jueves, 11 de septiembre de 2008

PPS

Ya se pasaron las vacaciones, y no he tenido menos tiempo libre en toda mi vida. No sé cómo lo hago, pero en casa no me cunde nada el tiempo. También es cierto que fue volver un lunes por la noche, el martes lo dediqué a recoger lo más urgente del viaje (además de una visita relámpago a casa de Damián, y de recoger a Jonsey que nos moríamos de ganas de volverlo a ver), el miércoles fuimos a la Expo, el jueves también se nos fue en salvas, el viernes otra vez a la Expo aprovechando que Leo empezaba el cole... y ya estábamos en un fin de semana más o menos normal previo a la jornada laboral de siempre. Que pena.

El caso es que veo que esto no va ni p’alante ni p’atrás. No es solo que me pegue días y días sin actualizar, es que no me da tiempo a poner lo que escribo en el word siquiera. Necesito días de 36 horas. Qué cruz, Dios mío...

Una de las cosas que me he encontrado a la vuelta de vacaciones son los buzones de correo electrónico llenos. Aquellas antiguas cadenas que se enviaban por carta años ha (y si las rompías amenazaban con terribles desgracias que os garantizo que nunca ocurrían, porque yo las rompía todas), ahora se mandan por email y en formato Powerpoint. Que no digo que esté mal, porque muchas son geniales, pero me pregunto, ¿de dónde saca tiempo libre la gente, si yo para poder actualizar este p… blog ando siempre pillada y con retraso? De verdad que la gente tiene mucho, mucho tiempo libre. Porque se entretienen en buscar citas de gente como Paulo Coehlo, chistes clásicos o curiosidades varias, buscan hermosas fotografías o graciosos gráficos gif para acompañar el texto, y a veces (y entonces me cago en sus muertos, porque suelen ocupar megas y megas de memoria e ir a paso de tortuga) hasta bellas melodías para acompañar al texto, y te presentan auténticas obras de arte.

No suelo reenviarlas tampoco (con muy contadas excepciones), lo que significa que tengo la ira de hados y espíritus varios sobre mí, pero los guardo todos, y reconozco que me hace ilusión recibirlos, porque vale la pena leer muchas de las frases y sobre todo ver las imágenes. Los hay para todos los gustos: chistes, paisajes sin pretensiones, paisajes con pretensiones (o sea, con citas filosóficas para ayudarte a vivir mejor), parábolas varias, recopilaciones humorísticas de fotos o textos, reivindicaciones políticas, peticiones de ayuda para supuestos niños enfermos (casi siempre inexistentes), animalitos, tíos buenos (seguro que hay de tías buenas pero a mí no me los mandan), combinaciones de todos los anteriores… Son muy divertidos, y ayudan a pasar un buen rato en el trabajo.

Solo llevo mal, muy mal, esa imposición que tienen la mayoría al final: “Borralo, no lo guardes, mándalo al menos a 15 personas y serás feliz el resto de tu vida”, o “Si lo mandas se te cumplirá un deseo, si no te pasará una desgracia”, pero la que más odio es la de “Reenvíalo a la persona que te lo envió si te importa su amistad”. Lo que nos faltaba. Chantaje emocional.

Pues miren, no. Solo por eso se me pasan las ganas de reenviarlos. Si eres mi amigo de verdad, paso de mandarte una chorrada que ponga a prueba nuestra amistad. Y si no, ¿pa que te lo voy a mandar?

Lo dicho. Demasiado tiempo libre tiene la gente. ¡Ains, qué envidia!

1 comentarios:

Nicasia dijo...

Que alegría ver esto actualizado!!!!Y si la gente mucho tiempo libre, demasiado tiempo libre...ojala lo tuviese yo porque necesito otras vacaciones

 
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