tapas con las mantas y la sabana. El viento que soplaba, a su alrededor ya no era helado, sino cálido y aunque soplaba con fuerza era una fuera amable. Exenta de la violencia aterradora con la que soplaba antes. Poco a poco se atrevió a abrir los ojos y miró a su alrededor. El suelo estaba muy abajo. Un manto increíblemente blanco. Seguía siendo de noche. Avanzaba. Dedujo, que estaba volando. Que algo o alguien la llevaba volando. Pero, ¿cómo podía ser eso?
-Hola Nadal, parece que te has despertado ya.
Nadal había oído aquella voz, llena de calidez y bondad y, algo asustada, miró a su alrededor, para descubrir de donde podría venir.
-No te asustes. Soy yo. La Estrella de Oriente.
Entonces, se dio cuenta de donde estaba. Su cuerpo se hallaba sobre una superficie blanco amarillenta. Suave y cálida al tacto. Y con un brillo increíble, pero nada molesto a los ojos.
-Te vi abajo en la nieve. Estabas semi cubierta por la nieve y casi, casi congelada por el frío. Te recogí, te subí a mis espaldas y hasta ahora, has estado inconsciente. Sinceramente hubo un momento, en que creí que el calor de mi cuerpo ya no te podría reanimar.
Nadal se atrevió a hablar, pues la Estrella de Oriente le inspiraba confianza.
-Me has salvado de una muerte segura, Estrella de Oriente. Gracias.
-No hay de qué. Ha nacido Jesús. Y hay que celebrarlo.
Nadal puso cara de pena.
-¿Qué te aflige pequeña?
-Llevaba una vela para Jesús, para que no pasara frío. Solo tenía una cerilla, para encenderla, pero confiaba en conseguir una llamita para él, para que no pasara frío. Sobre todo, después de cómo se había puesto el tiempo. Soy pobre y no tenía nada que llevarle que mereciera la pena. Pero, cuando caí por segunda vez, la caja de cerillas se me mojó con al cerilla dentro y no encuentro la vela. Ahora, no tengo nada que llevarle a Jesús. Y me hacía tanta ilusión verle y llevarle algo, para que vea lo que le quiero...
Y entonces Nadal, se echó a llorar desconsoladamente.
-Nadal, no te preocupes. Yo te llevaré hasta Jesús. Y verás como no te hacen falta ni esa vela ni esa cerilla, para regalarle ese calor que quieres darle.
Nadal dejó de llorar y levantó su linda carita, con los ojos arrasados aun en lagrimas, que rodaban por sus mejilla.
-¿A qué te refieres?
-Espera y verás. Ah, ya estamos llegando. Agárrate. Vamos a descender.
Nadal se agarró al cálido cuerpo de la Estrella de Oriente y esta empezó el descenso. Bajo ella se veía un portal, de lo más humilde.

6

Cuando Nadal bajó de la Estrella de Oriente, ante ella se encontró un pesebre, bastante humilde. A su entrada, se encontraba un pastor, que se apoyaba en un largo bastón, terminado en espiral en su parte superior. A su lado se encontraba sentada en un asiento de piedra, una mujer, con una toca blanca, con ribetes azules. Ambos, miraban con celo a un recién nacido, de pelo largo rizado y ojos angelicales, brillando en una angelical carita. Una serie de pastores, y demás gente del lugar se hallaba ante él, arrodillada mostrándole sus regalos y adorándole.
-Mira –dijo la Estrella de Oriente-. Han venido los Reyes Magos. Son de donde yo vengo: de Oriente. Seguro, que me han seguido.
En Efecto, tres personas, acababan de llegar, en tres camellos y le ofrecían a Jesús tres cofres, con oro, incienso y mirra.
Nadal vio preocupada esos regalos y preocupada, dijo a la Estrella de Oriente, que se hallaba ya, sobre el pesebre:
-Yo no tengo nada y ellos le están regalando oro, incienso y mirra.
La Estrella le dijo:
-Tú acude y abre tu corazón a Jesús, a María y a José.
Nadal se acercó y cuando llegó ante Jesús, se arrodilló y le dijo:
-Hola Jesús, me llamo Nadal. Vengo de lejos y traía una vela y una cerilla para encenderla, con el fin de regalártela para que no pasases calor. Soy pobre y no tengo nada que merezca la pena regalarte. Pero una terrible ventisca me alcanzó en el camino y me hizo caer al suelo. Perdí la vela y la caja de la cerilla se me mojó con la cerilla dentro. De no ser por la Estrella de Oriente, ahora estaría congelada. Y ahora no tengo nada que regalarte. Siento que te he fallado. ¿Podrás perdonarme?
María viendo como la chiquilla había abierto su corazón se acercó a ella y levantó con dulzura su rostro anegado en lagrimas.
-Nadal –le habló con voz dulce-. Creo, que se como podrías completar con éxito tu misión.
Nadal la miró, sin comprender.
-Coge en brazos, a mi hijo y lo sabrás.
Y María tomó a Jesús en brazos y se lo ofreció a Nadal. La joven, lo tomó en sus brazos. Jesús se abrazó a ella, con dulzura y firmeza. Nadal al notar ese abrazo, con el que Jesús le correspondía. Le estrechó con toda la ternura de que fue capaz. Entonces, lo entendió todo: No necesitaba la vela, ni la cerilla para dar calor a Jesús. Le bastaba con su cariño. Entonces, lloró de nuevo. Pero esta vez de alegría. Y miró a María y a José, que satisfechos le sonreían. Luego, miró a la Estrella de Oriente que le había salvado la vida y que le envió un fulgor aun mayor, a modo de aprobación. Y Jesús apoyó su linda cabecita en el hombro de Nadal y, con un dedito en la boca, placidamente se durmió. Pues, no olvidemos que era su primera noche de vida y estaba cansado, de tanto ajetreo. No obstante, acababa de nacer.

Último Íbero dijo...

Feliz Navidad, Sonia.

Feliz Navidad a todos.

Santiago dijo...

¡Feliz Navidad!

Y que en 2009 no tengas tantos "problemas" con los bancos, compañías de seguros, grandes almacenes, compañías telefónicas... ;-)

Besos, y abrazos también para José Manuel y Leo.

No se me olviden de ser felices.

Sonia dijo...

¡Gracias por las felicitaciones! Lo mismo os deseo a todos vosotros, bueno menos a Lilith que le deseo un feliz (¿o es una feliz?) Hannukáh (gracias por explicarnos lo que es en tu blog). Bueno, qué demonios, FELICIDAD con mayúsculas para todos y vuestros seres queridos, que por aquí hay mucha gente MARAVILLOSA que os mereceis eso y más.

Y, Yago... si no me pasasen esas cosas, ¿qué os contaría en mi blog? Todo tiene su lado bueno...

Adri dijo...

felices vacaciones de fin de año!

XD yo tengo un amigo que no celebra la navidad por que su relijion nomeacuerdoque, asi que son vacaciones de fin de año ^^

saludoss

^^

Alfredo J. Liebana Rado dijo...

He consultado con mi abogado, y me ha autorizado a manifestar mis mejores deseos para este 2009 recién iniciado para la autora de este blog y su entrañable familia, y a sus lectores/amistades también...
¡Muchos besos, Sonia!

P.D. Mi abogado también me ha dicho que esto no me exime de escribirte con más detalle.

 
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