lunes, 11 de agosto de 2008

IT SUCKS TO BE ME

Josema lleva unos días obsesionado con un musical llamado “Avenue Q”. Todo empezó a raíz de una cancioncilla que se repetía en varios videos de Youtube, “Internet is for porn”. La curiosidad sobre si la canción era así o era una adaptación de algo más inocente le llevó a investigar hasta descubrir esta obrita, una parodia de Barrio Sésamo para adultos (con muñequitos de gomaespuma y tal... ¿tendrá algo que ver con la obra con la que soñé hace unos días?) de la que ya ha comprado la Banda Sonora y a la que quiere asistir algún día en Broadway o en el West End Londinense. Casualidades de la vida, ayer en la kdd muñequil a la que asistieron, entre otras, dos amigas de BJDoll.net de Valencia, Krysia e Irene, salió el tema y resultó que Krysia iba a estar este fin de semana en Londres (igual que nosotros, que empezamos las tan deseadas vacaciones este fin de semana), e iba a ir a ver dicha obra, así que al final parece ser que Josema va a cumplir uno de sus objetivos.

Anoche en su ilusión por ver dicho musical me puso la banda sonora en el coche, y me llamó la atención la primera canción: It sucks to be me. Pensé que mucha gente se podría aplicar el cuento: vamos por la vida pensando, como en la historia del sabio y los altramuces, que somos los más desgraciados del mundo mundial, hasta que alguien nos enseña a la persona que tenemos detrás comiéndose las cáscaras que nosotros abandonamos...

Pero esta mañana, al volver al trabajo, he pensado en autodedicarme el tema.


Para empezar, la semana pasada fue la peor semana laboral de toda mi vida. No sé si lo he contado alguna vez, pero quizás la parte más importante de mi trabajo actual, la que más tiempo me consume, y en circunstancias normales, la más gratificante, es la gestión de camas. El caso es que la semana pasada hubo un aumento en la demanda de urgencias completamente anormal en relación a lo que hay otros años por estas fechas, hicimos corto de camas, tuve que salir tarde muchos días y comerme la cabeza más que de costumbre, y encima los compañeros (muchos de ellos personas con las que normalmente me he llevado bien) me iban con chiquilladas, ocultando altas o disponiendo de ellas a su antojo sin decirme nada, complicándome la vida y haciendo que, el peor día, al final llamase al subdirector desesperada y le dijera “Relévame de la gestión de camas”. Estaba harta, porque una cosa es gestionar algo sobre lo que tienes control, y otra muy distinta intentar gestionar algo y que la gente solo recurra a ti cuando les conviene, pero cuando no, decidan hacer TU trabajo por su cuenta, a su manera y sin contar contigo, con lo cual tienes muchas veces que deshacer lo hecho. Y si encima lo adornan con mentiras y chiquilladas de niño de guardería, al final decides que prefieres tirar la toalla y que ya que son tan listos, se las apañen solos.

Al final, como suele ocurrir, las cosas volvieron a su cauce y la semana terminó con todos los pacientes colocados e incluso camas de sobras, pero el estrés seguía ahí.

Y resulta que llego esta mañana y me encuentro sobre mi mesa (gran ejercicio de psicología y don de gentes por parte de la enfermera de Atención al Paciente) una recopilación de 5 reclamaciones, puestas por pacientes im-pacientes, que el peor día de la semana, el jueves, debieron de decidir que esperar 24 horas (que en este hospital es el tope que tenemos marcado, y hasta ahora, y no es por echarme el pegote, nunca hemos sobrepasado) en urgencias era demasiado y que si no se les daba cama no era por que no hubiera, sino porque somos unos caprichosos que no queremos echar a patadas a los pacientes ingresados que las están ocupando y ponerlos a ellos en su lugar. Perlas como las de un señor que dice, textualmente: “espero que se pueda tener mi “CAMA””. Pues señor mío, creo que en Ikea venden unas preciosas y muy bien de precio...

Teniendo en cuenta que ese día TODOS los pacientes tuvieron su “CAMA” al final de la mañana, y ninguno esperó más de 24 horas, además de que a alguno se le ofreció cama en el Hospital Provincial (donde tras mucho rogar de vez en cuando nos ceden las que puedan tener disponibles) y NO LES DA LA GANA IR, pues al final, la cosa quema y mucho. Que pierdas el culo por hacer bien tu trabajo, que te vayas a casa con la satisfacción de que, a pesar de las zancadillas de los compañeros, lo HAS hecho, y que te encuentres con que encima, alguien ha jaleado a los pacientes (porque normalmente no ponen reclamaciones si no se les anima) para que reclamen, y, para más INRI, te pongan a ti la reclamación encima de la mesa como si fuera culpa tuya, te hace pensar que efectivamente, “it sucks to be me”.

Y si ya para terminar de rematar la jugada, te encuentras que tienes que volver a buscar donde dejar al gato estas vacaciones porque de pronto nadie en quien confíes realmente puede, te entran ganas de buscar un puente y saltar.

Pero no antes de mis vacaciones. Coño, ya.

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