martes, 12 de agosto de 2008

ALGO SE MUERE EN EL ALMA...

... cuando un amigo se va, o eso dice la canción.

Se nos ha roto la Cuchipandi.

Es difícil y arriesgado tomar partido. Como siempre, la culpa no es de nadie y es de todos. La gente calla por no herir, y el silencio hace más daño que las palabras, porque todos queremos explicaciones, y cuando no se nos dan, nos las inventamos, y es así siempre lo queramos o no.

Dos personas a las que quiero y respeto y he nombrado aquí más de una vez han decidido que no están a gusto con nosotros. Durante un tiempo se fueron distanciando, y pensábamos que era por culpa de algo que les había molestado, pero ellos juraban que no, que son así, y que era normal que actuasen así.

Y por no estorbar, por no molestar, por no estropear las cosas, algunos callábamos.

Y de pronto una voz surge y, como el niño del cuento del Traje Nuevo del Emperador, dice en voz alta lo que todo el mundo piensa y nadie se atreve a decir, y queda como “la mala”.

Y miras atrás, y te das cuenta de que siempre es la misma tontería. Yo callé por que creía que estabas molesto conmigo. Y yo estaba molesto contigo porque callabas. Y se fue aumentando la bola de nieve, y al final todos tuvimos razones para molestarnos.

Odio que pase esto. Odio que la gente luego se deje llevar por su orgullo y siga en sus trece de “a mi no me pasaba nada, era a ti”.

Éramos todos. O ninguno. Pero es imposible irse sin ruido, cuando la puerta lleva meses pidiendo que la engrasemos. Y cuando todos estamos haciendo oreja para oír el portazo.

No sé como acabará todo esto. No tiene pintas de acabar bien. Sea como sea, me quedaré con lo bueno, soy así de egoísta. La vida sigue y el mundo no se derrumba cuando los amigos se distancian.

Pero el agujero en el alma, ahí se queda.

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