viernes, 21 de noviembre de 2008

LA CUESTA DEL ALQUIMISTA

Hoy he soñado con mi abuelo Rafael. No sé muy bien dónde estábamos, si era turismo o qué, pero era como un pequeño valle redondo, en forma de cráter, rodeado por un caminito que bordeaba la hondonada. Yo me lo recorría en el sentido opuesto a las agujas del reloj, y como buena senda de montaña, tenía sus altibajos. El caso es que yo tomaba el sentido más fácil, que terminaba en una buena cuesta abajo, y que tenía fama de que si la cogías en el otro sentido y te tocaba cuesta arriba, era un rato dura de subir. Así que yo pensaba para mí “¡Qué suerte la mía!” y me alegraba porque mi abuelo, si no, no habría podido subirla. Curiosamente, me decían que esa cuesta se llamaba “La cuesta del alquimista”, y me preguntaba por qué... ¿tendría algo que ver con Full Metal Alchemist?

Al final de la cuesta había un edificio. Era un edificio de pisos, no era un hotel ni nada parecido, pero el patio inferior daba al valle este y la vista era bonita. Y desde la barandilla me quedaba mirando el valle mientras intentaba animar a mi abuelo, sentado en un banco (al que era su estilo) a que se animase y se asomara a ver el valle.

Le echo de menos. Le hubiera gustado Full Metal Alchemist. Y la Cuesta del Alquimista. Y a mí me hubiera gustado recorrerla de verdad con él, y no en sueños...

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