sábado, 12 de julio de 2008

FANTASMAS Y DIARIOS

En mi sueño de hoy, estábamos en una ciudad pequeña (¿quizás Lérida?), dividida claramente en un casco viejo y una zona moderna. Nosotros nos alojábamos en la zona antigua, pero por algún motivo estaba de visita en una casa de la zona moderna, hablando con una señora que estaba observando a un niño pequeño en una habitación. Entre los muchos temas de conversación, empezábamos a hablar de viajes y la señora empezaba a darme consejos al respecto. Entonces, de pronto, soy consciente de que esa señora con la que estoy hablando es un fantasma, aunque una parte de mí no lo sabe y por eso no tiene miedo, pero sé que si dice las palabras mágicas “ten cuidado, porque así me maté yo”, esa parte se dará cuenta y el sueño se convertirá en pesadilla, así que tengo que evitar que diga eso por todos los medios. Entonces llega una chica joven, sospechosamente parecida a mi cuñada Eva, pero que obviamente no es ella, porque yo sé que es la hija de la señora muerta con la que estoy hablando, que no es mi suegra, y me pregunta que con quién estoy hablando. Es obvio que ella no ve a la fantasma, sólo al niño de la habitación, así que ahora que se queda ella con el niño, me voy yo a otra habitación que hay en la entrada a buscar a Leo. La señora fantasma me sigue, y Leo sí la ve, pero como tiene que ir a hacer un curso de natación, podemos cambiar de tema y dejarla atrás, y no pensar demasiado en eso de que es un fantasma.

La clase de natación es un poco desastre, y el pobre Leo, además, ha retrocedido en edad y es un niño de unos cuatro años al que le cuesta bastante salir de la piscina, así que me alegro de que nuestra estancia en esa ciudad esté llegando a su fin. Vamos a nuestro alojamiento en el casco antiguo, y mientras esperamos a la casera para decirle que nos vamos, me entretengo mirando una especie de comic/revista donde ella lleva, a su manera, una especie de blog en papel. Cada página o dos páginas es como una entrada, con ilustraciones sencillas parecidas a los del libro de actividades que Leo está haciendo este verano, sobre cosas del pueblo, de la casa, incluso de nosotros. Estoy leyéndolo tranquilamente, y cuando estoy a punto de llegar a la última entrada, sobre un tal Alonso, un niño retrasado, que me parece que es el niño que estaba jugando en la habitación donde yo hablaba con la señora fantasma, en ese momento alguien me comunica que la casera se ha suicidado. Me quedo algo parada por el shock, y a la vez pienso eso dará más valor al diario que tengo entre manos. Entonces, de pronto, una mujer joven que está conmigo (¿la que me ha dado la noticia?) me lo quita maleducadamente de las manos para leérselo ella, y yo me enfado. Lo tenía yo, sólo me faltaba una entrada por leer y ella pretende leérselo entero antes de devolvérmelo. ¿Por qué no me deja que lo hagamos al revés?.

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