sábado, 24 de noviembre de 2007

CHIQUILLADAS - O HASTA LOS MISMÍSIMOS DEL TRABAJO

Hablaba el otro día de gente inmadura que se monta películas y se enfada contigo sin motivo. La verdad es que es una actitud estúpida e infantil que creía solo se daba entre gente estúpida e infantil. Y, bueno, supongo que ser todo un señor facultativo con años de trabajo en un hospital no impide que seas estúpido e infantil… pero te sorprende…

No niego que llevo unos días bastante malos en el trabajo. Desde que me han “endilgado” la responsabilidad de gestionar todas las camas del hospital, me como broncas sin sentido dia sí y día también, no puedo cantearme del despacho hasta las 3 y pico de la tarde, acabo de los nervios por el teléfono, y eso sí, me voy siempre a casa con el Sudoku bien hecho y la conciencia tranquila.

Claro que luego llego al día siguiente, alguien ha destorotado todo y me como la bronca de los de siempre, los que no tienen nada mejor que hacer al punto de la mañana que bajar a tocarme las narices (a mí y a medio hospital, que todos les conocen), porque supongo que si no, en su supermegapedestal de medicosdelahostiayosoyDiosporquesalvovidasytueresunamierdecilla, no se sienten realizados. Que me conozco a los de su calaña, y son precisamente los que me hacen avergonzarme de mi profesión.

En fin. Esos los tengo fichados, y la solución es capear el temporal, ignorarlos, y últimamente relajarme destruyendo documentación sensible caducada en la destructora de papel – actividad por cierto que recomiendo a cualquiera cuando esté quemado en su trabajo: es tranquila, relajante, y, bueno, lo que pase por tu mente mientras destruyes el papel puede no tener precio J

Así que el chaparrón de hoy más o menos se me ha pasado.

Lo que intento entender es la chiquillada, porque eso sí que ha sido una chiquillada, de ayer. Veamos. Entre mis cometidos está tomar nota de los ingresos procedentes de urgencias tal y como me los transmite la administrativa que los atiende, a la cual se los transmiten por su parte los médicos de urgencias por medio de un impreso que desarrollamos en Admisión llamado Orden de Ingreso, en el que, siguiendo mi filosofía de preparar las cosas para que las entienda el más tonto (de ahí para arriba, mejor que sobre intelecto que no que falte, digo yo), la especialidad, y por tanto la planta de hospitalización de la que va a depender el paciente, viene como un cuadro de múltiple elección para que no tengan ni que pensar ni que escribir (esto último es muy importante tratándose de médicos XD). Así que los médicos de urgencias sólo tienen disponibles las especialidades que tienen asignadas camas, y si quieren que un paciente sea ingresado, por ejemplo, en Neurología, Endocrino o Digestivo, por ejemplo, que no tienen camas de hospitalización aunque haya especialistas en el hospital, tienen al menos que preguntar, con lo cual nos levantan la liebre.

Bueno, pues ayer para mi sorpresa, me dicen que uno de los pacientes pendientes de ingreso va a la UCI. ¿La UCI? Vale, la UCI tiene camas, pero no está contemplada en el impreso por razones obvias… Cuando un paciente va a la UCI, es de suponer que la cosa es tan grave que no te paras a darle el papel a un intermediario. Además, las camas de UCI normalmente no las gestionamos nosotros – no somos quiénes para valorar la gravedad del paciente sin haberlo visto. Y además, qué demonios, hasta ahora, NUNCA nos habían pedido una cama de UCI.

Dos factores más: Uno, el diagnóstico era bastante absurdo: es poco probable que mandes a la UCI a un paciente por una retención urinaria, y dos, el médico que firmaba la orden, según mi jefe, había estado poniéndome verde por motivos que aún desconozco (al parecer, algo relacionado con la gestión de camas, pero que me aspen si sé concretamente qué gestioné, si es que lo gestioné yo y no fue en urgencias, para que se ofendiera tanto, porque aún no ha bajado a decírmelo en persona – al menos los tocapelotas que nombro antes tienen la decencia de bajar a montarte el pollo a la cara). Así que llamo a la UCI; rezando que esté mi buen amigo y compañero de tiempos de becario Pascual, y hablo con él. Su reacción hasta me asusta, cuando yo sólo le he preguntado a ver si es que a ellos les han dicho algo. Por supuesto que no, y el método, me dice, es ese: que el médico que firma la orden llame a la UCI para que un intensivista baje y valore al paciente (o sea, que yo no debería verme involucrada para nada, y de hecho, nunca me he visto involucrada hasta ayer). Pero es que además ellos han visto a ese médico por el pasillo y no les ha contado nada. Ah, qué bien.

Podríais decir “Quizás se equivocó, y puso UCI en vez de URO”. Hombre, podría ser. Pero como digo el impreso tiene una casilla para marcar si el paciente es de Urología – y ninguna si es de UCI. Así que es poco probable que no lo sepa (porque además hablamos de un médico veterano, no de un novato que es la primera vez que rellena el ingreso) y que coja y escriba de propio URO en la casilla de “OTROS – especificar”. Si a esto le añadimos que cuando pregunté asombrada si de verdad era de UCI, me dijeron por teléfono “Pone UCI-MIVH”, que es la nomenclatura con la que dicho servicio aparece en nuestro sistema informático, mi teoría de no achaques a la malicia lo que pueda explicar la estupidez se cae por los suelos: este señor ha puesto UCI adrede. Con un diagnóstico chorras, y sin pasar por los cauces habituales. Al final volví a llamar a Urgencias, les dije que le dijeran al médico correspondiente que se pusiera en contacto con la UCI, y al poco me contestaron que, “si no podía subir a UCI, que subiera a Urología”. Por supuesto, siempre a través de la administrativa, sin que el médico diera la cara en ningún momento.

¿Y por qué ha montado este señor toda esta tontería? Está claro. De algún modo pensaba ponerme a prueba. Es posible que crea que así me ha fastidiado y se haya regocijado interiormente con la idea de que yo intente ingresar al buen hombre en la UCI a toda costa (cuando siempre pregunto antes de hacer nada, así que para nada lo intenté) o yo qué sé. En cualquier caso, su mentalidad de crío inmaduro de 4 años le ha hecho pensar que semejante gilipollez era una buena venganza para la afrenta desconocida que yo le he causado con mi supuestamente mala gestión de camas.

En vez de venir y contarme el caso a la cara.

¿Qué ha conseguido en realidad?

a) Que ayer perdiera un poco más de tiempo, es verdad, pero a la vez que aprendiera exactamente el funcionamiento de los pacientes que van a la UCI, con lo cual no me volverá a ocurrir nada parecido.

b) Que no tenga ni puñetera idea de cual es el error que supuestamente cometí, con lo cual ni puedo solucionarlo, ni aprender de él para que no suceda otra vez (actitud inteligente la suya, ¿ein?)

c) Y por último, que este señor pase a mi lista de gilipollas redomados y probados en el hospital, la lista de la gente en cuyas manos no me pienso poner ni de coña en caso de necesidad y a los que quizás no les niegue el saludo, pero si se trata de perder el culo por hacer un favor a un facultativo u otro, acaban de quitar bastante peso a su lado de la balanza. Si entendéis lo que quiero decir (como me pasa con el tocapelotas de las mañanas, que antes perderé el culo por los que no se quejan ni me dan guerra que por él, sintiéndolo en el alma y por mucha razón que tenga).

En fin… *suspiro* - Hay gente que no tiene remedio…

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