lunes, 25 de febrero de 2008

MADRUGONES (OTRA VEZ)

Otra vez lunes. Otra vez a levantarme a las 7 de la mañana (eso si Monsieur le Chat no decide morderme el trasero a las 6,30) y maldecir en todos los idiomas del mundo porque yo me quedaría muy a gusto en la cama. No puedo evitarlo, y no puedo entenderlo. Ese momento es tan terriblemente horrible que, como ya recuerdo haber dicho, ni siquiera los dos días de no madrugar lo compensan.

He comprobado que si me despierto 5 minutos antes y no me vuelvo a dormir, no se me hace tan duro. Curiosamente, me niego a levantarme 5 minutos antes (aunque a veces me levanto 2 minutos antes, como he hecho hoy), prefiero mantenerme despierta en la cama… no volverme a dormir… por lo que no se justifica uno de esos despertadores demoniacos que suenan cada 5 minutos (Dios no lo permita!!! Son inventos del demonio!)

De todos modos hoy ha sido una noche extraña. Más aún la de Josema, por lo que me he enterado a posteriori. Sé que ha habido un momento que me ha despertado el gato, y le he oido decir “Como despiertes a la dueña, te mato”, y me ha sorprendido tanta vehemencia, porque normalmente no le suele dar importancia. También me ha llamado la atención que aunque hoy se ha levantado temprano (se iba de viaje a Vitoria), ha sido especialmente sigiloso y no me he dado ni cuenta de que estaba por ahí hasta la hora de levantarme.

Cuando me ha llamado hoy por el camino para decirme que estaba bien, me ha contado por qué se ha comportado así. Parece ser que su asma le ha dado una noche infernal, y encima se le había agotado el ventolín. Al final ha tenido que levantarse y buscar una farmacia de guardia. Todo ello sin que yo me enterase.

Momentos como este me reconcilian con él. Aunque su mala leche siga activa, lleva una temporada que a) reconoce que es un refunfuñón y b) Hace esfuerzos por evitarlo (aunque no siempre lo consiga). Tiene una breve entrada al respecto en su blog y el achaca su estado de felicidad actual a un videojuego de la PSP llamado Patapon. Bueno. Podría ser peor. Reconozco que es un poco triste que la felicidad de la persona que amas no se deba a tu amor y esfuerzo, sino a un juego por ingenioso que sea, pero si el resultado es que él es feliz, y, por ende, yo también lo soy un poco más, alabado sea el juego y sus creadores.

Al menos tengo el honor de haber sido yo quien le regaló la PSP (tras mucho tiempo por su parte de dudas e indecisiones con respecto a qué consola comprarse). La amarilla, además. La de los Simpson (¡¡¡lo que nos costó encontrarla, por Dios!!!)

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