lunes, 3 de noviembre de 2008

NO SOMOS NADIE

Esta mañana hemos estado de funeral. El hermano de mi tío Manuel, Pascual, falleció tras cuatro días en el hospital de un proceso fulminante y repentino, a una edad relativamente joven (72 años, hoy día no es precisamente una avanzadísima edad), y por tanto, dejando a sus familiares destrozados moralmente.


Yo al difunto lo conocía poco, pero a mi tío Manuel lo quiero muchísimo, y eso me hizo dejar un poco a un lado mi política de evitar los cementerios y los funerales y acercarme a dar mi apoyo a él y a otros de sus hermanos y hermanas a los que también he tratado y querido mucho. Y es que a estos eventos en realidad vas más por la gente que se queda que por los que se han ido, que al fin y al cabo no están ahí y no se enteran ya de nada (y si se enteran, probablemente les de igual que muestres tu dolor junto al su ataud que junto al album de fotos de la boda, por poner un ejemplo). Pero ver a hombres adultos echarse a llorar cuando les das un abrazo te hacce tambalearte a ti también, y, que quereis que os diga, volví al trabajo con bastante mal sabor de boca.

El caso es que yo soy un desastre para los funerales. Con lo que me gustan las bodas, y que poco me gustan los demás sacramentos…. Ha habido funerales en los que he tenido que ponerme en la última fila y morderme la lengua, porque siempre se me ocurren chistes macabros, y lo peor de todo, no puedes compartirlos sin hacer sentirse mal al de al lado, que casi seguro acabará riéndose también. En este, viendo la profusion de Mercedes que utilizan las compañías funerarias, no pude evitar acordarme de aquel monólogo de El Club de la Comedia en el que decían que en el propio funeral era muchas veces el único momento en el que duermes en un mueble de roble y vas en un Mercedes de lujo. Qué gran verdad. Aunque visto que desde el cementerio se veía perfectamente el cartel del cercano Ikea, lo primero que piensas es… ¿sacará Ikea una colección de ataudes económicos – móntelo Vd. Mismo, aprovechando su proximidad al Camposanto? Chi lo sa!!!!

El único pensamiento serio (y decente) que creo haberme traído de la ceremonia en sí es pensar que un día de estos tendría que hacer una lista de mis últimas voluntades. Últimamente oigo mucho (y en esta ocasión también lo oí decir) eso de “El caso es que él quería que lo quemaran”… ¿Y por qué no lo han hecho, con lo caros que están los nichos en el cementerio? Recuerdo que cuando era cría, mi abuela, y tal vez mi madre, habían expresado la preocupación a menudo de dónde acabarían sus restos… Los nichos, además de incómodos (para el visitante, se entiende), no suelen respetar a las familias, y si los miembros de una de ellas no fallecen con más de 5 años de diferencia (en que se puede abrir una lápida anterior y juntar los restos, como hicieron con los de mi abuela cuando murio mi abuelo), les toca donde les toca… y así para Todos los Santos, hay que hacer un recorrido turístico de nicho en nicho para retocarlos todos. Así que recuerdo que fantaseaban con la idea de comprar un Panteón… aunque en el cementerio ya no se compra, en realidad se alquila… por largos periodos de años, pero no deja de ser un alquiler… y cuando ya no pagas, ¡hala, a la fosa común!

Pues ante tal coyuntura (y el pastón que supone), la opción del cremado es de lo más atractiva, que quereis que os diga. Mi madre muchas veces ha dicho que ella quiere que la quememos y echemos sus cenizas a un rosal… la segunda parte me gusta menos, pero si es su voluntad, es lo que haré.

Yo también tengo claro lo que quiero, y me enorgullece pensar que Leo lo tiene claro y en principio, lo hará. Un día leí que una compañía había desarrollado un proceso para sintetizar diamantes a partir de las cenizas de los cadáveres. A raiz de esta entrada, inestiqué un poco mas y me he llevado una pequeña decepción, porque en realidad no utilizan la totalidad de las cenizas, pero me sigue gustando más esa idea que ningna otra. Cuando yo muera (y que sea dentro de MUCHOS años), quiero que me quemen, que manden mis cenizas a Life Gem, y que hagan un diamante con ellas. Y luego con ese diamante que hagan lo que quieran… pero así quedará algo de mí, algo bonito, no un jarrón embarazoso que dejar en un rincón dando explicaciones, o un cuerpo que acabará olvidado en la fosa común… Mi sueño: un pequeño arbol de diamantes, uno por cada ser querido, que se vaya pasando de generación en generación… Así todos nos recordarían, y nos conservarían. ¿No sería hermoso? A mi me gusta pensar que sí.

El otro tema que me gustaría dejarle claro a Leo es lo que tiene que hacer con mis cosas. Algún día lo escribiré, que va para largo. Aunque básicamente se resume en esto: Míratelo con calma, y antes de tirar nada o donar a beneficiencia, valora hasta que punto puedes revender lo que no quieras conservar. Que tengo muchas colecciones que a ojos de neofitos probablemente no tengan ningún valor, pero que en el mercado correcto le harán recuperar, al menos, parte de lo invertido en ellas… y me lo agradecerá. Y encima, alguien seguirá apreciando mis cosas, si él no las aprecia…

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